"Somos un comercio solidario. Antes Cris [Cris contra el cáncer]. Ahora son Fundación CIBI porque ayudan a más colectivos".
Así explicaban en sus redes sociales la Peluquería Deliart (Madrid) una foto de dos huchas. En la primera se puede leer 'Cris contra el cáncer', que es una conocida ONG oncológica. En la segunda pone Fundación CIBI. Ese es el nombre de la entidad que, según la policía catalana, ha estafado cerca de un millón de euros con las llamadas "huchas contra el cáncer infantil".
Un presunto timo del que hay afectados por toda España. El citado caso de la peluquería Deliart es ilustrativo, porque allí CIBI habría suplantado la identidad de otra ONG oncológica para completar la estafa. Quitaron la hucha de la entidad seria y pusieron la suya. "Llegaban diciendo que ahora las dos organizaciones eran una; que CIBI y Cris se habían unido para trabajar juntos y así llegar a más sitios", cuenta su propietaria a EL ESPAÑOL.
Pero no han sido los únicos, ni la suplantación ha sido el único sistema que han utilizado. Este periódico ha podido contactar con al menos 5 afectados de toda España. Comerciantes y asociaciones que se creyeron el cuento de la Fundación CIBI. Incautos que aceptaron colocar en sus tiendas las huchas vacías que les traían para recaudar dinero, y que luego se llevaban llenas.
En algunos casos, los portavoces de CIBI se presentaban como miembros de otra asociación. En otros, sacaban las huchas que ya había y colocaban las suyas. Hubo incluso alguna empresa que organizó actos a beneficio de CIBI. Ahora, la policía catalana ha detenido a N.C.O., la presidenta. Su hermano A.J.C.O., miembro del Patronato, se halla en paradero desconocido, presumiblemente en Israel.
Son ciudadanos venezolanos con residencia en Barcelona y raíces en Tel Aviv (Israel). Funcionan, explican fuentes policiales, como un clan. Cifran en unas 12.300 las huchas repartidas por toda España. Las colocaban en lo que llamaban "red de comercios solidarios": una lista de tiendas, asociaciones y hospitales que les dotaban de espacio para colocar las huchas. Además, promocionaban una cuenta corriente para microdonaciones y una cuota mensual. Casi todo el dinero fue desviado a sus bolsillos.
Hay casos localizados en Madrid, Fuenlabrada, Barcelona, Málaga, Zaragoza y en varios municipios guipuzcoanos, que fue donde dieron la primera voz de alarma. Muchos de los estafados se han enterado del timo hoy, por las noticias. Otros ni siquiera conocían la historia y la han conocido hoy de boca de EL ESPAÑOL. Unos y otros, tras el escándalo, nos explican su historia.
El principio del fin
Aitziber es una mujer de Azpeitia (Guipúzcoa) que regenta un comercio y está preocupada por el cáncer infantil. Ella fue la primera en dar la voz de alarma. Corría 2018 cuando los portavoces de CIBI, una presunta fundación oncológica con sede en Barcelona, se pusieron en contacto con ella. Querían colocar unas huchas recaudatorias cuyos fondos irían a parar a la lucha contra el cáncer infantil.
Aitziber fue la primera que sospechó. "Es una mujer muy concienciada con el tema oncológico, porque han tenido algún caso próximo. Por eso nos conoce bien", explica Nekane, una de las portavoces de Aspanogi (Asociación de familias de menores oncológicos de Gipuzkoa). La importancia de Aspanogi en esta historia es que ellos fueron los primeros en percatarse de las presuntas irregularidades y en hacer pública la presunta estafa.
"Según nos cuenta Aitziber, le mostraron una tarjeta con nuestro nombre, suplantándonos. No sabemos de dónde la sacaron, pero se presentaron así, diciendo que trabajábamos juntos y que ahora habíamos decidido poner unas huchas para recaudar dinero. Nosotros nunca hemos puesto una hucha en ningún sitio. Ella se extrañó y se puso en contacto con nosotros para explicarnos lo que estaba pasando".
"Como no teníamos pruebas suficientes para llevar el caso ante la justicia, decidimos denunciarlo públicamente. Subimos la advertencia a redes sociales y nos pusimos en contacto con el Diario Vasco para explicar nuestra historia", prosigue Nekane.
La respuesta que encontraron desde la Fundación CIBI fue desafiante: "Primero nos llamaron para pedirnos explicaciones por lo que estábamos publicando en redes. Después nos mandaron un correo amenazante, por medio de su bufete de abogados, en el que nos decían que quitásemos toda referencia a ellos. Tanto en redes sociales como en el Diario Vasco. Nunca quitamos aquella información, pero su denuncia tampoco llegó".
La Fundación CIBI tiene sede en L'Hospitalet del Llobregat y fue la División de Investigación Criminal adscrita a la Unitad Central de Blanqueo y Delitos Económicos de los Mossos d'Esquadra la que finalmente ha hecho caer al clan.
El gimnasio solidario
"¿Que CIBI es una estafa? Vamos no me jodas...". A Diego, propietario del gimnasio Box DB (Malasaña, Madrid) fue lo primero que le salió cuando nos pusimos en contacto con él para explicarle el caso CIBI. Porque si la tienda de Azpeitia antes referida sospechó, este gimnasio madrileño se los creyó. Su negocio ha colaborado económicamente con esta fundación que ahora está siendo investigada.
"Claro que pusimos huchas, pero no fue lo único. Nosotros llegamos incluso a montarle actos benéficos para recaudar fondos para ellos. Actividades deportivas con huchas, donde cada uno podía donar lo que quisiera. Pero además, nosotros como gimnasio, por cada persona que participase en las actividades, aportábamos una cantidad extra", cuenta.
Diego no acierta a valorar cuánto dinero le pudieron llegar a estafar. No nos puede contar mucho más, porque sigue en shock: "No lo sabía hasta que me has llamado. Nosotros estábamos muy convencidos de que era gente legal y hemos publicitado estos actos en nuestras redes sociales. Ahora lo que haré es hablar con mi socio en el gimnasio, que es la persona con la que contactaron, y a ver qué hacemos", nos despide.
Golosinas
Hablamos con Álvaro, un empresario madrileño que tiene, entre otros negocios, una imprenta en Fuenlabrada. Él también colaboró activamente con la Fundación CIBI. Tampoco sabía nada del caso hasta que recibió nuestra llamada. "No tenía ni idea. Si es que yo todavía tengo la hucha en mi negocio. En la imprenta hay una pequeña tienda y es allí donde la dejaban. El otro día estaba pensando en ellos, porque hace por lo menos 6 meses que no pasan a recogerla. Ni la hucha, ni el dispensador de golosinas".
Le preguntamos sobre esto último; conocido era el sistema de las huchas solidarias, pero no se sabía que la Fundación CIBI también contase con dispensadores de golosinas para recaudar dinero: "Fue lo último que trajeron: una máquina de estas que metes una moneda, giras una manivela y te sale un chicle. Me la dejaron allí la última vez que vinieron. En realidad ha sido peor, porque al llegar la máquina, la hucha quedó en un lugar menos visible. Habrá ahora 4 o 5 euros como máximo", responde.
Confiesa que no tenía ni idea del caso, que siempre creyó en la buena voluntad de la fundación. Que se pusieron en contacto con él para que les permitiese dejar la hucha y que no ha tenido mucho más contacto con ellos: "Venían, la dejaban y volvían al cabo de cierto tiempo. La última vez vino un hombre bajito y gordito, creo que era portugués, a recaudar. Él fue el que dejó el dispensador de golosinas", concluye.
No ha sido el único comercio afectado de Fuenlabrada. Hay al menos una farmacia que también consta en el grueso de los afectados. Álvaro cree que bastantes más: "Aquí en Fuenlabrada no hemos sido los únicos. Seguro. Yo he visto más huchas de CIBI por otras tiendas".
Farmacias y peluquerías
Arranca este reportaje con una publicación en redes sociales de la peluquería Deliart, de Madrid, Su propietaria nos atiende con el manos libres del teléfono, sin dejar de hacer su trabajo. Ella sí está al corriente de lo que ha pasado. En su caso, lo que hicieron desde CIBI fue llevarse la hucha que había puesto otra entidad contra el cáncer y colocar la suya.
La dueña sostiene que ya vio cosas raras en su momento: "Nosotros colaborábamos con la asociación Cris contra el cáncer. Un día llegaron de CIBI diciendo que ahora trabajaban juntos, que estaban colaborando y que ahora ellos pondrían las huchas. Yo me lo creí. Venían cada cierto tiempo con un carrito de la compra. Se llevaban la hucha llena y dejaban otra vacía". EL ESPAÑOL ha contactado con Cris contra el cáncer, donde desconocían la noticia y confirman que "nosotros en ningún caso hemos tenido nada que ver con esta gente".
La peluquera apunta además que "el que venía a recoger las huchas era un señor bajito y regordete, que hablaba con acento italiano". Podría ser el mismo que Álvaro identifica con un portugués. Dice también que hubo una especie de vuelco entre estafadores: "Un día aparecieron dos tipos a recoger la hucha. No era el italiano ni venían con carrito. Se llevaron la hucha y a los pocos días apareció el italiano preguntando por su hucha. Hubo ahí momentos de tensión porque creía que nos habíamos quedado el dinero nosotros".
También fue timado Marco Mocellin, el propietario de la Farmacia Segre de Barcelona: "Nosotros les dejábamos tener la hucha aquí, pero ahora nos hemos enterado de toda la verdad y hemos procedido a quitar todas las foto que teníamos de ellos en nuestras redes sociales. Las hemos sacado todas menos la de Instagram, que no sabemos por qué ni la podemos quitar".
Él, como el resto de afectados, no acaban de entender "cómo hay gente que pueda llegar a usar algo tan grave como el cáncer infantil para estafar dinero". De momento están a la espera de que concluyan la investigación, donde el hermano de la presidenta sigue desaparecido, probablemente en Israel.