Hace más de 30 años, en su Sevilla natal, Juan Luis Manfredi (1977) era un crío de ocho o nueve años y fardaba con sus amigos de pasaporte. El suyo tenía un sello especial “con el águila calva” que le permitía viajar a EEUU como hijo de un empleado del consulado. Allí trabajaba su padre. Eran los 80, los tiempos de Felipe González y EEUU se movía para que España entrara en la OTAN.
Juan Luis Manfredi padre, periodista y doctor en Historia de América, estaba en nómina de la USIA, la United States Information Agency. ¿Su trabajo? Crear un clima de opinión favorable a EEUU y estrechar lazos en el ámbito universitario y cultural. A través de una agencia pública, reiteran en la familia, ya que corre por Sevilla el rumor de que también era agente de la CIA. El padre ni confirma ni desmiente. El hijo tampoco: “Si lo niega es peor, si lo afirma es peor”, nos dice.
Manfredi niño nunca usó aquel visado -viajaría por primera vez a EEUU en 2008-, pero de aquellos tiempos le quedó el interés por el país, su política y su cultura. Diferentes personalidades pasaban por su casa, con el inglés casi en el ADN -su madre es profesora de este idioma- y llena de libros sobre historia americana. Aunque él, discreto, asegura que no recuerda nombres.
Hoy, ya por méritos propios, Juan Luis Manfredi, doctor en Comunicación por la Universidad de Sevilla, profesor titular de Periodismo en la Universidad de Castilla-La Mancha y experto en Diplomacia Pública, está pendiente de un nuevo visado a EEUU: el mes que viene ocupará la Cátedra Príncipe de Asturias en la Universidad de Georgetown, Washington. La plaza, que funciona como una especie de embajada universitaria, se creó tras el paso del actual rey, Felipe VI -que le ha recibido en la Casa Real tras conocerse su selección- con un convenio con Endesa, la Universidad y el Gobierno de España.
No es para siempre
Georgetown es la Universidad católica más antigua de EEUU y pertenece a los jesuitas. Una “atalaya privilegiada”, en palabras del propio profesor, que se muestra muy satisfecho de este nuevo paso en su carrera. Por Georgetown suelen pasar todos los presidentes y primeros ministros mundiales. Manfredi -seleccionado entre 11 candidatos- estará allí un año, prorrogable a tres. Y en principio es un máximo, porque asegura “le ha prometido a sus compañeros de la Universidad de Castilla-La Mancha que vuelve”. En su estancia en Washington, además de la docencia y la investigación universitaria, tiene encargado un papel esencial: que nuestro país se conozca mejor en USA.
Mientras prepara las maletas, nos cuenta que quiere lograr “que la voz de España se escuche más en las relaciones trasatlánticas, y sobre todo en los grandes temas actuales: del cambio climático a las migraciones, incluso el futuro de la Unión Europea”. Repasamos con él sus planes y cómo están las relaciones EEUU-España y su nuevo e inminente papel al otro lado del Atlántico.
-Con Pedro Sánchez recién aterrizado de vuelta, la primera pregunta, obligada: del 1 al 10, ¿cuánto se está escuchando la voz de España en EEUU?
-Creo que es mejorable. Somos un socio fiable, sólido. Pero tendríamos que dar un saltito más para ser líderes en determinadas áreas, para aprovechar nuestra posición estratégica, nuestra historia… Le pondría un 6 y deberíamos aspirar a un 8. En cualquier caso, anticipo que habrá mejores relaciones políticas a partir del otoño, sobre todo por la cumbre de la OTAN [Madrid 2022]. Hay que prepararla y eso mejorará las relaciones en muy corto plazo.
-Mejorar las relaciones con EEUU, ¿justo lo que ha intentado Pedro Sánchez?
-El presidente ha ido a captar inversiones. España tiene ahora unos 13.000 millones de euros de los fondos europeos y necesitamos proyectos, ideas, socios… El modelo de visita me parece oportuno para este momento: estreno de las oficinas del ICEX en Nueva York, para cultivar nuestra reputación financiera. Visita a San Francisco por nuestras propuestas de digitalización a futuro. Y visita a Los Ángeles para lanzar España como hub [núcleo, centro de distribución] audiovisual.
Para Juan Luis Manfredi, y no es guasa tras una visita en la que han llamado Superman a Pedro Sánchez, hay que explotar mucho más el potencial español en el sector del cine y las series, incluyendo producción y distribución. Más allá del mero plató de cine por nuestra combinación de paisajes y escenarios. “Convertir España en un sitio al que los productores vengan a negociar, a vender, a exportar”, señala. Y destaca el papel del español como lengua extranjera, lo que abre la puerta al mercado con América Latina. También, dice, “que somos un país bastante creativo, con buenos directores y buenos guionistas”.
Su proyecto universitario es también “un proyecto familiar”. Se van todos. Su mujer, incluso ha dejado el trabajo. Tienen tres hijos, la mayor de 12. Con ella ya ha habido que negociar algunos términos de la mudanza, reconoce. Entre los puntos fuertes del cambio de vida, “el ambiente deportivo en la educación en EEUU”. Y, ¿que pueden aportar los Manfredi a su nuevo destino? Son unos grandes cocineros, asegura el padre. Y el día que se pongan el delantal y tengan que hacer de anfitriones, dice, le gustaría sorprender con unos garbanzos con espinacas o un pisto.
Libertad de expresión
Lo hará quizá cuando organice conferencias y encuentros, que es uno de los encargos que lleva de España. Ya tiene temas pensados. La tecnología: “¿Si dependemos del software americano y del Hardware chino, ¿dónde se queda Europa? Y la libertad de expresión en el mundo: “Creo que tiene bastantes problemas, cada país en su nivel, en rango. En México cada día matan uno o dos periodistas. No pasa en todos los países, pero en otros hay censura, en otros tenemos autocensura. No estamos en nuestro mejor momento.
-España, ¿ha ido hacia delante o hacia atrás?
-Hacia atrás de una forma espectacular, pero cuando las libertades no avanzan, retroceden… Hay determinadas partes que habrá que quitar porque no están en la vanguardia de la Libertad de expresión. En un mundo digital no hay que tener miedo a determinadas cosas. Yo digo siempre que el mal gusto no es delito, el mal gusto es mal gusto. Que no te guste una canción o un tuit no atenta contra la libertad de expresión atenta contra el mal gusto, pero ese es otro debate.
Pero todavía no tienen ningún evento social planificado. Instalarse, recuerda, ya llevará lo suyo. “Esto forma parte de la aventura, como decía el poema, que el camino a Ítaca también sea parte de la aventura”. Lo que sí está claro son las asignaturas que va a impartir. Ambas sobre Diplomacia Pública. Todo análisis del mundo en el que vivimos.
Diplomacia de la nostalgia
Sus clases hablarán del estado de la diplomacia actual. Una revisión de la idea clásica. Y aquí destaca un concepto que llama ‘Diplomacia de la nostalgia’: “Viene a explicar cómo los países utilizan la Historia para promover sus intereses económicos”. La acción política y diplomática de Turquía, de Irán de Rusia e incluso de Brasil. Vemos la recuperación de un discurso del estilo ‘nosotros fuimos un gran país y volveremos a serlo’. El caso de manual es el Brexit, donde se ve una reminiscencia imperial bastante fuera de sitio, bastante desubicada, pero el lenguaje es éste: el Reino Unido, la potencia marítima… Todo esto como argumento para justificar decisiones políticas contemporánea tengan vinculación o no la tengan, que eso ya es otro cantar.
-Esto en España no nos pasa. Muestro pasado imperial no es precisamente querido por todos.
-No, nosotros tenemos no sé si llamarlo complejos sobre nuestra situación en la Historia. Hubo una España imperial. Pero ni ésta es heredera de aquella, ni las formas del siglo XV y XVI son las formas de hacer política hoy. Otros países recurren a metáforas del pasado con bastante más soltura que nosotros.
-¿Cómo se explicaría eso? ¿Por qué ‘Spain is different’?
-Yo creo que hay varios argumentos. La historia política de España ha ido jalonada en distintas etapas por cambios políticos bastante violentos y no hemos sido capaces de encontrar un tronco común en el que estemos todos satisfechos. Recuerdo un libro, El secreto de España, en Taurus, sobre la tremenda herencia intelectual que tiene España que a veces no hemos sabido mirar o querer. El autor era Juan Marichal, un catedrático de Harvard y analizaba esa posición de España, por qué no éramos capaces de conocer mejor nuestra historia y de sentirnos orgullosos de figuras tan relevantes como Jovellanos, Azaña, Unamuno... Cada uno en su estilo por supuesto. La Constitución de 1812... Tendríamos muchos hitos en los que apoyar un discurso, pero bueno, nos parece que no está bien…
Su segunda asignatura habla de ‘Desglobalización y Diplomacia Pública’. Y caben en ella desde “el declive del comercio global, en el auge de los populismos, de los nacionalismos, las noticias falsas”. Tensiones, dice, que “reflejan un proceso de desglobalización tienen efecto en la Diplomacia Pública”.
Primero, el concepto: “La diplomacia pública es la política pública que gestiona y administra los intereses de un país con el ánimo de influir en una audiencia extranjera. Puede ser lengua, cultura, patrimonio, ciencia…” Es su especialidad “al 100%”. Entre los cambios habla de nuevos liderazgos políticos, de “impulsos anti-diplomáticos” y de la “diplomacia de la impaciencia”.
¿Un ejemplo? “Si ahora todo se tuitea es muy difícil hacer un análisis tranquilo de lo que está pasando. Si para discutir de la crisis de Ceuta es más importante estar en Twitter que hacer una llamada discreta, pues eso tiene efectos. No digo que los efectos sean buenos o malos, pero son efectos”.
Por eso, señala, antes la diplomacia era mucho más discreta y ahora es más pública. “Se hace en público y con el público”. Y se suman a ellas las noticias falsas. “Si ahora nuestros aliados se dedican a mentir, es muy difícil saber la verdad. ¿Quiénes mienten? Mienten todos. No terminamos de saber el origen de la pandemia. N o tenemos muy claro cómo y dónde ha empezado. Es muy difícil tener información de calidad si no confiamos unos en otros”, concluye.
Líderes pop: Soraya e Iglesias
“Otro de esos conceptos fuertes que tenemos”, continúa el profesor, y nos sentimos en una clase de su materia, “sería la idea de los hiper líderes”. Así los llama él. Otra compañera, Adriana Amado, nos cuenta, prefiere etiquetarlos como “líderes pop”. Son esos políticos “que están permanente en la televisión, tuiteando, actuando… “.
-Diga nombres…
-Para entendernos, te recorro todo el arco: las recurrentes visitas de nuestros líderes a ‘El Hormiguero’, a bailar, a demostrar sus dotes… Y ahí tienes a Soraya Sáenz de Santa María bailando. A Pablo Iglesias tocando la guitarra. Es un modelo de comunicación política muy parecida a la de una estrella pop. En Argentina lo hace López Obrador con videoconferencias desde su casa como si fuera un youtuber.
Las nuevas formas de comunicar, las nuevas formas de hacer diplomacia… Más de 30 años después de que su padre trabajara en Sevilla para EEUU, el profesor Manfredi, de alguna manera, se va hacer lo mismo, pero al revés.
-¿Qué consejo le ha dado su padre para su aventura en Washington?
-Que esté con los ojos abiertos y que escuche. No tengo que convencer a nadie, sino escuchar, respetar y entender. Y se aprende mucho escuchando.
Y nos quedamos con la duda, ¿será un consejo de espía?
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