La mala suerte de Mustapha, fulminado por un rayo al coger su azadón: el gran trabajador
"Mi hermano conducía la cosechadora. Cuando nos dijeron que nos íbamos por la lluvia, se bajó y se acercó a recoger del suelo un azadón: entonces le dio el rayo", cuenta su hermano.
23 abril, 2021 16:27Noticias relacionadas
Mustapha se deslomó durante años en el campo para ahorrar y conseguir que le concediesen una hipoteca en 2019 con la que comprar una casa, en Torre Pacheco, con el objetivo de lograr su sueño: la reagrupación familiar. "Desde hace una década, solo veía cuatro semanas al año a su mujer y a sus dos hijos cuando paraba la campaña y podía viajar a Taurirt", explica su hermano Mohamed. "Hace dos meses y medio, por fin, logró traer a su familia a la Región de Murcia". Era la recompensa al esfuerzo titánico de este inmigrante, que se ha visto truncada por la mala suerte tras morir fulminado por un rayo en su puesto de trabajo.
"Yo estaba con mi hermano cuando le cayó el rayo: le he tenido que tirar tierra encima porque su pierna estaba ardiendo", relata en árabe Mohamed, de 58 años, mientras una familiar traduce en castellano lo sucedido para EL ESPAÑOL. La familia permite a este diario acceder a la acogedora casita, en planta baja, en el municipio pachequero, que Mustapha compró para traer a su esposa e hijos a suelo murciano y donde este jueves, por desgracia, se celebró un velatorio en su memoria.
"No me lo puedo creer", zanja Mohamed ante el inverosímil accidente laboral que le ha costado la vida a su hermano: Mustapha (noviembre, 1979). La probabilidad de que un rayo impacte contra una persona es de una por un millón, según un estudio realizado en Estados Unidos por la National and Oceanic Atmospheric Administration.
El goteo de compatriotas que llega a la vivienda del difunto es continuo y una de las mujeres se pone a preparar té en la cocina para los presentes al velatorio. La viuda, Ghadij, no tiene fuerzas para hablar, solo llora, porque no sabe cómo contarles a Nilh, de 8 años, y Youssef, de 5 añitos, el desdichado final que ha corrido su padre. Ninguno de los asistentes encuentra palabras para darle consuelo por un pérdida tan dura y que además se ha producido coincidiendo con una fecha especial para la comunidad musulmana: el Ramadán.
"Este jueves, una cuadrilla de catorce jornaleros estábamos recogiendo espinacas en un bancal de Balsapintada", prosigue su relato Mohamed, contratado en la misma empresa agrícola donde trabajaba su hermano. "El encargado nos había dicho que nos fuésemos a casa porque ya estaba lloviendo y no podíamos seguir recolectando". De hecho, para ese día, la Agencia Estatal de Meteorología había emitido un aviso de nivel amarillo, por fenómenos meteorológicos adversos, que incluía precipitaciones de 20 litros por metro cuadrado en una hora y tormentas.
El maldito azadón
Las previsiones de la Aemet se cumplieron en la Región de Murcia y antes de las dos de la tarde, la cuadrilla comenzó a recoger los aperos para marcharse de la finca. "Mi hermano conducía la máquina cosechadora para recoger espinacas y cuando nos dijeron que nos íbamos, la aparcó, se bajó y se acercó a recoger del suelo un azadón: entonces le dio el rayo".
En ese momento, Mohamed había salido del bancal, pero al escuchar un fuerte impacto, se dio la vuelta y de inmediato temió lo peor: "Cuando me giré vi que Mustapha estaba en el suelo, le reconocí por la chaqueta que llevaba puesta y que estaba ardiendo". Este marroquí, de 58 años, corrió hacia su hermano para socorrerle: "Le tire tierra encima para apagar el fuego, pero no pude reanimarle", se lamenta una y otra vez. "Estaba muerto".
Ni los Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) de Fuente Álamo ni la Policía Local pudieron hacer nada por la vida de este trabajador agrícola, que a causa de la descarga eléctrica murió fulminado sobre un bancal de espinacas, en la pedanía de Balsapintada.
La Guardia Civil y la Inspección de Trabajo investigan este accidente laboral para el que Mohamed tiene una teoría: el maldito azadón, con empuñadura de madera y pala metálica, que se agachó a recoger su hermano, "pudo hacer de conductor de la electricidad". El panorama al que se enfrenta ahora la mujer del difunto, Ghadij, es dantesco porque lleva dos meses en España, no domina el idioma, está en paro, tiene que sacar adelante a sus hijos y abonar los 230 euros mensuales de la hipoteca de 40.000 euros que suscribió su marido por la casa.
Sabah Yacoubi, presidenta de la Asociación de Trabajadores Inmigrantes Marroquíes de Murcia, pide al Ayuntamiento de Torre Pacheco y a los empresarios del Campo de Cartagena que "ayuden a esta familia, que ha quedado desprotegida por culpa de un terrible accidente de trabajo". Yacoubi ha enviado "el pésame" a la viuda en nombre de todos los miembros de su organización.
Las muestras de solidaridad también se han repetido desde el sindicato UGT. Encarna del Baño, secretaria de Salud Laboral, ha subrayado que "lamentamos este triste suceso". Los familiares del difunto están analizando los seguros de Mustapha para ver si su viuda percibirá alguna compensación para salir adelante y también consultarán a la empresa agrícola qué indemnización le corresponde al haberse producido el deceso dentro de su jornada laboral.
Era un padrazo
No les queda otro remedio puesto que la viuda se encuentra en paro en un país desconocido para ella y sus pequeños están sin escolarizar. "Mustapha estaba peleando para que matriculasen a su hijo y a su hija en el mismo centro", subraya Mohamed. "Los quería mucho: todas los días después de trabajar les hacía una videollamada para hablar con ellos". El WhatsApp era la única forma de romper los 518 kilómetros de distancia que hay entre Torre Pacheco y Taurirt y que separaban a esta familia.
"Él no paraba de trabajar para enviar dinero a mi madre y poder ahorrar para traerse a España a su esposa y sus hijos". De hecho, Mustapha estaba contratado como fijo discontinuo en dos empresas agrícolas: con una se dedicaba a recoger lechugas y espinacas por el Campo de Cartagena y con la otra recogía fruta de hueso en Cieza. Iba empalmando una campaña con otra para lograr un hogar para su familia.
La cultura del esfuerzo es lo que este marroquí, de 42 años, aprendió de su hermano, Mohamed: el primero que abandonó Marruecos. "En casa éramos cuatro hermanos, yo era el mayor y cuando me establecí en España me lo traje a él porque le conseguí un contrato en la empresa agrícola donde yo trabajaba". Esta familia de inmigrantes tuvo la suerte de no tener que jugarse la vida en patera para llegar a Europa: el sector agroalimentario murciano les ofreció la oportunidad de labrarse un futuro.
Primero vinieron los dos chicos y luego las chicas. "Todos compartimos piso en Torre Pacheco". Era la única manera de ahorrar para los cuatro hermanos, incluido Mustapha, un currante, de carácter callado y reservado, que prefería rezar en casa antes que en la mezquita y cuyas únicas aficiones eran devorar el cuscús que preparaba una de sus hermanas y el fútbol.
Una pelota para su niño
"Le gustaban tanto la selección de Marruecos y el Barcelona, que era capaz de ponerse con el móvil a ver el partido, sin importar el lugar donse se encontrase", apunta con cariño su hermano sobre algunas de las anécdotas que compartió con Mustapha mientras convivieron juntos. Todo ello, hasta que a finales de 2019 reunió el dinero suficiente para comprar un hogar para su esposa, Ghadij, de 35 años, su hija, Nilh (8) y Youssef (5). "Trabajó duro para lograr la reagrupación familiar".
Hace dos meses y medio desembolsó más de 600 euros por los billetes de avión de sus seres queridos. "Por culpa del coronavirus solo podían coger un vuelo de Marruecos a Barcelona y también le tuvo que dar dinero a un amigo suyo para que los bajase en coche a Murcia". Las restricciones de movilidad de la pandemia parecía que iban a ser el último escollo que tendría que sortear Mustapha para empezar a disfrutar de una vida en común, junto a su mujer e hijos.
"Los fines de semana lo veías por Torre Pacheco con sus niños en el parque, paseando por el campo o enseñándole a Youssef a jugar al fútbol". Este jueves un rayo provocó un siniestro laboral que segó los sueños de esta humilde familia de inmigrantes.
En las mezquitas de los municipios de San Pedro del Pinatar y Cieza donde residen los tres hermanos del difunto, se está rezando en memoria de Mustapha, cuyo cadáver será repatriado a su país cuando concluya su autopsia en el Instituto Anatómico Forense. "Este sábado le prometió a su hijo que le compraría un balón de fúltbol: el niño todavía no sabe lo que le ha pasado a su padre".