Los 11 supervivientes de la ejecutiva de Podemos han multiplicado hasta 5 veces sus ingresos en 7 años
Son los últimos fieles a Pablo Iglesias que, después de todas las crisis internas, seguirán formando parte ahora de la Ejecutiva del partido.
6 junio, 2021 02:26Noticias relacionadas
La próxima semana se celebrará la cuarta Asamblea Ciudadana de Podemos, su Vistalegre IV, que no será en Vistalegre, sino en el Auditorio Paco de Lucía de Alcorcón, en Madrid. De ahí saldrán los nombres, más que previsibles ya, que formarán el Consejo Ciudadano Estatal, la Ejecutiva del partido, su órgano de dirección.
De los 62 integrantes que formaron el primer Consejo Ciudadano tras el primer Vistalegre, sólo 11 personas seguirán formando parte de la Ejecutiva ahora. Todos ellos, no obstante, tienen características en común: han sabido ser algo arribistas frente a las crisis vividas por la formación morada, se han mantenido leales al líder, ahora van todos en la candidatura de Ione Belarra y, además, todo eso les ha traído mejoras en lo económico. Dependiendo de cada caso, este grupo de políticos ha multiplicado entre dos y cinco veces sus ingresos desde que comenzasen su carrera en la política.
En su aún corta vida como partido político, Podemos ha protagonizado purgas internas, aislamiento de disidentes, escisiones y volatilidad en el voto como ninguno en los últimos años. Y ese del Consejo Ciudadano es el ejemplo perfecto. Los que empezaron a mandar tras Vistalegre I ya ni siquiera están en el partido y sólo queda un núcleo muy reducido de pretorianos que gira en torno a la cúpula de la formación. “Lo verdaderamente llamativo es que todavía queden 11. Lo que se defendía en Vistalegre I es muy poco reconocible en el Podemos actual”, explica a este diario, con ironía, uno de los caídos por el camino.
Ese grupo reducido y compacto de pretorianos se puede dividir a su vez en dos. El primero, el de las caras más reconocibles, es el que algunos llaman la corte de Galapagar. No se trata de un juego de palabras al azar, sino que es ese formado por aquellos que acuden asiduamente al chalé de Pablo Iglesias e Irene Montero en la localidad madrileña para definir el devenir del partido. Son Rafa Mayoral, la propia Montero, Ione Belarra y Juanma del Olmo. A ellos se pueden unir como cabezas visibles los nombres de Nacho Álvarez (secretario de Estado de Derechos Sociales) y Jaume Asens, peso pesado en el partido. Ahí van 6 de los 11.
El segundo grupo, los otros cinco, son caras menos visibles para el conjunto de la ciudadanía. Desconocidos, prácticamente para la mayoría, que han sabido sobrevivir a ese partido de guerras internas y defenestraciones. Han sabido mantenerse fieles a la cúpula, mutar a la vez que lo hacía el partido y ahí siguen, tanto tiempo después. Se llaman Ana Domínguez, Isabel Franco, Noemí Santana, Pablo Fernández y Javier Sánchez. Quizás a algún lector le suene porque representan al partido en su comunidad autónoma. Pero, fuera de ahí, casi nadie sabe quiénes son.
“Lo que une a estas 11 personas es la fidelidad al líder”, explica la misma fuente. “Están esos dos bloques, la parte cortesana que ha adquirido mucho protagonismo y que es la corte de Pablo Iglesias. El otro bloque es gente que siempre ha estado ahí y siempre ha sido leal al régimen. No molestan a nadie y nadie puede decir una mala palabra de ellos”, añade.
—¿Por qué quedan tan pocos de aquel Vistalegre I?
—Hay una parte obvia. Se ha excluido desde dentro a todo el que se consideraba desleal. El ejemplo perfecto es el de Ramón Espinar, que era una persona muy de orden y que a la mínima disidencia... Sólo una persona ha dado un paso atrás no forzado y ha sido Pablo Iglesias. Ese es el único movimiento que se ha hecho apostando por la renovación, los demás, no. Y a eso hay que sumar la mutación del proyecto de Podemos, por lo cual es normal que la gente se desencante. Coge, por ejemplo, su postura frente a los medios de comunicación. Ahora, cualquiera que salga en los medios es malo. Pero, antes, Izquierda Unida criticaba a Podemos por estar en los medios de manera constante, mimados, y les decían que estaban vendidos al Ibex por salir en la tele y defender que no eran de derechas ni de izquierdas. Son antagónicos a lo que eran en Vistalegre I.
Por ello, y de cara a la Asamblea Ciudadana que empieza el fin de semana que viene, repasamos los 11 pretorianos que siguen en Podemos. Son una especie en extinción y sobre sus hombros recae el peso de guardianes de las esencias en un mundo que es esencialmente distinto.
El otro Pablo
En Podemos hay otros Pablos y éstos no son sólo Echenique. Está Pablo Fernández Santos, el líder de la formación en Castilla y León. Abogado de formación e inspector de Trabajo por oposición, un día decidió dejar todo atrás y empezó a regentar un quiosco de prensa en su ciudad, León. Empezó en la formación morada en su inicio, en febrero de 2014, integrándose en el Círculo del partido en su provincia natal. Un mes después, en marzo, conoció al otro Pablo, Iglesias, mientras éste giraba por España para las europeas en las que dio un vuelco al tablero político.
Fernández, erigido como portavoz en su ciudad, le cayó en gracia a Iglesias y éste le fichó para el equipo técnico estatal. Su carrera, desde entonces, no dejó de despegar, siempre al albur del líder. Actualmente es procurador en las Cortes de Castilla y León y secretario general -desde 2015- de la formación en la comunidad autónoma. Siempre se ha mantenido fiel a la línea que marque el aparato del partido y especialmente a la figura de Pablo Iglesias. Un ejemplo de ello es que, según ha podido saber EL ESPAÑOL, Pablo Iglesias le propuso un cargo en Madrid tras las elecciones autonómicas de la Comunidad de Madrid del 4-M. Tras rumiarlo durante una semana, finalmente, Fernández dijo que no. Tomar esa decisión le costó muchísimo.
Ahora que ya se ha convertido en una persona relevante dentro del partido, en uno de los pocos pretorianos que quedan, hay un artículo publicado en el Diario de Valladolid en noviembre de 2014 que resulta curioso. En él, aparece Fernández posando en su quiosco y cuenta a la periodista que su familia no entiende que dedique su tiempo “a una actividad que no está remunerada” pero que para él “es muy gratificante”. “Es mi granito de arena para mejorar este país”, apuntala.
Eso ya se ha solucionado. En 2015, en la página de Transparencia de Podemos que no se actualiza desde entonces, aseguró haber ganado 21.339,50 euros en el ejercicio anterior y tener 20.081,16 euros en el banco. Ahora, su salario anual, según publicó Newtral, es de 98.411,32 euros y él mismo declaró en 2019 tener en el banco nada menos que 79.941 euros. Quién sabe si le explicó a su familia, preocupada por lo económico, que en realidad entrar en Podemos no sólo le iba a suponer intentar mejorar el mundo, sino también una inversión de futuro que le ha valido para cuadruplicar su salario y sus ahorros en sólo siete años.
Noemí, desde Canarias
En Canarias, uno de los pocos bastiones de Podemos, junto a la figura de Alberto Rodríguez, destaca la de Noemí Santana. Lo ha sido todo en las islas para la formación morada. En 2017 llegó a la secretaría general del partido en Canarias y ha llegado a ser -y sigue siendo- consejera de Derechos Sociales, Igualdad, Diversidad y Juventud del Gobierno de Canarias.
Siempre ha sido la candidata oficialista de Madrid y ha sabido sortear los líos internos para mantenerse como referente al frente. Aunque en la actualidad parece querer abandonar la primera línea, no deja el Consejo Ciudadano Estatal y la semana que viene va en la lista de Ione Belarra.
Antes de entrar como diputada en el Parlamento de Canarias, Santana trabajaba en la Sociedad de Ferrocarriles de Gran Canaria. Siempre ha tenido interés por la política, llegando a afiliarse en 2007 a Nueva Canarias, y militando en diversos colectivos. “Asistí a la primera reunión de Podemos en mi ciudad y divisé un proyecto unitario que sabía necesario", cuenta en su perfil de la página web de la formación. También cayó en gracia a la dirección de Madrid y la metieron en el equipo técnico que preparó Vistalegre I. Ahí fue elegida para el Consejo Ciudadano Estatal y, un año después, en 2015, fue cabeza de lista de la formación morada en su comunidad.
Si bien cuenta con el beneplácito de la dirección en Madrid, su gestión en el Gobierno canario ha levantado muchas ampollas. El Partido Popular en las islas pidió su cese por la “inhumana y desastrosa” gestión de la dependencia que en enero alcanzó los peores datos de la década y una de las mayores quejas que se le ha hecho es que dejó sin ejecutar 66 millones de euros de lo presupuestado en 2020 para su Consejería de derechos sociales.
Ella también ha mejorado notablemente su cuenta corriente. En 2015 declaraba cobrar 1.078,51 euros mensuales y ahora, según Newtral, se lleva al mes cinco veces más, 5.071,06 euros, y su cuenta corriente se ha multiplicado por 10, de los 1.075,67 euros de antes a los 9.625,41 de ahora.
Javier, el valorado
Aunque desconocido por la mayoría, Javier Sánchez Serna es uno de los líderes de Podemos mejor valorados. Licenciado en Filosofía y con un máster en Sociología aplicada, antes de su salto a la política trabajó como profesor interino de Educación Secundaria. Desde los 18 años, según él mismo ha contado, trabajó en distintos movimientos políticos y sociales relacionados con la juventud, la vivienda y la lucha universitaria.
Durante su etapa universitaria se convirtió en amigo de Luis Alegre, uno de los principales fundadores de Podemos -junto a Iglesias, Monedero, Bescansa y Errejón- y asistió a alguna de las clases que impartía en la Complutense de Madrid Pablo Iglesias. Entró de una en Podemos y ahí se ha quedado, fiel a la cúpula. Actualmente es diputado por Murcia, líder de la formación en la Región Autónoma y uno de los políticos más valorados ahí: es el segundo mejor después del presidente, Fernando López Miras.
En su declaración de 2016 aseguró haber cobrado en el ejercicio anterior un total de 4.889,22 euros. Un año después, en 2017, esa cifra ya ascendía a cobrar 48.346,58 euros. Su cuenta corriente pasó de tener unos ahorros de 19.000 euros a 47.027,47. Su sueldo ahora está en 123.127,62 euros -dietas por ser un diputado proveniente de Murcia incluidas- y, en 2019 declaró en el Congreso de los Diputados el tener 92.000 euros en depósitos en cuentas corrientes.
Isabel, la de Califato 3/4
Otra diputada pretoriana y desconocida, aunque ha saltado a la prensa por algunas intervenciones en el Congreso, es Isabel Franco Carmona. Se licenció en Ciencias del Trabajo, se sacó un máster en Estudios Avanzados en Trabajo y Empleo y se convirtió en experta en Evaluación de Políticas Públicas. Durante su juventud estuvo empalmando empleos precarios como los de camarera o dependienta y se ligó profundamente al 15-M.
Toda esa formación académica que pudo ir acumulando y su participación en proyectos sociales le sirvieron para entrar en Podemos y ayudar a redactar el programa electoral de 2015. Desde entonces, sólo ha ido para arriba y ha llegado a intentar convertirse en una alternativa andaluza a Teresa Rodríguez, a quien intentó desbancar sin éxito.
Ahora es diputada de la formación en el hemiciclo. Desde ahí ha protagonizado alguna polémica, como cuando dijo que en Al-Ándalus convivían sin problema varias culturas y que la monarquía hispánica cometió un genocidio. Citó, para ello, al grupo ahora tan de moda Califato 3/4. También ha protagonizado algún momento reivindicativo y aplaudido: reconoció, en marzo, haber sido víctima de violencia machista.
A ella también le ha salido rentable la fidelidad a la cúpula de Podemos. En 2016 declaró haber obtenido el año anterior unos rendimientos netos de 6.377,38 euros y tenía tres cuentas corrientes con un total de 6.105,82 euros. Un año después, ya como cargo de la formación, se compró un coche. En su declaración de bienes del Congreso su cuenta corriente ha ascendido a 12.477,35 euros, se ha duplicado, y su sueldo ahora está en 86.024,96 euros.
Ana, la ‘errejonista’
La última de esta lista es Ana Domínguez Rama. Ella no es diputada en ningún parlamento, ni autonómico ni regional, por lo que no es posible saber cuánto gana en la actualidad ya que la página web de Transparencia de Podemos no se actualiza, en su caso, desde que entró al Consejo Ciudadano Estatal tras el primer Vistalegre. Ahí declaraba haber ganado, en 2013, 1.108,14 euros, no se sabe si de manera mensual o en todo el año.
Sin embargo, su caso sirve para ejemplificar los curiosos derroteros de la lealtad en estos 11 pretorianos. Ella también viene del ámbito universitario, llegando a impartir clases en la Universidad Complutense de Madrid, y luego se dedicó al mundo editorial. Entró en Podemos al principio del todo. Siempre cuenta con orgullo cómo estaba sentada en el escenario del Teatro del Barrio de Lavapiés ese 17 de enero de 2014 en el que nació la formación.
Lo llamativo de su caso es que no era de Pablo Iglesias, sino de Íñigo Errejón. Y, en el momento en el que se produjo la escisión, eligió el bando del líder. Lo dejó bien escrito en un artículo que se publicó en eldiario.es:
“Varios compañeros y compañeras de Podemos, entre quienes me encuentro, fuimos elegidos por los inscritos de Podemos en mayo de 2018 para formar parte de la lista de Errejón a la Asamblea de Madrid, y el pasado 17 de enero tanto la mayoría de ellos como yo misma nos enteramos por las redes sociales de que nuestro candidato —a quien apoyamos, votamos y por el que hicimos campaña— había estado durante meses urdiendo un plan secreto con Manuela Carmena para formar su propio partido y abandonarnos sin ni siquiera decirnos adiós”.
Ella es uno de esos perfiles que eligió bando, se mantuvo fiel y, sin contar la parte económica en su caso, ha seguido leal a la cúpula del partido.
La corte de Galapagar
A estos cinco desconocidos, hay que sumar las caras que apuntalan la lista de pretorianos supervivientes de aquel Vistalegre I. Son Rafa Mayoral (diputado y secretario de Relación con la Sociedad Civil y Movimientos Sociales), Nacho Álvarez (secretario de Estado), Juanma del Olmo (secretario de Comunicación y director de Estrategia y Comunicación con Pablo Iglesias), Jaume Asens (presidente del grupo confederal de Unidas Podemos en el Congreso) y las dos mujeres todopoderosas: las ministras Ione Belarra e Irene Montero.
Todos ellos también han aumentado sus partidas económicas privadas y, quizás más importante, su poder dentro del partido. Son los últimos representantes de ese Vistalegre I, toda una especie en peligro de extinción que ahora, bajo el paraguas de Belarra, seguirán luchando por seguir ahí. Es exactamente como en aquella canción de los Celtas Cortos: “Hoy no queda casi nadie de los de antes. Y los que hay, han cambiado. Han cambiado, sí”.