La lancha alcanzó la costa de La Línea de la Concepción por la noche. Cuatro personas viajaban a bordo con la carga: había más de dos toneladas de hachís. En la playa, un puñado de hombres descarga a toda prisa la mercancía para meterlas en coches preparados para la ocasión. El primer destino del alijo es la guardería, pero mantenerla allí más tiempo del necesario es inseguro. Habrá que llevarla por carretera en el menor tiempo posible a su destino, donde haya más parné. En Barcelona se paga a 2.000 euros el kilo de hachís, por ejemplo. La única premisa que tiene el conductor es “chapa sobre chapa”. Es decir, a lo que dé el coche por el camino más rápido y menos peligroso.
La escena principal siempre es la misma. Aparece la palabra narcotráfico y le sigue hachís. El resto lo hace la imaginación: el Estrecho de Gibraltar, mar, olas, narcolanchas a todo trapo hasta alcanzar la orilla de alguna playa andaluza, receptores cargando coches de lujo robados con anterioridad y luego, si no interviene la policía, el rastro se disipa. Ahí se acaba todo para el imaginario colectivo.
Se puede pensar que el problema lo tienen en el Campo de Gibraltar. Hace poco, por ejemplo, las calles de La Línea se convirtieron en un polvorín. Pero nada más lejos de la realidad: esta zona sólo es la puerta de acceso del hachís a España. Aquí empieza la carrera por la carretera.
El 97% de la droga que alcanza la costa andaluza parte con un destino claro: el norte de España o Europa. Allí, el precio de la droga se multiplica. Los clanes andaluces son meros transportistas. “Los encargados de la logística”, dice una fuente consultada por EL ESPAÑOL. “El narcotráfico es un problema que nos afecta a todos los españoles. Si nos lo fumáramos todo aquí -en Andalucía-, cabríamos a un fardo cada uno”.
El hachís que desembarca en el litoral del sur de España comienza un largo camino que debe concretarse en el menor tiempo posible. Hay mucho riesgo, por supuesto, y cualquier control policial puede acabar con el transporte.
El objetivo es llegar al destino cuanto antes, nada de entretenerse en pasos intermedios. “Tener 2.000 o 3.000 kilos de hachís en una guardería más de una noche es muy peligroso”, cuentan al otro lado del teléfono.
Los coches utilizados para recorrer España por carretera llenos de alijos en dobles fondos son cargados durante la noche en la guardería. Se piensa en vehículos grandes, potentes, que llevan delante otro a modo de lanzadera, por si hubiera algún control en la carretera. Y es posible, pero no es el único ‘modus operandi’.
Las mafias de la droga utilizan también otros vehículos. Furgonetas y coches grandes de alquiler son un recurso habitual. El objetivo es pasar desapercibidos. Y nada mejor para ello que utilizar coches rotulados con marcas inocentes.
La última incautación de un vehículo de este tipo fue la semana pasada: la furgoneta tenía en su interior bidones de gasolina para alimentar las narcolanchas. En estos menesteres se han llegado a incautar, incluso, furgonetas de empresas de paqueterías cuyos envíos urgentes tenían ‘sorpresa’.
Sin embargo, aquí lo más importante es qué ruta seguir. La droga debe viajar segura, de manera rápida y evitando la mayor los controles que se puedan realizar por parte de los agentes de la autoridad. “Se utilizan carreteras muy concurridas, donde hay relativamente mucho tráfico, donde van muchos camiones”, cuentan a EL ESPAÑOL fuentes que conocen bien el mundillo.
Oficialmente, desde el Ministerio del Interior no dan datos de las rutas más utilizadas por los narcos para transportar la droga. No quieren dar ventajas a “los malos”. Otra fuente policial nos insta a preguntar por ellas al gabinete de prensa de los narcotraficantes. Ya se sabe, la guasa gaditana...
El transporte por carretera tiene unos caminos ‘limitados’. Sobre todo para los tiempos y trayectos que se manejan. “Piensa que han llegado a hacer con dos tíos en el coche La Línea-Irún en 8 o 9 horas”, comentan al otro lado del teléfono.
Es decir, para el transporte se utilizan carreteras principales, autopistas y autovías. Nada de secundarias, donde es más factible que haya un control. “Ellos rehúyen de las provincias de interior, tienen más controles. Hay que llegar a Madrid, Barcelona o la frontera francesa a la mayor brevedad posible”.
El motivo de 'subir' tanto la droga es que cuantos más kilómetros se recorran, más aumenta el precio. Una vez traspasan las fronteras españolas, los fardos de hachís son aún más codiciados. Acabarán siendo fumados por franceses, holandeses, italianos o incluso ingleses.
Tres son las rutas principales que se siguen por toda España desde el Campo de Gibraltar. La ‘carretera de la Costa’ —“por ahí va la mayoría”—, empezando por la AP-7 de Málaga y subiendo todo el litoral hasta alcanzar Cataluña; esta misma carretera aunque accediendo a Granada —“esta casi no se utiliza porque tienes que pasar Despeñaperros, pero es otra opción”— y la Ruta de La Plata —"Si vienes del Campo de Gibraltar tienes que pasar por Jerez, por la A-381, y si sales de Sanlúcar también"—.
Pero a través de las carreteras peninsulares no únicamente se transportan los fardos. También las narcolanchas se mueven vía terrestre. "Con asiduidad cruzan la Península de norte a sur por Portugal, que tienen menos controles", narran a EL ESPAÑOL fuentes relacionadas con el narcotráfico.
La A-381: la carretera del hachís
Hace una semana, un agente de la Guardia Civil jerezano era atropellado por un coche en plena huida. Agustín Cárdenas fue embestido en el punto final de la carretera A-381, una vía de paso habitual para el narcotráfico que conecta Jerez de la Frontera con Los Barrios. A priori, el atropello mortal lo había realizado un coche lanzadera, aunque las investigaciones no han podido corroborarlo.
Las primeras pesquisas eran claras porque esa carretera es el inicio habitual de una de las rutas terrestres preferidas de los narcotraficantes. Da acceso a la autopista de peaje hacia Sevilla en menos de una hora desde el Campo de Gibraltar.
De hecho, hace dos años murió otro agente jerezano de la Benemérita, Fermín, en plena persecución en esta carretera. “Es una vía directa que, además, tiene algunos recovecos”, apostilla una persona que pasa por allí a diario.
El atropello mortal del pasado sábado se produjo en la entrada de Jerez Sur, justo en la rotonda antes de acceder al Monasterio de La Cartuja. A bordo del Megane iban un varón de 22 años y un joven de 17 años, hijo del dueño del vehículo sustraído.
La hipótesis más aceptada señala que ambos estaban esperando -no se sabe a quién ni a qué- en la gasolinera de La Palmosa (Alcalá de los Gazules). Vieron entonces un coche patrulla, se asustaron y emprendieron la huida. En la entrada a Jerez se encontraron con el control y atropellaron a Agustín Cárdenas. El conductor dio positivo en drogas.
No se logró incautar droga alguna en el interior del vehículo y el conductor se negó a declarar ante la jueza. El Juzgado de Instrucción número 1 de Jerez de la Frontera, en funciones de guardia, ordenó el pasado lunes el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza del conductor.
Inicialmente, la juez le atribuye presuntos delitos de homicidio agravado, hurto de uso de vehículo a motor, atentado agravado, dos delitos contra la seguridad vial por conducción temeraria y bajo la influencia de tóxicos, y un delito de lesiones.
“Todo lo que llega a la costa pasa por Jerez. A la autovía de Jerez-Los Barrios la llaman ‘la carretera del hachís’”, sentencia una persona que conoce bien a los clanes del narcotráfico y sus rutas. Es habitual leer que por la A-381 se ha incautado droga o ver que se ha realizado una persecución. Es la manera más fácil y rápida de enlazar la costa con la capital andaluza.
Esta carretera es utilizada también para transportar el tabaco de contrabando y el dinero inmerso en operaciones de blanqueo de capitales. El puesto de Jerez intervino el año pasado un millón de euros. Hay que tener en cuenta también que aquí existe el contrabando de tabaco porque está Gibraltar al lado. Aunque sea una ‘droga aceptada', no quita que se esté traficando con ella de manera ilegal.
Lo corroboran fuentes policiales consultadas por este periódico: “Jerez está siendo el pivote, sobre todo ahora que las lanchas también llegan a Sanlúcar de Barrameda (en la costa noroeste) y la desembocadura del Guadalquivir, porque por allí pasan las vías principales”.
Y es que las lanchas ya no llegan únicamente al Campo de Gibraltar. La presión de los agentes españoles, gracias al plan de seguridad iniciado hace tres años, ha provocado que los narcotraficantes tengan que trazar nuevas rutas marítimas. Sanlúcar de Barrameda y la desembocadura del Guadalquivir, ciertas zonas onubenses y la Costa del Sol reciben ahora grandes cargamentos de droga también con relativa asiduidad.
Esto ocurre cuando se aprieta al narcotráfico. En 2018 se implantó en el Campo de Gibraltar un Plan Especial de Seguridad, porque se había perdido el principio de autoridad. El refuerzo de los agentes hizo que el narcotráfico derivara su llegada a todo el litoral andaluz. A partir de entonces, cobró mayor relevancia la desembocadura del Guadalquivir y la costa de Huelva.
Cuando las descargas se realizan en el litoral onubense, las rutas terrestres cambian. Ya no es necesario llegar a Jerez para alcanzar Sevilla, por lo que el camino es mucho más directo. Dirección Sevilla y a correr. Otra vez, “chapa sobre chapa”.
Marlaska en Cádiz
La última macrooperación contra el tráfico de drogas en Cádiz se realizó la semana pasada. Los agentes de la Benemérita incautaron 8 toneladas de hachís en Barbate, Zahara de los Atunes y Tarifa, localidades limítrofes con el Campo de Gibraltar. Participaron un total de 200 efectivos y hay 20 detenidos.
Y es que, aunque en ocasiones parezca que la provincia únicamente la componen Cádiz y su bahía, ésta es un poco más grande. El problema del Campo de Gibraltar y otros puntos con la droga tiene un añadido: los cultivos de interior de la Sierra.
Allí se encuentra lo que se conoce como el 'Triángulo de la María', en la zona de Bornos. Son cultivos de marihuana natural que muchos señalan como la de mejor calidad en el territorio nacional.
El pasado jueves, aprovechando una visita a Cádiz para hablar de maremotos, el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska señaló que su equipo estudiaba catalogar al Campo de Gibraltar dentro del Plan de Especial Singularidad. Es algo que las asociaciones contra el narcotráfico de la zona llevan años pidiendo y que, hasta ahora, no se les había concedido.
“Interior trabaja para que ese Plan Especial de Singularidad no tenga un protocolo de circunstancias, que no sea un plan que pueda ser aprobado sin un análisis efectivo. Sabemos que en el ámbito de España hay zonas que requieren un plus en materia de seguridad, pero lo importante se ha hecho ya”, expuso Marlaska.
Francisco Mena, presidente de la Coordinadora Alternativas, que aglutina a diferentes asociaciones y estamentos contra el narcotráfico, se congratula por lo narrado. Mientras, desde las asociaciones de profesionales de la Benemérita y los sindicatos policiales lo celebran con cautela.
“Nosotros las tomamos -las declaraciones- de manera positiva porque llevamos mucho tiempo reclamando esto, pero somos cautelosos y no nos hacemos ilusiones”, afirma María del Carmen Villanueva, secretaria general provincial de la Asociación Unificada de Guardias Civiles.
Por su parte, Antonio Flores, portavoz del SUP en Cádiz, se mantiene en la misma línea que su compañera. “Nosotros lo vemos correcto. Es lo que estamos pidiendo desde 2018, pero ahora tienen que llevarlo a término, porque las palabras se las lleva el viento”. Sabe que ya ha habido más de un intento que ha quedado en agua de borrajas.
Flores cree que lo más importante es que se ha reconocido la existencia del problema. Lo prioritario para los agentes es que se refuerce la seguridad en el Campo de Gibraltar. Esto sólo se conseguirá si hay un arraigo del personal.
Mantenerse en el Campo de Gibraltar siendo miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es sumamente complicado. Están sometidos a presiones, tanto ellos como sus familias, de los clanes de narcotraficantes y, en cuanto pueden, se marchan de allí a un lugar más 'tranquilo'.
“Están aquí dos años y luego, cuando conocen un poco la zona, eligen otro destino”, comenta Francisco Mena, que apoya a las organizaciones policiales en esta lucha. Aquí todos van de la mano, porque creen que esta zona del sur de España está necesitada de un plan integral. Mena reclama que esta protección debe darse también a fiscales y jueces, así como a los miembros de aduanas.
La merma de efectivos policiales no se solventa únicamente con un refuerzo de agentes. Para solucionar este problema, tanto sindicatos como asociaciones piden un plus en el sueldo de los policías y mayor puntuación a la hora de elegir nuevo destino. Eso sí, antes los agentes deben comprometerse a estar al menos cinco años aquí.
“Si traes más agentes y no subes la cuantía económica, cómo hacemos que no se vayan a otro destino en cuanto puedan”, se pregunta Antonio Flores.
Desde la AUGC también se mira al resto de la provincia, no sólo al Campo de Gibraltar. El problema del estudio es que si se refuerza la seguridad en esta zona, como ya está ocurriendo, el narcotráfico encontrará sus vías de acceso en otros lugares de la costa. Esperan que se analice bien la situación para que poner un tapón en una localidad no signifique desbordar a las colindantes.
En realidad, la provincia en general tiene un problema con el narcotráfico. Tal es el caso que, mientras Marlaska hablaba en Cádiz sobre narcotráfico, en San Fernando aparecía una narcolancha abandonada. Días atrás, como ya se ha comentado, Barbate, Tarifa y Zahara de los Atunes estuvieron tomadas por la Guardia Civil por una operación contra la droga. Y, como estos, muchos ejemplos.
Sólo de enero a mayo de este año, según un informe de Subdelegación del Gobierno al que tuvo acceso Diario de Cádiz, se han incautado 73 toneladas de droga. El 95,8% era hachís, el 2,3 marihuana y el 1,9% cocaína.
La necesidad de un plan integral
—Pero cómo esperas que no se meta un chaval allí al narco. Si te dan 600 euros por hacer de punto (avisar por teléfono si viene la policía) un día y estás en una de las ciudades con más paro de Europa... Iguala su sueldo de un día en otro trabajo durante un mes.
Han sido varias las fuentes consultadas para hacer este reportaje que se han manifestado en la línea de la afirmación anterior.
Francisco Mena ha sido una de ellas. Él sabe bien de lo que habla y muestra su preocupación. Ya son cuatro generaciones dedicadas al narcotráfico y al contrabando de tabaco en la zona. Está hastiado de hablar de un plan integral y los avances son lentos. “El Estado abandonó el Campo de Gibraltar hace mucho tiempo. Lo han utilizado de vertedero hasta que ha rebosado”.
Sin futuro, sin apuesta de las administraciones por la comarca del Campo de Gibraltar, el propio entorno te empuja al narcotráfico. Aquí no quieren que se les estigmatice, sólo el 1% de la población se dedica a estos menesteres, pero necesitan ayuda porque esa cifra es insostenible. “Hay que intentar que los niños no prueben eso”, dice Mena.
—¿Cuántos policías hacen falta para acabar con esto? —pregunta el reportero.
—Esto no se arregla con policías y con meter a gente en la cárcel. Es fundamental que haya infraestructuras. No tiene sentido que Algeciras no tenga una línea férrea para sacar la mercancía de uno de los puertos más importantes de Europa; tiene que hacerse el desdoble de la Nacional 340. Algeciras-Vejer es lo único que no está desdoblado y potenciaríamos turísticamente esta zona. También hay que potenciar la educación. Ya hay tres generaciones metidas en el narco y se está metiendo una cuarta. O lo cambiamos todo de manera general o no arreglamos nada.
Cuando se llama al Campo de Gibraltar para hacer un reportaje sobre narcotráfico, al otro lado del teléfono resuena el hastío. La misma cantinela de siempre, parece leerse en el pensamiento del otro interlocutor; el día de la marmota.
Sin embargo, el problema de esta zona andaluza es real y persistente. Mena pide más ayuda a todas las administraciones, Junta de Andalucía incluida, que es a la que encuentra más desaparecida en los últimos tiempos.
Mena zanja: “En una comarca donde los índices de absentismo escolar son siete veces superiores al de la provincia de Cádiz, el narco se aprovecha de la pobreza”.
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