Betty, Tere... el fin de la alarma desata el vendaval de mujeres muertas por violencia de género

Betty, Tere... el fin de la alarma desata el vendaval de mujeres muertas por violencia de género Guillermo Serrano Amat

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Betty, Tere... el fin de la alarma desata el vendaval de mujeres muertas por violencia de género

Los maltratadores, al perder el control de sus mujeres y parejas, optan por el asesinato ante una posible pérdida. 

24 mayo, 2021 03:02

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Warda, Betty, Tere… Seis víctimas de la violencia de género desde el fin del estado de alarma –más concretamente, en la última semana–. Cinco mujeres y un niño, con sus historias, sus denuncias previas y sus avisos. La primera, Betty, de 52 años, en Creixell (Tarragona); Warda y su hijo Mohamed, en Sa Pobla (Mallorca) cuentan como la segunda y tercera víctimas; la cuarta, en Corbera de Llobregat (Barcelona), sin que se tenga constancia de su nombre; la quinta, Tere, en Pola de Laviana (Asturias); y la sexta, este mismo domingo, en Zaragoza. 

En total, se han contabilizado 13 en este 2021 –14 si se concreta el último caso, el de Zaragoza–.  Casi la mitad, tras el fin del estado de alarma. ¿Por qué? Los expertos lo achacan a que, durante el confinamiento, hubo menos asesinatos porque los maltratadores tenían el control de sus parejas. Ahora, con la caída del estado de alarma, los requerimientos de divorcios o de separación hacen que estos acaben con la vida de sus parejas por el miedo a perderlas. 

Los datos hablan por sí mismos: en 2020 los asesinatos machistas bajaron al mínimo de la serie histórica, aunque murieron 45 mujeres. Esa caída vino argumentada por los efectos del confinamiento y la dificultad para moverse de agresores y víctimas. El fin del estado de alarma ha traído un repunte inesperado: seis víctimas en apenas una semana. Con sus vidas, con sus anhelos y esperanzas de futuro, con sus historias… Las recopilamos en EL ESPAÑOL. 

Primera víctima

El primer crimen tras el fin del estado de alarma se confirmó el pasado jueves 19 de mayo. Manuel, una semana antes, le pegó un disparo a Betty, vivió con el cadáver durante varios días y después se suicidó, presumiblemente, con la misma pistola con la que le quitó la vida a su pareja. 

Ambos llevaban dos años saliendo, pero no vivían juntos. Betty, colombiana, tenía 52 años y trabajaba en una droguería, donde llevaba días sin acudir. Vivía en Torredembarra (Tarragona). Manuel, de 56, era español, se dedicaba a la construcción y vivía en Creixell, a cinco kilómetros. 

Edificio de Creixell (Tarragona) donde han ocurrido los hechos.

Edificio de Creixell (Tarragona) donde han ocurrido los hechos.

El pasado viernes 14, ella no acudió a su puesto de trabajo. ¿Por qué? Ni los vecinos, acostumbrados a verla, ni sus compañeros encontraron explicación. No obstante, al mismo tiempo, sí que vieron a Manuel. De hecho, lo llevaban buscando un tiempo por tener algunas deudas –en su vehículo ha aparecido la palabra ladrón pintada–. 

La Policía, el lunes 17 se presentó en casa de la víctima, pero nadie les abrió. Llamaron al hijo de Betty, residente en Barcelona, y recibieron la confirmación de que la mujer tenía un amante de la voz de una amiga de la colombiana. 

Los agentes decidieron, por tanto, entrar en la casa. Al tirar la puerta abajo, se encontraron una vela prendida. Había olor a incienso y dos habitaciones precintadas. En una de ellas se encontraron a Betty, que había recibido dos disparos de una pistola de calibre 22, y en la otra habitación se encontraron a Manuel, con un disparo. 

Todo indica a que Manuel la asesinó el jueves y después se atrincheró en su casa, con el cadáver guardado en una habitación. Una semana después del asesinato se confirmaba como una nueva víctima de violencia de género. 

Segunda y tercera víctimas

Warda ha sido la segunda en sufrir la lacra de la violencia machista fruto de su relación con Alí. Ella llevaba tiempo tratando de huir de él. De hecho, le había denunciado en dos ocasiones por malos tratos: en 2012 y en 2018. Su historia de amor era, cuanto menos, curiosa. Ambos, además de marido y mujer, eran primos. 

Su relación, no obstante, siempre fue complicada. Alí tenía bastante mal carácter y era adicto a las drogas, según su entorno. Él tenía su propia empresa de albañilería y ella se encargaba de cuidar a los niños. Discutían, peleaban, pero siempre acababan perdonándose. 

La casa de Warda, una de las víctimas, en Sa Pabla (Mallorca).

La casa de Warda, una de las víctimas, en Sa Pabla (Mallorca). EFE

Llevaban casados desde 2010 y se habían trasladado a España desde Nador (Marruecos) una década atrás. En 2012 ella lo denunció por agredirla y amenazarla. Ella, entonces, se volvió a Marruecos. Pero él parecía haber cambiado y volvieron a vivir juntos. 

En 2018, ella volvió a presentar una denuncia y empezó un programa preventivo para víctimas de violencia de género. Pidió salir en 2019. En teoría, de nuevo, su marido había cambiado. 

La pasada semana, Alí avisó a uno de sus excuñados de lo que había hecho. “He matado a Warda y al niño. Si queréis verlos, están en casa”. El hermano de Warda, que reside en Valencia, puso a toda la familia en alerta. Se presentaron en la casa de ambos en Sa Pobla (Palma de Mallorca) y se encontraron con el cadáver de ella, que estaba embarazada, y de su hijo. No pudieron hacer nada. 

Cuarta víctima

Pocas horas después del asesinato de Warda, los agentes recibían otro aviso en Corbera de Llobregat (Barcelona). El hijo de la mujer asesinada, que tenía 42 años y nacionalidad brasileña, fue el que se encontró a su madre muerta con signos de violencia. 

Los agentes, a su vez, encontraron también el cadáver de su pareja, de 50 años y nacionalidad española. Este se suicidó tras proceder al asesinato. Se investigan las circunstancias en las que se produjo el suceso y los motivos. 

Quinta víctima

Tere se sumó a la lista de víctimas el pasado viernes en Pola de Laviana (Asturias). Senén, su exmarido, cogió su escopeta de caza y disparó hasta ver el cadáver de su mujer. El aviso lo dio el hijo de ambos. 

Detenido por la muerte de Tere.

Detenido por la muerte de Tere. EFE

Ambos llevaban un tiempo de discusiones. Ella, de 48 años, había decidido divorciarse y a él no le había sentado bien. 

En realidad, ella no era de Pola de Laviana. Había nacido en Caleao, un pequeño concejo del interior de Asturias. Su padre había sido guarda rural del Parque de Redes durante 40 años y su hermano gestiona unos apartamentos turísticos en el pueblo. Su madre había fallecido, de forma repentina, el pasado año. 

Senén y ella llevaban casados más de 20 años y compartían un hijo (Adrián). Él fue, precisamente, el que avisó de que su madre estaba muerta. Inmediatamente, los agentes detuvieron a Senén como presunto asesino. 

Sexta víctima

Este domingo, a las 00:45 horas, se produjo el último asesinato por violencia de género. En este caso, fue una vecina la que alertó de que, en la calle Leopoldo Romeo (Zaragoza), una mujer se encontraba pidiendo auxilio. 

Concentración en repulsa a la muerte por violencia de género.

Concentración en repulsa a la muerte por violencia de género.

Hasta allí se trasladaron algunos efectivos, que encontraron a un hombre encaramado a un balcón. Intentaron que no se tirase, pero este se precipitó. Tuvo que ser trasladado a la UCI, donde ha sido custodiado y detenido. 

A la mujer la encontraron muerta dentro del edificio. El hombre, pareja de la fallecida, tenía una orden de alejamiento en vigor, pero la había incumplido en reiteradas ocasiones. Tiene, a su vez, antecedentes por diferentes delitos, como violencia doméstica y malos tratos. 

A pesar de la orden de que la orden de alejamiento entre ambos seguía vigente, el hombre había continuado viendo a su pareja, de 35 años. Tras el crimen, se investiga qué pudo ocurrir y por qué habían estado viéndose en los últimos tiempos pese al mandado de no cruzarse. 

De confirmarse –como todo indica– que se trata de un caso de violencia de género, el número de mujeres asesinadas en este 2021 ascendería a 14 (1.092 desde 2003). Son, en perspectiva, pocas con lo ocurrido durante otros períodos de la serie histórica, pero preocupa la rapidez con que se han producido tras caer el estado de alarma.