Andrea tuvo un matrimonio complicado y una separación peor. Terminó tan tocada, que tras el divorcio empezó a ver al psicólogo para salir del pozo emocional hasta que un revulsivo llamado Younes llegó a su vida. "Yo le decía 'mi morito' con cariño", recuerda compungida esta sevillana, de 33 años, mientras su madre, Conchi, trata de consolarla. Tal misión es imposible porque Andrea perdió este domingo a Younes, por culpa de un desaprensivo que le disparó dos tiros a bocajarro en la terraza de una cafetería del Puerto de Mazarrón.
"Es un asesino a sangre fría". La indignación que siente por la forma en la que le han arrebatado al padre del tercero de sus hijos, es lo único que le permite sacar fuerzas de flaqueza a Andrea para atender a EL ESPAÑOL y pedir públicamente una sola cosa: "Espero que el juez lo envíe a prisión en cuanto vaya a declarar".
Este asesinato ha caldeado los ánimos de la población inmigrante de Mazarrón, ya que el racismo es uno de los móviles que se baraja en la investigación y en esta localidad del litoral murciano hay una fuerte presencia de marroquíes y argelinos entre sus 32.839 habitantes. De hecho, varias decenas de compatriotas de Younes se concentraron este lunes en la puerta del cuartel de la Guardia Civil donde estaba detenido el pistolero -Carlos- y reclamaron: "¡Justicia!".
Los testimonios de las empleadas de la Cafetería El Muelle y de los amigos del fallecido apuntan en la dirección de la xenofobia, aunque la Guardia Civil no descarta otros posibles móviles para esclarecer qué empujó a Carlos, a empuñar una pistola de nueve milímetros, con la que disparó dos veces a Younes en la terraza del citado local. Para su viuda, Andrea, está claro el motivo del asesinato: "A mi marido lo ha matado un racista".
Todo ocurrió este domingo: un día que estaba transcurriendo a pedir de boca para la pareja. "Fuimos a comer a la Taberna de Rafael". Después se fueron juntos a casa porque hacía mucho calor y pasadas las ocho de la tarde la pareja se separó: "Yo me fui al piso de unas personas mayores a las que cuido y Younes se fue con seis amigos a tomar algo".
El lugar escogido fue la Cafetería El Muelle, muy frecuentada por la población inmigrante, y caracterizada por una amplia terraza en el turístico paseo marítimo del Puerto de Mazarrón. La pareja se cruzó un par de llamadas entre las 21 horas y las 21.40 horas del domingo, que no vaticinaban los truculentos hechos que se produjeron a las 22.08 horas.
"Primero me llamó Younes para decirme: 'Gorda, compra la cena en el kebab y ahora subo a casa'". Cuando Andrea terminó de asear al matrimonio de ancianos al que cuida, se fue con su hijo, Ryan, de 9 años, a un establecimiento de comida típica del Medio Oriente. "Llamé a Younes para decirle que había cola y que me quedaban, por lo menos, unos quince minutos para salir con el pedido".
- ¿Cuando habló por segunda vez con su pareja le dijo si había tenido problemas con algún cliente de la cafetería donde se encontraba con sus amigos?
- No. Él estaba bien hasta que a las diez y cuarto de la noche, cuando salí del kebab, un amigo suyo me llamó para decirme: 'Andrea, corre, ven a la cafetería, que Younes está tirado en el suelo porque le han pegado dos tiros'. Cuando llegué allí me lo encontré desangrándose y mi hijo pequeño lo vio todo porque salí corriendo con Ryan del restaurante de comida al puerto.
- Cuando usted llegó a la cafetería y se encontró al padre de su hijo con dos disparos: ¿Qué es lo que le contaron que había pasado?
- Sus amigos me explicaron que ellos estaban en una mesa en la terraza y unas chicas, entre ellas una camarera, se sentaron con ellos. Entonces, un hombre que también estaba en la cafetería comenzó a decir: '¿Qué hacéis ahí sentadas con los moros de mierda?' Después, ese hombre cogió una bandeja, se fue a la mesa de Younes y sus amigos para retirarles sus consumiciones y criticar a las camareras por no atender a la gente. Estaba buscando gresca. Él iba a por los marroquíes. Entonces, Younes se levantó y le dijo que les dejase en paz porque ellos solo se estaban tomando un café y que si no le gustaba, pues que se fuera a otro sitio. En ese momento, el hombre se marchó a su casa, se cambió de ropa, cogió una pistola y regresó a la cafetería para darle dos tiros a mi marido. Iba a matarlo.
Anouar se salvó de milagro
La hipótesis de un asesinato racista que sostiene la viuda de la víctima, va en la línea de los testimonios que recabó el domingo la Policía Local. Una camarera de El Muelle aseguró que Carlos pasó la tarde en la cafetería y mostró su malestar por la presencia de clientes marroquíes. "No quiero moros en el local" o "los moros no tienen papeles", fueron algunas de las expreiones que supuestamente profirió este madrileño, de 52 años, que lleva décadas residiendo en Mazarrón.
Tal relato es corroborado por Anouar, marroquí, de 43 años, amigo íntimo de Younes, y que ese domingo estaba sentado en la mesa cuando se produjeron los disparos. "Estábamos de bromas y tomando algo, pero cuando se sentó en nuestra mesa una camarera que estaba en su tiempo de descanso, un cliente le dijo: '¿Por qué te sientas con los moros de mierda?'"
- Anouar, ¿cómo reaccionaron ustedes cuando un desconocido les insultó de esa manera?
- Younes y ese hombre empezaron a discutir y a insultarse. Pero no llegaron a pegarse: solo hubo palabras. Entonces, el hombre (Carlos) se debió marchar a su casa porque tardó veinte minutos en volver y regresó a la cafetería vestido de otra forma, empuñando una pistola. Iba directo a la mesa a matar a Younes. Le gritó: '¡Levántate!' Cuando se levantó, pegó un tiro al aire. En ese momento, Younes le cogió por el cuello y ese hombre le disparó dos veces: en la yugular y en el estómago. Nosotros empezamos a tirarle botellas y sillas para defender a Younes y a nosotros mismos porque también nos disparó. Al menos, pegó cinco tiros. No sé cómo no hubo más heridos.
EL ESPAÑOL ha accedido al vídeo que precedió a los disparos. Una cámara de seguridad del Puerto de Mazarrón filmó a Carlos, a las diez y ocho minutos de la noche del domingo, caminando con tranquilidad, hacia la Cafetería El Muelle, mientras sujetaba con la mano derecha una pistola del calibre nueve que usó para matar a Younes. "Una camarera me contó que ese tío estuvo toda la tarde en el local, iba borracho mientras decía: 'Hoy voy a liarla con los moros'", asegura Anouar.
Carlos, después de liarla a tiros con Younes, huyó a la carrera por la playa de Rihuete hasta que fue interceptado por cuatro policías locales. Este cincuentón madrileño, llegó a apuntar con su arma a los agentes antes de entregarse al verse rodeado.
Convocan una protesta este martes
Las circunstancias del asesinato de Younes, de 37 años, han soliviantado a los vecinos que este lunes insultaron y trataron de agredir a Carlos cuando fue conducido por la Guardia Civil a su domicilio, situado en los alrededores del Colegio Manuela Romero. "¡Asesino!", fue una de las expresiones más repetidas en la zona donde una turba vecinal rodeó a los coches patrulla y a los agentes desplegados.
La tensión se podía cortar: decenas de personas, en su mayoría marroquíes, se concentraron frente al bloque de pisos durante el registro del inmueble del detenido y algunos tiraron latas contra los coches patrulla, movieron contenedores, incluso se saltaron el cordón para tratar de pegar a Carlos. Todo ello con estos gritos de fondo: "¡Matarlo!", "¡Dónde está la Justicia!", "¡Así va España!"...
Los guardias civiles jugaron al despiste para evitar que la turba vecinal interceptase al asesino, cuando este saliese del bloque para meterse en un coche patrulla rumbo a los calabozos. "Han sacado de la casa dos escopetas, varias pistolas y un arpón", enumeraban un par de vecinas que aseguraban a este diario haber presenciado la jugada: "Unos agentes de paisano han sacado al asesino por la parte de atrás, menudo sin vergüenza, tenía más armas en su casa".
Este martes, a partir de las 20 horas, en el Puerto de Mazarrón, se ha convocado un acto en repulsa por la muerte de este ciudadano marroquí: 'Manifestación por el asesinato racista de Younes'. Los familiares han pedido que la protesta sea pacífica.
Una familia destrozada
Andrea está rota porque ha perdido al hombre con el que hace doce años rehizo su vida tras un matrimonio desastroso. "Le conocí en mi peor momento, me acababa de separar después de una relación difícil y regresé a casa de mis padres con mis dos hijos: Francisco Javier y Gloria". Esta sevillana, que es pura ternura, no quería más historias con los hombres, pero conoció a un chico marroquí por casualidad: "Yo solía ir con mis hijos al Parque de la Ermita y Younes jugaba al fútbol con mi hijo".
A partir de ahí surgieron las primeras conversaciones con este empleado de mantenimiento del Camping de Los Delfines. "Nos veíamos a diario en el parque, me contó que era de una ciudad marroquí, llamada Beni Melal, que llegó a España hace dos décadas, primero se instaló en Barcelona, luego en Valencia, al final acabó en Mazarrón...".
De las conversaciones pasaron a las citas donde apareció la chispa: "Quedábamos a dar un paseo o me acompañaba con mis hijos a los carruseles: todo fue muy natural entre nosotros, primero fuimos amigos". Tan solo les quedaba un peldaño en su relación: "Nos dimos cuenta de que a pesar de la dificultades, de que yo era española y él marroquí, estábamos hechos el uno para el otro".
Hace once años se hicieron pareja de hecho y se instalaron en un piso de alquiler en la calle Sanotel. "Al poco tiempo de vivir juntos me quedé embarazada de Ryan". En el pisito, al ser cinco, pasaron a estar más apretados, pero eso solo contribuyó a reforzar los lazos de Younes, Andrea, Ryan, de 9 años, Gloria, de 13 años, y Francisco Javier, de 16 años. "Él siempre trataba a los hijos de mi anterior matrimonio como si fuesen suyos". Prueba de ello es el mensaje que ha publicado Francisco Javier en su cuenta de Instagram:
'Gracias por todos estos años, gracias por todo lo que nos has dado a nosotros, gracias por cuidarnos como si hubieses sido nuestro padre, aunque no éramos de tu sangre. Espero que nos sigas cuidando desde el cielo, sobre todo, a Ryan, y a mi madre, que me da mucha pena. Espero que estés bien allí donde estés y que sepas que no me cansaré de decirte gracias por todo. Te quiero'.
En 2018, esta pareja de hecho, mezcla de culturas española y marroquí, dio un paso más en su relación comprándose una casita detrás del Parque Manuel Romera. El objetivo era disponer de más espacio para los cinco. "El pobre trabajaba en todo lo que le salía: alternaba empleos como pintor y como albañil". Andrea rompe a llorar al recordar que Younes se ocupó de reformar la casa, con sus propias manos. Este trágico suceso tiene una guinda cruel: la familia de la víctima y su pistolero, el madrileño Carlos, vivían en el mismo barrio, a menos de cien metros.
- Andrea, esto debo preguntárselo: ¿Younes y Carlos habían discutido en alguna ocasión como vecinos o mantenían algún tipo de rencilla que se saldó a tiros este domingo?
- No se conocían de nada. Nunca habían hablado y nunca habían discutido. No sabíamos quién era ese hombre hasta el domingo. Tengo una hipoteca de 350 euros al mes que no sé cómo voy a pagar y tres hijos a los que mantener porque ese asesino les ha dejado sin un padre. Esto es muy triste: ¿Ahora qué voy a hacer? Me he quedado sola, con una mano delante y otra detrás.