En la Vieja Escuela, un gimnasio del barrio de San Blas-Canillejas, un hombre arremete contra un saco. Entrena para su próximo combate, una velada de boxeo contra un luchador desconocido, y está enfadado. Hace años que perdió su mejor físico y el factor de la juventud, pero se niega a retirarse. Tiene la cabeza rapada, el ceño fruncido y un tatuaje que le cruza el pecho: una cruz celta, dos pistolas y, en medio, la palabra ‘Skinheads’, con eses mayúsculas.
Es julio de 2013. Se llama Alberto Ayala de Cantalicio, pesa 68 kg y ganará por puntos pero con dificultades. Se encuentra al final de su discreta carrera, pero la violencia no dejará de ser tónica habitual. Tres meses después del combate se unirá a Antonio Menéndez, alias ‘El Niño’, y dará un golpe de estado (y de puños) a los líderes de Ultras Sur, el grupo ultra seguidor del Real Madrid. Años después seguirá igual.
Cuando se saca los guantes, ya habrán imaginado, Ayala es de todo menos un luchador amateur. Por entonces, lideraba el ya extinto Combat España, considerado en esos años el grupo neonazi más violento y peligroso de Madrid. Su historial fuera del ring bien le valía como currículum: ocho detenciones por atentados, lesiones, daños, delitos contra las personas y los derechos fundamentales, delitos de odio, agresiones a los agentes de la autoridad, agresiones con arma blanca, xenofobia, racismo y portar útiles y por fascines de ideología neonazi.
En lo político, más de lo mismo. Intentó resucitar las Bases Autónomas, una organización que protagonizó numerosos altercados en los 80; fue cabeza de lista de Falange y lideró durante años Juventudes Canillejas, un grupo neonazi que reclutaba en su propio gimnasio. Parecía que había desaparecido. Por lo menos, que había aprendido a que otros libraran sus batallas. Esta semana, ya con 48 años, ha resucitado.
Su nombre ha vuelto a aparecer en los informes de la Delegación del Gobierno como la cara visible de Madrid Seguro (MS), la agrupación de extrema derecha que promovió la marcha homófoba y xenófoba del pasado sábado en Chueca. Según ellos, el único lema era el oficial, 'Contra las agendas 2030 y 2050', pero la realidad de lo que pasó fue bien distinta. Política skinhead.
MS: “Los de siempre”
En realidad, los grupos vecinales que conforman Madrid Seguro tienen poco de barrio madrileño y mucho de III Reich, o por lo menos así lo demuestra la red de contactos de la que se ha nutrido Ayala. Partidos amigos, asociaciones afines, nuevos adeptos y camaradas históricos, todos reunidos bajo el grito de “fuera maricas de nuestros barrios”.
“Se creó para hacer manifestaciones contra las bandas latinas y los menas, pero no para lo de este sábado”, explican a EL ESPAÑOL fuentes cercanas al colectivo. Con pocos años a sus espaldas, Madrid Seguro intenta aparentar que no tiene nada de extrema derecha, pero su discurso deja claro de qué lado está: rechaza al inmigrante, pide atención prioritaria a los españoles y se cuestiona la actual administración.
A pie de calle rechazan a los inmigrantes, a los refugiados y a los homosexuales. Sobre el papel, es una humilde agrupación de asociaciones vecinales de reciente creación como la de San Blas-Canillejas, que lidera el propio Ayala, o la de Pinar de Chamartín y Hortaleza “Carlomagno”, hermanada con la anterior. Bajo esta identidad, aparentemente inofensiva, consiguieron la autorización de la Delegación del Gobierno para organizar la manifestación.
“Muchos neonazis y ultras camuflan sus organizaciones como asociaciones de vecinos para no levantar sospechas en el papeleo burocrático y facilitar la captación de gente que no sabe dónde se está metiendo”, explica a este diario Joan Caballero, investigador experto en grupos violentos. “Estos, en concreto, parecen nuevos, pero la mayoría son los mismos de siempre con otro nombre”.
Maestros y aprendices
No es difícil trazar una línea del tiempo entre las distintas manifestaciones neonazis y encontrar que, al fin y al cabo, los nombres se repiten. Uno, claro, es el de Ayala, ya sea como convocante o como “jefe de seguridad” de los manifestantes, una responsabilidad que ha asumido en otras ocasiones como la de Plaza de España en 2016, cuando Hogar Social Madrid gritó en contra de los refugiados.
Otro viejo conocido es José Luis Roberto, conocido como ‘El Cojo’. Su trayectoria también es bien conocida en los mentideros de la extrema derecha, ya sea por plantar bombas contra los independentistas en la Transición como por ser la cabeza visible y presidente de España 2000, el partido de extrema derecha apoyado por el Frente Nacional de Marine Le Pen. Ha sido acusado de fundar y financiar los grupos Acción Radical (activo entre 1990 y 1995) y Frente Antisistema (FAS), aunque no ha sido juzgado ni condenado por ello.
A partir de él, la estructura va hacia abajo y se ramifica en diferentes grupos: sus SS particulares. En el ámbito vecinal, Madrid Seguro y Ayala; en el futbolístico, Suburbios Firm. Este grupo, antiguamente relacionado con el Frente Atlético, fue expulsado del grupo por sus afinidades con Antonio ‘El Niño’ y el propio Ayala, ambos hinchas del Real Madrid. Su líder es ’El Ratilla’, un joven de carácter violento cercano a grupos moteros que, según sospechan los círculos ultras, fue “el soplón” que precipitó las cuchilladas entre ultras del bar Duratón, en diciembre de 2013.
Además, entre los líderes de Madrid Seguro organizados y coordinados por Ayala también hay antiguos miembros de Hammerskin, la facción nazi más peligrosa de España que fue ilegalizada en 2009 tras ser desarticulada por la Policía. Muchos de sus dirigentes fueron encarcelados. Los que no, fueron a Chueca el sábado pasado.
“Todos se conocen del universo del fútbol y del mundo de los combates”, recuerda Caballero. “Reclutan a jóvenes conflictivos, que aguantan su ritmo y que no tienen miedo a ser detenidos o a tener problemas personales y familiares por su condición extremista”, señala.
Uno de estos reclutas es Fran Suárez, el boxeador de Juventudes Canillejas que se rompió la mano pelando contra Guda, un luchador ultra del Alavés. Suárez, un viejo conocido del barrio, fue uno de los discípulos de Ayala, a quien se puede ver en un vídeo promocional animando a su alumno más aventajado. Maestros y aprendices. En el ring y fuera de él.
El paso de uno a otro se rige, a fin de cuentas, por la misma ley que ha guiado a los grupos neonazis desde la llegada de la Transición. Es la misma que recita Caballero, que siempre son los mismos pero cambiados de careta, y algo parecido ocurre con Ayala. Hoy le vemos ahí, todavía, años después, algo más delgado, algo más canoso, con el tatuaje de 'Skinheads' algo más tapado, pero con las mismas ideas de siempre. Por ahora, parece, el fascismo ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.