Cuenta Persia Zurita, alumna de secundaria del Instituto Público Wakefield, en Arlington (Washington, EEUU), que hace unos años tuvo la suerte de tener a una profesora de Biología brillante; la persona más inteligente que había conocido hasta entonces.
Una genia a la que podía preguntarle cualquier cosa, sabiendo que siempre tendría la respuesta correcta; una docente, dice, que despertó su pasión latente por las ciencias, que antes detestaba, y sacó todo su potencial; y también una madre en el centro con la que siempre podía contar si tenía un problema. Alguien que, en definitiva, la había hecho muy feliz; y sin duda merecía recibir el premio a la mejor profesora del año en Estados Unidos.
Y sucedió. Ana Muñoz González (Badajoz, 1980), la profesora de Biología y Química de Persia y de decenas de alumnos que también escribieron sobre sus increíbles cualidades en clase para su candidatura, ganaba el National Secondary Teacher of the year, el premio a la profesora de secundaria nacional del año. Y no solo eso, sino que se convertía en la primera española en conseguir este galardón, conocido entre el profesorado estadounidense como el Óscar de la Educación.
"Ha sido todo un honor, estoy muy contenta, aunque lo mejor de todo esto ha sido leer lo que escribieron mis alumnos; se me caían los lagrimones, de verdad", cuenta emocionada esta docente, en una entrevista con EL ESPAÑOL.
Lo más curioso de su victoria es que esta pacense nunca imaginó que acabaría dedicándose a la enseñanza, y aún así ha terminado por convertirse en la mejor. Estudió Ciencias Ambientales en la Universidad de Extremadura, cursó después el doctorado, terminó su tesis en Microbiología y se lanzó al mundo de la investigación científica en distintos ámbitos; hasta que un día el destino quiso que aterrizase en el Wakegield High School, un centro de referencia de la administración de Obama, para ser la primera profesora de Química y Biología en castellano.
Ser la única docente (y científica) que imparte estas materias en ese idioma en todo el país americano ha sido, precisamente, una de las razones, entre otras muchas, por la que el jurado ha decidido otorgarle este premio. El centro público en el que trabaja pertenece a uno de los 2.300 programas de inmersión linguística que hay en EEUU. En su caso, los alumnos estudian en español, pero en otros centros de este mismo plan se enseña en idiomas como el francés, el chino o el japonés. La cuestión es que cada curso este programa bilingüe reconoce al mejor profesor. Y este año, la elegida entre los miles que han representado a cada centro, ha sido Ana Muñoz.
Su filosofía en clase
El proceso es el siguiente. Cada centro escolar nomina a un maestro y debe elaborar un portfolio con cartas de recomendación de los alumnos —como la de Persia—, de sus compañeros de trabajo y escribir un ensayo sobre la trayectoria del profesor y el impacto que ha tenido sobre la educación. Después, un jurado analiza las candidaturas y da el premio a nivel nacional. "Nunca imaginé que lo ganaría, menos aún llevando solo cinco años dando clase; en el centro, sin embargo, estaban muy seguros de ello. Estoy muy contenta y mi familia también. Mi hija me dice: 'Pero mamá, ¿has ganado el premio de todo EEUU? Es muy fuerte, eh", cuenta, riendo, esta científica.
Además de ser una pionera en la enseñanza de estas dos materias en castellano, lo cierto es que el éxito de esta pacense radica en su forma de dar clase, y sobre todo de enseñar. "Mi filosofía en el aula es que nadie se quede atrás, que cuando vengan a mi clase sean científicos, que tengan un pensamiento científico y analicen todo lo que esté a su alrededor. Si alguno de los alumnos me dice el primer día: a mi las ciencias no me gustan. A ese es al que dirijo la clase; si consigo que se interese él, el resto también", explica Muñoz.
Sus clases, como imaginarán, no son nada convencionales. Esta docente las divide en partes y es más bien poco el tiempo en el que habla o da lecciones a los alumnos. Plantea preguntas continuamente y deja que los alumnos se las apañen para averiguar las respuestas, casi siempre echando mano del laboratorio. "Hacemos muchos experimentos, yo soy mucho de improvisar en las clases. Al final, la ciencia es así, investigar empíricamente las cosas que te planteas", alecciona.
De este modo, en clase de Biología y Química, los alumnos de Ana han tenido la posibilidad de hacer experimentos, por ejemplo, de edición genética, más conocido como el copia y pega del ADN [introdujeron el gen de una medusa fluorescente en levadura y crearon una harina fluorescente] o de asistir a charlas de científicos que investigaban sobre la vacuna contra el coronavirus.
Esta docente recuerda cómo le fue inevitable emocionarse al ver que sus alumnos preguntaban las dudas que les surgían sobre las vacunas a los propios científicos de la Escuela Icahn de Medicina del Monte Sinaí, en Nueva York. "Para mí ha sido esencial enseñarles cómo funciona el virus y lo importantes que son las vacunas para que lo puedan trasladar en su casas, aquí hay un gran porcentaje de negacionistas. Muchos estudiantes son hispanos procentes de familias que no han ido al colegio. Uno de los mayores piropos que me han hecho fue el de un alumno que me contó que, tras las clases, él les enseñaba a sus padres todo lo que no habían podido aprender en la escuela".
Del laboratorio al colegio
Otro de los motivos por los que, según el jurado, Ana Muñoz se ha convertido en la mejor profe del año es su trayectoria académica. Su salto de las ciencias a la educación. "Hay pocos profesores que sean científicos y aún menos que lo enseñen en mi idioma", sostiene. No obstante, esta docente apunta que no centra sus clases en el castellano, sino que diseña estrategias para que entiendan la clase más allá del idioma. "Se tienen que comunicar conmigo en español, pero siempre a través de la ciencia".
Lo cierto es que la llegada de esta extremeña a la enseñanza fue de pura casualidad. Pues desde que comenzó sus estudios, estuvo centrada en la investigación. Tras terminar su tesis en la Universidad de Extremadura, se marchó a hacer un posdoctorado en la Universidad de Minnesota y estuvo trabajando en el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). Después, regresó a Sevilla para trabajar en Abengoa, donde estuvo investigando sobre la producción sostenible de bioetanol, combustible obtenido a partir de materia vegetal.
A los tres años, un oportunidad laboral de su marido la llevó de nuevo a EEUU. Y fue, cuando tras ser madre por segunda vez, asentada en Arlington, dejó la investigación a un lado y buscó un trabajo que le permitiese estar más tiempo con sus hijos. "Vi que había una plaza para enseñar Biología en español y allí que fui". Cinco años después, es la mejor profesora de América y una de nuestras más brillantes científicas.
Neurociencia
—P. ¿Echa de menos la investigación?
—R. A mi la investigación me encanta y lo cierto es que sigo haciéndola. Ahora estoy escribiendo sobre neuroeducación, que combina la parte científica y docente. Me interesa saber cómo aprende el cerebro para hacer las clases más eficientes. Y además la pongo en práctica constantemente en mis clases con los alumnos, haciendo muchísimos experimentos.
—P. ¿Se plantea volver?
—R. Mientras los niños sean pequeños, seguiré dando clase. Cuando sean mayores, sí me lo planteo. Me encantaría seguir investigando y en concreto sobre las vacunas de ARN. En este último año se ha avanzado mucho en esto y me gustaría engancharme.
Aunque esta claro que, de alguna manera, esta pacense estaba destinada a ser profesora en algún momento, el comienzo no fue fácil. Pasar de una laborario, un lugar solitario y silencioso, a una clase de instituto, llena de jóvenes y barullo, fue todo un shock para Ana Muñoz. "Yo soy una persona tímida, al principio impresiona mucho, pero después me sentí inspirada por mis compañeros. Me permitían entrar en clase de otros profesores y aprendí muchísimo. Ves las técnicas que funcionan, las que no... Tuve la oportunidad de abrir los ojos absolutamente para saber cómo enseñar, fue maravilloso", apunta esta extremeña.
También perdió su tímidez fundando junto a otros compañeros la Asociación de españoles científicos de Estados Unidos (ECUSA). Una plataforma a través de cual imparten charlas científicas en español, a las que asisten en muchas ocasiones los alumnos de Ana, y hacen extensivo su trabajo a toda la población hispana.
— Como profesora, ¿qué es lo primero que cambiaría en la educación española?
— Hacerla más práctica, más aplicada. Nos perdemos mucho en la teoría. Los profesores deben dar un enfoque más práctico, es la parte bonita de la enseñanza. Si no lo hacen, los chicos se frustan.