Así se compra en un 'supermercado fantasma': sin dependientes ni control de bebidas alcohólicas
EL ESPAÑOL accede a Ghop, el primer 'súper' de España sin empleados en la caja o el local, para calibrar la experiencia. Hay luces y sombras.
30 julio, 2021 03:04Noticias relacionadas
Entra, coge y vete. Es el lema de Ghop, el primer supermercado de España que no tiene empleados en las cajas. Una suerte de tienda fantasma de unos 15 metros cuadrados a la que el consumidor accede usando el móvil. Una vez dentro, el cliente selecciona los productos que necesite llevar. Y, como si fuera un autoservicio, uno mismo paga los artículos en la caja y se va. De no hacerlo, la puerta del local no se abrirá. Este modelo de súper inteligente es similar al de Amazon Go, aunque según han explicado a este diario los creadores, no se basaron en ese modelo de negocio.
En todo caso, EL ESPAÑOL ha querido visitar el primer supermercado fantasma que se ha abierto en España para vivir y contar la experiencia, de la cual podemos sacar luces y sombras. En este sentido, en un caluroso día de verano, este diario se ha trasladado hasta el centro comercial Moraleja Green, situado en Alcobendas, un municipio al norte de Madrid. Allí, los jóvenes emprendedores e ingenieros industriales Juan de Haro (25 años), Víctor de Haro (23) y Lino Monteagudo (25) han querido abrir el primer Ghop de los ocho que tienen proyectados poner en pie hasta final año.
Cuando este periódico llega, lo primero que le sorprende es que no es una tienda con un local al uso. Realmente, es el contenedor de un tráiler que ha sido colocado en un espacio del jardín del centro comercial Moraleja de Green. Desde ahí, de hecho, se avista la parte de atrás de la sede central de Telefónica en Madrid. “Pero este espacio es piloto y lo trasladaremos. A partir de septiembre, empezaremos a abrir locales”, explica a este medio Víctor de Haro, el hermano menor de los emprendedores, quien se había percatado a través de las cámaras de seguridad de la tienda de la presidencia de este diario.
Pero antes de que llegara, este medio saca uno de sus móviles y escanea el código QR que está en la puerta de la tienda. Ese código nos redirige a una web en la que le piden al usuario nombres y apellidos y un correo electrónico. Y, voilà, la puerta de cristal se abre para que podamos acceder al lugar. Pese a ello, el primer fallo que detectamos es que nos podríamos haber inventado nuestra identidad y correo electrónico, pudiendo haber entrado igualmente en Ghop sin que la empresa supiera quiénes somos en realidad.
“Es algo que solucionaremos cuando abramos bien las tiendas en septiembre. No será tan fácil entrar y el registro será más minucioso. Se necesitará confirmación desde el e-mail o vía SMS para que nuestra base de datos tenga controlada a la persona que accede al local”, puntualiza Víctor. Pero, de momento, ya le decimos, es muy fácil entrar con una identidad falsa, lo cual genera otros problemas como, por ejemplo, que un menor pueda comprar el alcohol que está a la venta sin ningún tipo de control. “Eso cambiará”, insiste Víctor.
Comprando alcohol sin control
Una vez en el interior del supermercado, damos una pequeña vuelta por el espacio de 15 metros cuadrados y observamos los productos que se venden. Hay frutos secos, galletas, huevos, refrescos, agua, jabón… y varios otros productos de primera necesidad. Observamos, además, que los precios tampoco son desorbitados y es lo que le puede costar al consumidor en cualquier otro lineal tradicional. “Ponemos los PVP recomendados por los fabricantes y no los encarecemos”, explica Víctor, uno de los dueños de Ghop a este diario después de que compráramos.
Sin embargo, nos llama la atención la escasez de algunos productos básicos como la leche o el pan, algo que según Víctor, “también cambiará en septiembre, porque, de momento, los productos que hay a la venta son los que han usado a Ghop como escaparate para su venta”. “Los seguiremos vendiendo, pero en nuestra oferta habrá 200 referencias, incluyendo los productos de primera necesidad”, añade el emprendedor.
Y en esta oferta también hay botellas de alcohol de todas las clases y tamaños. Por ejemplo, hay ginebra Tanqueray, whisky JB, whisky Black Label o, la referencia más cara de toda la tienda, un whisky Blue Label, cuyo precio asciende a los 225 euros. De hecho, este periódico se decanta por comprar una botellita de 20 centilitros de whisky Red Label, que nos cuesta 4,99 euros y una botella pequeña de agua Solán de Cabras que nos vale un euro.
Nuestra sorpresa es que a la hora de pagar el pequeño whisky, ni siquiera la caja inteligente nos pregunta si somos mayores de edad o no. Los periodistas de este medio podríamos haber tenido 16 años y haber comprado tranquilamente esta bebida alcohólica —o cualquier otra— sin ningún tipo de control. “Con el registro más sofisticado que aplicaremos en septiembre, también habrá un control en la edad de cara a la venta de estos productos”, esgrime Víctor, tras interceptar a este medio después de hacer la compra. De momento, comprar alcohol para un menor es una tarea simple en un supermercado fantasma.
¿Y si fuese un ladrón?
Pese a todo, cabe destacar que la experiencia de compra es muy cómoda y, probablemente, este modelo de negocio ha llegado al mundo y a España —a través de Ghop— para revolucionar el modelo de negocio de los supermercados. Además, un punto positivo es que, al no precisar de cajeros, puede estar abierto las 24 horas al día durante los siete días de la semana, salvando al consumidor en muchas ocasiones.
Eso no quita, claro está, que los emprendedores aún tengan que darle algunas vueltas de tuerca a Ghop. Imaginemos, en este sentido, que este diario accede al local usando un correo electrónico falso —algo que de momento se puede hacer— y que, además, tiene malas intenciones y quiere llevarse sin pagar algún producto. En la teoría, no se puede hacer porque si uno no paga, no se abre la puerta del supermercado para poder salir.
En la práctica, sin embargo, podríamos haber pagado la botella de agua de un euro y haber robado el whisky que hemos comprado de 4,99 euros —o el Blue Label de 225 euros—, pues la puerta se ha abierto y ha tardado 16 segundos de reloj en cerrarse. Es decir, hubiese dado tiempo a los cacos a llevarse algo, pudiendo reventar esta buena idea de negocio.
Preguntado al respecto, el emprendedor Víctor también ha puntualizado: “En primer lugar, las tiendas tienen cámaras y, tras ellas, habrá una persona controlando. Y, además, cuando el cliente tenga que registrarse para acceder, tendremos sus datos, de modo que si comprobamos que ha robado, podremos denunciarle e impedirle que en el futuro pueda volver a entrar en Ghop”.
Sin duda, los tres emprendedores han ejecutado una buena idea, pero de momento, la prueba piloto, aparte luces —sencillez, rapidez, horario—, también ha tenido alguna que otra sombra que este diario ha comprado por sí mismo. Unas carencias que, según Víctor de Haro, uno de los jóvenes empresarios, ya están detectadas y se corregirán de cara a la apertura en septiembre de las múltiples sedes de Ghop por todo el territorio nacional.
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