“Es la primera vez que se gana en el Supremo un caso como este”, explica Juan Isidro Fernández, el abogado de Mercedes Estrada.“Hemos sentado jurisprudencia”, afirma exultante. El Alto Tribunal lo ha tenido tan claro que ha resuelto el recurso en 24 horas con el apoyo de la Fiscalía.
El caso, en el fondo, no es el de Mercedes, sino el de su nieta, y la defensa del derecho de su nieta, una niña de seis años, a estar con su familia biológica siempre que esto sea posible. Mercedes es, simplemente, una mujer de mediana edad de Chiclana de la Frontera (Cádiz). También es quien lo ha conseguido, en una batalla judicial de varios años y seis de separación.
Los derechos de su nieta los hizo valer ya antes de que naciera, cuando fue capaz de anteponerlos al amor que podía sentir por su propia hija. Ésta, durante el embarazo, continuó consumiendo drogas. Al enterarse, Mercedes no lo dudó: se lo comunicó a los médicos. No podía saberlo entonces, pero había puesto en marcha una maquinaria que las ha separado y que ha estado funcionando durante toda la vida de la pequeña. Pero paradójicamente, hacerlo también jugó a su favor para ganar la batalla judicial.
A los tres días de nacer, los Servicios Sociales de la Junta de Andalucía se llevaron a la niña y la entregaron a una familia de acogida en la provincia de Cádiz. Mercedes creyó enloquecer. Solicitó formalmente poder criarla, en régimen de acogida, y fue declarada como no idónea en 2016 por una resolución de la administración andaluza. Entre otros argumentos, la administración alegó que estaba separada o que era responsable de la drogadicción de su hija. “Una mala madre, vamos”.
En paralelo, la niña fue trasladada a Granada en régimen de preadopción. La abuela solicitó un régimen de visitas que le fue concedido en dos horas a la semana repartidos en dos días distintos. “Lo hicieron todo así para ponerme las máximas dificultades para que pudiera verla. Era imposible que pudiera ir dos días a Granada desde Cádiz. Lo que querían era aburrirme”, sostiene Mercedes, quien pidió que se unificaran las dos horas los viernes por la tarde.
600 kilómetros
Lo que nadie sabía es que Mercedes no sólo no se aburrió, sino que iba a ser capaz de coger su coche todos los viernes por la mañana, conduciendo 600 kilómetros, entre ida y vuelta, y se iba a plantar en el punto de encuentro para abrazar a su nieta Thalía. Lo ha hecho todos los viernes, año tras año, para crear, alimentar y fortalecer un vínculo afectivo que las uniera de por vida. Lo ha hecho todos los viernes, excepto durante el confinamiento, sin importar ni la climatología ni su propio trabajo, pues pidió un permiso especial que le fue concedido.
Pero además de incansable en cuanto a las visitas, la abuela coraje decidió pelear: presentó una demanda contra la resolución. La ganó en 2017 en primera instancia. Desde ese año es idónea para estar cuidando a su nieta. Tenía empleo, casa propia, y un ambiente igualmente idóneo para criar a una niña. El juez estimó, entre otros aspectos, el fuerte vínculo afectivo que la niña tenía con su abuela, forjado a fuerza de conducir miles de kilómetros para no perderla. También, el derecho superior de todo niño a estar, en la medida de lo posible, con su familia biológica, y en el esfuerzo que todas las administraciones públicas deben hacer para garantizarlo.
Mercedes ganó, pero lo único que logró fue seguir perdiendo años. En concreto, tres. Porque la Junta de Andalucía recurrió y su caso llegó tiempo después a la Audiencia Provincial de Cádiz. El Tribunal de nuevo le dio la razón y ratificó la primera sentencia en verano de 2020.
Pero tanto la Junta de Andalucía como la familia preadoptante presentaron sendos recursos. No querían que abuela y nieta estuvieran juntas. “Al final vamos al Supremo, Mercedes”, le dijo Juan Isidro, su abogado. Ha sido otro año más de separación.
En junio de 2021 el Alto Tribunal desestimó el recurso presentado por la familia preadoptante, ratificando por tercera vez e íntegramente la sentencia. Pero no se pronunció sobre el recurso presentado por la Junta de Andalucía. Lo ha hecho ahora, para rechazarlo. También lo ha rechazado la Fiscalía.
El tiempo transcurrido
Por el camino se quedan los sucesivos informes presentados por la administración para evitar dar cumplimiento a la sentencia. El último, emitido el 14 de junio de este año por la delegación territorial de Cádiz de la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación y aportado al Tribunal Supremo en este último recurso. En él, un psicólogo de Menores de la Junta reconoce que “por razones que no vienen al caso, el procedimiento judicial de oposición se ha prolongado por un periodo de más de 5 años y medio”. El informe alude a que el tiempo transcurrido -provocado por los sucesivos recursos de apelación- habría podido condicionar la situación de apego de la niña.
La sentencia del Supremo, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL es contundente ante la aportación de ese documento. “El recurso de casación no es una tercera instancia que permita revisar los hechos” y advierte que “esta Sala ha recordado que el recurso de casación debe examinar únicamente si en las decisiones relativas al interés del menor el Juez ha aplicado correctamente el principio de protección de dicho interés a la vista de los hechos probados en la sentencia que se recurre”.
“Como se dijo la audiencia, al confirmar la sentencia apelada, lo hace atendiendo a que es lo más beneficioso para la menor. De forma que la sentencia recurrida, conforme a la detallada exposición (…) no infringe la doctrina de esta sala, cuyo fallo descansa, como razón decisoria, en el interés superior de la menor. En consecuencia, el interés casacional alegado lo es meramente instrumental o artificioso”. La sentencia, ahora sí, ya es firme.
Juan Isidro Fernández ha lamentado la “lucha absurda” que ha emprendido la administración andaluza. “Han sido muchos años en los que se debería haber trabajado por la reinserción con su familia biológica, que es lo que dictaminan los Derechos del Niño”.
Mercedes hoy está conduciendo, pero no hacia Granada, sino hasta el juzgado de Cádiz. Va a pedirle la misma celeridad que ha tenido el Tribunal Supremo, que ha resuelto en un solo día. La niña tiene ya seis años, y Mercedes zanja: “Mi nieta no puede estar ni un día más sin mi porque no le pertenece y están vulnerando sus derechos”.