El maleficio cumplido del general Rodríguez: iba el 11 en la lista y Podemos saca 10 diputados
Solo conseguirá ser diputado por Madrid tras hacerse el harakiri su jefe, Pablo Iglesias: corre la lista. No se descarta que también renuncie
5 mayo, 2021 11:23Noticias relacionadas
- Julio 'el gafe': las encuestas dan 10 escaños a Podemos y el ex Jemad, que nunca lo logra, va en el puesto 11
- Margarita Robles cesa al jefe de la Sanidad Militar tras la polémica de las vacunaciones en Defensa
- Defensa desmiente a Pablo Iglesias: en las residencias, la UME "sólo obedeció a la ministra y a sus mandos"
Más allá de que Julio Rodríguez entre o no en la Asamblea de Madrid (que tampoco está tan claro), lo cierto es que su puesto en las listas de Podemos sigue siendo una fatal premonición. Una maldición: el ex JEMAD suele marcar siempre el número de escaños que no va a sacar su partido. Al menos sobre el papel. Porque Rodríguez lo ha vuelto a hacer. El exmilitar iba en el puesto número 11 de las listas y su partido ha sacado 10 diputados.
Y no es la primera vez que le sucede. Ni la segunda. Ni siquiera la tercera. Julio Rodríguez empezó con esa dinámica en Zaragoza, su primera misión dentro del partido morado. Se presentó a las elecciones como número 2 y su partido solamente sacó un escaño. Luego lo mandaron a Almería, donde perdió el único diputado que tenía su partido. Después llegó a Madrid, donde parecía que iba a integrar unas listas unitarias con Más Madrid. Carmena le rechazó de pleno.
Esta parecía ser la definitiva. La cuarta. A Rodríguez lo pusieron en el puesto número 11, pero las encuestas advertían de que tampoco habría plaza para él. Y una vez más, se cumplieron los pronósticos. Podemos sacó 10. Ahora, solamente la dimisión de Iglesias y el corrimiento de sillas le podría meter en la Asamblea de Madrid. Eso si no renuncia, una hipótesis viable en este seísmo que está sufriendo Podemos
No en Zaragoza
A José Julio Rodríguez (Orense, 1948) su aterrizaje en a política no le ha dado alegrías. Cuenta las convocatorias electorales por fracasos. Llegó a Podemos como gran reclamo electoral para los comicios del 20D. Iglesias lo presentó a bombo y platillo, como su hombre dentro del ejército. Rodríguez había sido el general del Ejército del Aire y ex Jemad durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. De la noche a la mañana pasó a convertirse en una de las grandes bazas de la formación morada.
Lo primero que le supuso su inclusión en las listas zaragozanas fue una degradación. Con la noticia se le cayó su condición de militar. El Gobierno del PP expulsó al exgeneral del Ejército "por actuar de forma partidista con sus manifestaciones" y aparecer, con el uniforme de las cuatro estrellas y el logo del partido morado, como "Julio Rodríguez, candidato al Congreso por Zaragoza".
Por si fuese poco, su presencia en Zaragoza acabó resultando un desastre. Entró en el puesto número 2 de las listas por la capital aragonesa. Pero el partido de Pablo Iglesias solamente consiguió hacerse con un escaño. Él, por tanto, se quedó sin su anhelada acta de diputado.
Fiasco en Almería
Ni desfalleció Rodríguez tras el batacazo en Zaragoza, ni menguó la confianza que en él había depositado Iglesias. Así, se le buscó un nuevo acomodo lejos de Aragón. Julio Rodríguez fue enviado a Andalucía. Pablo Iglesias quería par él un destino seguro. Por eso decidió lanzarlo de paracaidista en Almería, para asegurarle el puesto. Una misión aparentemente sencilla. Bastaba con defender posiciones.
En esta ocasión, Julio lideraba la lista. Pero su "pacto de los botellines" con Alberto Garzón, para crear (entonces) Unidos Podemos, no cumplió las expectativas. La suma fue resta y los de Iglesias perdieron un millón de votos en sólo seis meses. En aquella sangría de votos se cayó el segundo diputado almeriense conquistado medio año antes. Una vez más, Julio Rodríguez se quedaba fuera. Después de haber perdido sus medallas y su generosa pensión de exmilitar de alta graduación, estos dos nuevos golpes lo dejaron muy tocado en el partido.
Aun así, Iglesias no perdió la confianza. Puso a Rodríguez al frente de la gestora de Podemos Madrid, constituida como consecuencia de una más de las numerosas crisis territoriales de la formación. En Rodríguez recaía la responsabilidad de ser el puente con Más Madrid.
Madrid tampoco
Pero desde el puesto orgánico tuvo que soportar cómo Manuela Carmena lo rechazaba en sus listas para las elecciones en las que aspiraba a su reelección. No solamente no lo quiso, sino que lo descartó públicamente en una entrevista con Julia Otero en Onda Cero, donde Carmena fue tajante y adelantó que no aceptaría imposiciones de ningún tipo. La imposición se llamaba Julio Rodríguez y fue, en efecto, descartada.
"La verdad, no he pensado ningún puesto para él", declaró la exalcaldesa en esa entrevista, antes de improvisar con esa sonrisa de abuelita irónica: "Hombre, en lo que sí tiene mucha experiencia es en dirigir cuerpos que se rigen por el principio de la disciplina. Así que si Julio está interesado, a lo mejor en el área de Policía Municipal...".
El último fracaso acaba de concretarse. Las encuestas ya avisaban del negro panorama que se volvía a cernir sobre el ex JEMAD: pronosticaban 10 diputados para Unidas Podemos, estando Rodríguez en el número 11 de las listas. Unas cábalas que finalmente se cumplieron. El exmilitar gallego volvía a ser el cenizo de Podemos.
Sin embargo, en un giro inesperado (o no) de los acontecimientos, Pablo Iglesias presentó su renuncia la misma noche electoral. Lo que se preguntaban si aguantaría 4 años haciendo oposición en la Asamblea de Madrid tenían ahí su respuesta: no aguantó ni 5 minutos. Esta decisión supone un cataclismo dentro de la formación morada y un inevitable cambio de roles.
Fue el último servicio a Rodríguez de Pablo Iglesias. Porque ha sido su dimisión la única forma de que Julio Rodríguez vaya a lograr su acta de diputado en Madrid. Sale el ya exlíder de Podemos y Rodríguez sube al número 10, lo justo para entrar. Ha sido la única forma posible. La más traumática para el ex JEMAD, que pierde a su gran valedor dentro del partido y, a pesar de hacerse con un acta de diputado (salvo que él también renuncie, que no es descartable), no ha perdido el aura de gafe que le acompaña desde que se subió al carro de la política a finales de 2015.