¿Se imaginan acudir un lunes a su puesto de trabajo y encontrarse con que su jefe ha desaparecido, ha cerrado el estabecimiento, no les contesta y deja su nómina sin pagar? Esto es, precisamente, lo que le ha sucedido a los tres empleados de la cervecería A Ribeira, un exitoso local situado en el municipio lucense de Foz.
Y es que su propietario, Fernando M.B., natural de Mallorca, desapareció el pasado 6 de septiembre y sus empleados no han tenido noticias de él desde entonces, más allá de un avistamiento en Ribadeo unos días después.
"Sabía que yo tenía un corte de luz y que tenía que pagarle a la niñera por quedarse con mi hija mientras trabajaba en su local, pero le dio igual", lamenta en una entrevista concedida a EL ESPAÑOL Paola Gonçalves, quien empezó a trabajar en A Ribeira el pasado mes de agosto y no ha recibido un solo euro.
La cervecería había abierto sus puertas el pasado mes de mayo y su ubicación hizo que el local tuviese éxito desde el primer momento. Su propietario, Fernando M.B., era muy conocido en la zona: aunque contaba con experiencia en la hostelería, cuando llegó a Foz se dedicaba a pedir dinero en la puerta de los supermercados.
Con el apoyo de Cáritas logró salir adelante y gracias a la ayuda económica recibida logró poner en marcha A Ribeira, un local que durante sus primeros meses funcionó con normalidad.
Fernando era muy hermético con respecto a su vida: sobre su pasado tan solo decía que había tenido otros locales en Valencia y en Mallorca y que lo había dejado todo atrás por cuestiones con su exmujer, quien según él era "muy conflictiva".
Su desaparición
Sin embargo, todo cambió la semana antes de su desaparición: empezó a comportarse de forma "muy rara" y se compró un coche nuevo, que no dudó en exhibir ante sus empleados.
El domingo 5 de septiembre fue el propio Fernando el que se puso en contacto con su empleada para decirle que le pagaría el lunes, justo antes de empezar su turno. Ella le hizo caso y se presentó ante el local, que estaba totalmente cerrado. Intentó ponerse en contacto con él en varias ocasiones y ese mismo día por la noche ya la había bloqueado.
Sus compañeros se encontraban en la misma situación, por lo que dos días después, decidieron acudir a la Guardia Civil, que se mostró tajante. "No creo que lo vayáis a volver a ver: este hombre tiene una orden de entrada en prisión", asegura Gonçalves que le manifestaron los agentes.
Pese a que el Instituto Armado no puede confirmar qué cargos pesan sobre el hostelero huido, sus empleados creen que tiene diferentes denuncias por haber hecho lo mismo que en Foz en sus anteriores locales.
"Es una situación complicada: cerró el bar, cogió todo lo que había y las bebidas de la nevera y se llevó las llaves, así que la dueña tampoco puede entrar", continúa la empleada, quien destaca que Fernando "también dejó sin pagar la luz de todos estos meses".
Por si fuera poco, al haber dejado el local cerrado a cal y canto es imposible acceder a su interior para apagar las cámaras frigoríficas y demás elementos que siguen consumiendo energía, lo que también pone en un aprieto a su propietaria.
La Guardia Civil sigue buscando al hostelero, todavía sin éxito: la última vez que fue visto fue el fin de semana tras su desaparición, cuando dos amigos de Gonçalves lo vieron entrar en un bar de Ribadeo. El hombre los reconoció, tras lo que se escabulló por otra puerta, montó en su coche nuevo y huyó.
La esperanza de sus empleados es que lo detengan y puedan cobrar el dinero que les debe. En todo caso, lamentan el precedente que sienta. "Foz es un pueblo muy cerrado y a este hombre le ayudaron, le dieron un oportunidad y pasó esto; lo pone muy difícil si por ejemplo yo, que soy brasileña, quiero abrir un bar", lamenta Gonçalves, quien no ha recibido ni un céntimo por su trabajo con el hostelero huido.