España tiene un problema con la Educación. Esa es la deducción a la que llegaría cualquiera visto lo que ocurre en el país. Lejos de ránkings, clasificaciones o exámenes puntuales, España parece tenerlo por la asiduidad con la que modifica sus leyes educativas. En las últimas cuatro décadas se han aprobado un total de ocho. De la Loece a la Lomloe. ¿Es necesario? ¿Tenemos un problema tan grave con la educación como para estar haciendo y deshaciendo a cada momento? ¿Y, por cierto, cómo modifica lo escrito en el BOE lo que ocurre dentro de las aulas?
La Lomloe o 'ley Celaá' es la última de las leyes educativas que ha entrado en vigor. Su propio nombre lo indica: Ley Orgánica de Mejora de la Ley Orgánica de Educación, valga la redundancia. Ha estado en el centro de la polémica por muchos motivos: desde las quejas de los colegios concertados y privados a la última, por la inclusión en el último borrador educativo de unas Matemáticas con sentidos socioemocionales y perspectiva de género.
Sin embargo, una cosa es lo que se escribe en el BOE y otra es lo que ocurre en el aula. Ya saben que no hay camino, que se hace al andar. Y los que forman el sendero a diario son los profesores y los alumnos, mano a mano.
De ahí que EL ESPAÑOL contactara con un profesor que hubiera tenido la oportunidad de trabajar con todas las leyes educativas habidas hasta el momento. El objetivo es conocer la experiencia de los docentes dentro de las aulas, que comente qué le faltan a las leyes educativas, qué sendero se debería marcar y en qué modifica su trabajo y el de los alumnos lo escrito en el BOE. Nos cuenta su experiencia Pedro Jesús Rubal, también conocido como Suso, profesor desde 1980 y hasta junio del año pasado en el Colegio Obradoiro de A Coruña, con cargo de director técnico, un puesto similar al de jefe de estudios.
Demasiadas leyes
La conversación con el profesor Rubal, de Matemáticas, versa al principio sobre cómo los niños han cambiado en todo este tiempo. Contesta tranquilo, reflexivo. Siempre haciendo hincapié en que sus respuestas se basan en una experiencia personal.
"La Educación ha cambiado muchísimo en los últimos años. Quizás más veces de las que debiera, pero eso viene dado por los cambios sociales. No es lo misma vida hace 40 años que ahora y, por lo tanto, hay que hacer cambios. El problema es que los cambios que se hacen son demasiados radicales", arranca el profesor.
Rubal entra a analizar la enseñanza. Señala como principal problema la politización de la Educación. "No se ha pensado en lo que necesitan los alumnos en sus distintos momentos. Como no se piensa en eso, sino en que yo no he votado tu ley y la cambiaré", arguye.
"Yo no estoy en contra de la política —prosigue Rubal—, pero la Educación es fundamental y no estamos dando ejemplo a las generaciones que estamos formando con todos estos cambios".
La comparación, siempre odiosa, es con los estamentos de otros países: "Las leyes en otros países son muchos más estables. Tengo alumnos que han estado en tres leyes distintas y eso al final crea inseguridad".
—Desde su experiencia, ¿qué cambia una ley educativa dentro del aula? ¿Cómo se notan esos cambios que introducen?
—Los cambios en el aula quizás hasta se noten menos. Los que tienen que luchar todos los días con la ley, los profesores, no es que no se adapten, es que si lo hacen tienen que estar cambiando constantemente. Sobre todo cuando tienes un mes para poder cambiarlo. Es imposible poder adaptarlo todo de golpe. Entonces los cambios son progresivos. Y al final saben que van a tener que cambiar en unos pocos años....
—¿Y para los alumnos, qué modifica?
—Los alumnos lo notan menos, porque se trata de que toquen menos este tipo de asuntos. Hay variación de contenidos y asignaturas, claro, pero las leyes deben estar para cambiar la estructura de la educación. La Logse lo hizo por ejemplo. Pero no deberían ser para entrar en el contenido.
"El alumno siempre queda un poco en segundo plano", dice Rubal más adelante. La charla continúa por los mismos derroteros. Se debería llegar a un acuerdo para estabilizar un poco más la Educación, porque si no al final los profesores se vuelven locos cambiando contenidos y dinámicas en un mes, como destaca Rubal.
La Ley más certera en España
Mientras el profesor habla de su experiencia en el aula, deja claro que hay leyes Educativas que sí son importantes. Otras sólo modifican aspectos casi secundarios. Por eso piensa que la Logse ha sido la única norma que ha modificado en síntesis lo que ocurría dentro del aula.
—La Logse ha sido la única que se puede salvar. Los demás cambios han sido meter asignaturas, nuevos contenidos y tal. Eso que a lo mejor empieza pues con una ley a los 4 o 5 años se termina. Y eso es muy dañino. La Logse se necesitaba porque suponía un cambio para la enseñanza en general.
La Ley Orgánica General del Sistema Educativo (Logse) se aprobó en 1990. Fue promulgada por el gobierno socialista de Felipe González y sustituyó a la Ley General de Educación de 1970. Antes se habían promulgado tres cambios legislativos en Educación con la Loece, 1980 (Ley Orgánica Reguladora del Estatuto de Centros Escolares) y la Lode, 1985 (Ley Orgánica del Derecho a la Educación).
Rubal señala a la Logse como el gran cambio de paradigma en España. Sin embargo, no guarda tan buen recuerdo de otras, como la conocida Ley Wert (la Lomce). "Introducir reválidas, pruebas y tal... La experiencia mía en Galicia es que algunas de esas pruebas no se llegaron a realizar".
La Ley Celaá a juicio
—¿Qué opinión le merece la Ley Celaá o Lomloe?
—Como te dije, la tengo un poco olvidada porque no la iba a tocar —se jubiló el año pasado—, pero me temo que sigue la misma pauta que las demás. No tiene consenso, así que cuando haya otra administración volveremos a lo mismo: un cambio. No merece la pena entrar a discutir. Entre que empiezas a adaptar las cosas y tal, la vuelven a cambiar. Como no tengamos consenso…
Como nota positiva de este último cambio, destaca que "la estructura de la Logse se mantiene. Eso es positivo, porque funciona, lo tienen asimilado… El único problema que surge es cuando se pretende modificar el motivo ideológico de las asignaturas. Que cambiará…".
A lo que se refiere el profesor es a la introducción y supresión de asignaturas. "A mí una de las cosas que me traía más de cabeza, es cuando Religión entraba en la media. A este sí este año, a este no tales. Lo único que crea es el desconcierto de los alumnos. ¿La Religión no decíamos que contaba? Hablo de la Religión como podía hablar de la asignatura, para que se me entienda".
—Volviendo a la polémica. El otro día me comentaba un pedagogo que el revuelo formado en torno a las matemáticas socioemocionales y con perspectiva de género era 'irreal', que ya estaba solucionado en el aula. ¿Qué les falta a las leyes educativas para adaptarse a la realidad?
—Mi experiencia es que las alumnas son mucho mejores en Matemáticas que ellos. Ese es un cambio que está fuera de la realidad. Yo creo que a las leyes lo que les falta es un poco de sentido común. Imagínate un médico, un ingeniero o un científico que se dejara llevar por cuestiones ideológicas en su trabajo. ¿Cómo funcionaría todo? Pero como aquí son los alumnos los que cargan, pues nadie dice nada. Si eso se hiciera en otras áreas sociales, se hace fuera de sentido. En la enseñanza se le decía eso y no se debería distorsionar cosas.
El profesor no corta ahí su respuesta. Insiste en que a las leyes les falta "sentido de la realidad". "Se hacen cosas que no son necesarias y que no aportan nada a los alumnos y se les priva de otras cosas interesantes".
"Habría que discutir lo que va a pasar y lo que es posible que pase. Habría que discutir qué va a pasar en 15 años, que es cuando estarán en el mundo del trabajo", aduce antes de continuar con la argumentación. "En eso no se piensa. Hay que actualizarse, hay que estar en el candelero, pero no invita a hacerlo si te lo van a modificar en cinco años. Si no se trabaja a largo plazo, es imposible".
Cambios en el aula en 40 años
El profesor Rubal ha visto pasar ante sus ojos a muchas generaciones. Del año 80 a esta parte ha llovido bastante. Los niños han pasado de ir con parches en los pantalones y divertirse en el recreo jugando con piedras al 3 en raya a manejar móviles y tecnología punta desde edades tempranas. Todos esos cambios, obviamente, se han ido notando.
Dentro del aula, el mejor cambio para Rubal ha sido el descenso de las ratios, un tema que siempre está en el candelero. "Yo creo que el mejor cambio introducido en estos 40 años es la reducción de alumnos en el aula. Cuando yo empecé había 42 o 43 alumnos por aula. Ahora 25 ya es una cifra muy normal. Para un momento dado, para determinadas asignaturas no sea conveniente dividir el curso en dos, pero permitir desdobles también ha sido importante. Luego, el aumento a los 16 años de la enseñanza obligatoria".
Está claro que el avance ha sido mucho mayor y en muchos más sentidos. No obstante, hay quienes abogarían casi por el inmovilismo como camino.
"Yo con lo que no estoy de acuerdo es con aquello de que algo esté bien porque se haya hecho de toda la vida. Yo lo único que no cambiaría nunca de la Educación es el 'contrato' entre profesores y alumnos", apunta Rubal antes de comenzar con su explicación.
—Los alumnos suelen tener referentes en los profesores. Y los profesores también aprendemos mucho de los alumnos. Si se conoce a los alumnos, que eso es fundamental antes de trabajar con ellos, el enfoque tiene que ser diferente. Si no te ganas a los alumnos, tu trabajo en las mayoría de ocasiones se pierde. Tienes que tener a los alumnos de tu parte. Tienes que conocer sus problemas, sus ventajas, cómo se trabaja mejor con ellos. Todas esas cosas no se deben de perder.
Y no hay nada más cambiante que un niño. Más aún en la era de la tecnología. Sólo hace falta echar un vistazo al tiempo que dura entretenido un niño con un vídeo o una pantalla. La tecnología también cambia la forma de relacionarse, por supuesto.
"Nunca hubo generaciones de alumnos con el nivel de información que tienen ahora", ejemplifica Rubal. "A veces saben más que los profesores. Ellos vienen con unas dinámicas nuevas y hay que sacar el mayor rendimiento posible".
Sobre qué se ha perdido, el profesor gallego es claro: "La calma". "La Educación necesita de calma, de tranquilidad. Y hoy las cosas van demasiado rápido".
Antes, asegura el que fuera docente en el Colegio Obradoiro, "daba tiempo a conocer a los alumnos y te daban pistas para saber lo que tenías que hacer. Ahora los programas son muy amplios, no tenemos la calma que se podría tener en épocas anteriores".
Eso se nota sin duda en el aula. "Si trabajas a plazo de una semana o un mes les cuesta horrores. Están acostumbrados a la inmediatez y nos obligan a trabajar a ese ritmo. Eso nos ha perjudicado. Yo las mejores experiencias las tengo con alumnos de hace tiempo".
El cambio a mejor que ha dado la Educación según Rubal es que "nadie puede decir que no tiene oportunidades de salir adelante". "En eso las leyes han adelantado bastante".
La inclusión de la última tecnología en el aula quizás es uno de esos grandes cambios a los que todavía muchos –desde fuera, claro– no terminan de acostumbrarse. El profesor ha vivido desde los alumnos que no han sabido qué era un móvil hasta su madurez hasta aquellos que han comido potitos sujetando una pantalla.
—La tecnología es buena, pero sin abusar. Yo creo que hay que tener un cierto equilibrio. No todo puede ser tecnología. El aprendizaje necesita de otras cuestiones. Facilita la labor de los profesores y de los alumnos, pero no podemos abusar de ella. Aquí hay cosas curiosas. En Galicia, los alumnos no pueden utilizar una calculadora programable, sino una científica. Sin embargo, en la Universidad se quejan de que no saben utilizarla. Contradicciones.
La peor de las pesadillas en colegios e institutos es el teléfono móvil. Todos los niños van con uno en el bolsillo y, a la mínima, más de uno lo saca sin que el profesor se dé cuenta. Si se permite su utilización, a ver quién controla a 25 a la vez.
—Con el móvil hay que ser muy cautos. La mayoría se prohíbe, a no ser que se utilicen para labores educativas. Hace unos 20 años visité un centro en Suecia y ya lo utilizaban el móvil. Pero en cuanto utilizaban el teléfono para una cosa, lo apagaban y ya está. Por eso digo que hay que utilizarlas bien. No podemos obviarlo, pero hay que aprovechar lo bueno.
Sin embargo, en este tiempo no han sido los alumnos los únicos que han utilizado la tecnología en el aula. Los profesores también se ayudan de ella. "Por ejemplo, cuando empezaron a venir los proyectores, que los profesores los utilizaban durante toda la clase", apunta Rubal. "Eso era imposible. Los alumnos no pueden estar mirando todo el tiempo al proyector. Hay que pensar que un alumno hacía eso durante todo el día. Eso se debe usar durante 15 minutos", explica para ejemplificar que la tecnología debe usarse de manera adecuada.
El futuro de la Educación
La Educación y la política educativa irán variando en los próximos años. Porque todavía queda.
Rubal tiene claro en qué se debe mejorar y cuál debe ser el modelo en un mundo cada vez más interconectado. "Yo tengo una pequeña manía que es reducir el número de asignaturas. Yo cuando veo que un alumno puede tener 14 asignaturas, a veces con una hora semanal... Eso le cuesta hasta al profesor. Me parece importante. El bachillerato español son 10 asignaturas. El Bachillerato Internacional son 6, aunque tengas que cumplir otros requisitos, cosas que te llevan tiempo, pero no trastocan las enseñanzas".
El profesor ya ha señalado el camino. Los programas del Bachillerato Internacional –cubren desde el colegio hasta bachillerato a pesar de su nombre– son un ejemplo de hacia dónde camina la Educación. Este programa, para aquellos que no lo conozcan, está implantado en colegios públicos y privados españoles y será el que estudiará la Princesa Leonor a partir del próximo curso.
—En Bachillerato, con lo que se les pide, es una verdadera barbaridad. El alumno no puede centrarse en ninguna asignatura. Hay bachilleratos, sobre todo los que están funcionando, que se habla de los nórdicos, tienen menos asignaturas. Así el alumno se centra y puede adquirir nuevos conocimientos. Los estudios en España también son muy académicos. En cuanto a conocimientos estamos muy bien, pero en Pisa… Cuando hay que aplicarlos...—, incide.
"Además, hay que pensar que todo el mundo tiene que estar en constante formación. Lo de hoy casi no sirve para mañana. Entonces, eso falla", comenta el profesor.
—Este es otro de los debates. Memoria sí o memoria no. Parece que últimamente abogamos por llevarlo todo a una practicidad casi total. ¿Usted está de acuerdo con esto?
—La memoria es algo cosa que se puede ejercitar. Hay cosas que recordar, pero no lo podemos basar todo en esto. Las cosas que el alumno puede consultar él mismo, las puede consultar y las puede sacar adelante. Porque, aunque lo memorice, al año siguiente quizás no las recuerde. Cuano yo estaba en la universidad, yo no lo recuerdo. Me he ido a las cosas que me hacían falta.
El profesor Rubal continúa la respuesta. No es un blanco o negro, es un camino hacia el gris. "En muchas cuestiones todavía seguimos con esa metodología. No convirtamos la memoria en la principal fuente de aprendizaje, pero tampoco la podemos olvidar".
Para finalizar, el profesor pone de ejemplo los programas del Bachillerato Internacional. "Exige ciertos momentos de memorización, pero no es lo fundamental. Se valora mucho lo que el alumno es capaz de sacar del aprendizaje y la madurez del alumno. Ves un examen de selectividad y es el mismo tipo de preguntas que hace 40 años. Ahí no hemos evolucionado nada. Si hacemos que los alumnos dominen una serie de técnicas, sé que pasan selectividad. El alumno tiene que aprender otras dinámicas, algunas tecnológicas".
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