En la versión digital de su diario se ha publicado el día 11 de septiembre
un “reportaje", firmado por Israel Merino, titulado “Mi día de novatadas la semana de su prohibición: Fairy en la bebida y desnudo por la calle”, con relación al cual queremos ejercer nuestro derecho de réplica y rectificación al amparo de la Ley Orgánica 2/1984, de 26 de marzo, reguladora del Derecho de Rectificación, puesto que entendemos que en dicho reportaje se facilita información sesgada, que no responde a la realidad y que no ha sido contrastada.
Como antiguas alumnas del Colegio Mayor Universitario MARA, queremos expresar nuestra unánime repulsa por este tipo de periodismo, que ni contrasta ni cita las fuentes, así como rechazar determinadas afirmaciones indiscriminadas que se vierten en el referido artículo; a saber: Rechazamos, en primer lugar, la afirmación de que “en las residencias y colegios solo para mujeres (…) se suele humillar a las nuevas”; una acusación que, al margen ya de la injustificada referencia al género, está formulada en términos generales, sin concretar nombre de ningún colegio ni residencia e incluyendo a todos los que existen -con características, normativa y disciplinas muy diferentes- en un mismo grupo.
Rechazamos, asimismo, la afirmación de que el Colegio Mayor Mara es “el sitio con la peor novatada de todas”, una afirmación que el propio periodista califica de “leyenda urbana” pero que no duda en plasmar en su reportaje como si se tratase de una información veraz. Y, por supuesto, rechazamos, en tercer lugar, que en el Colegio Mayor MARA se lleven a cabo novatadas de la gravedad de la que se describe en el penúltimo párrafo del reportaje, cuya transcripción obviamos por su brutal contenido.
Lamentamos que su periódico se haga eco de informaciones tales como estas a las que nos referimos, desprestigiando sin fundamento a los colegios mayores y residencias universitarias -y, específicamente, al colegio Mayor MARA- e ignorando la labor de formación humana que, además de otras funciones, desarrollan con sus colegialas y residentes, respectivamente. Frente a todas estas afirmaciones, que describen al Colegio Mayor Universitario Mara como el escenario en que se hacen novatadas crueles y vejatorias por parte de veteranas, queremos dejar constancia, en nuestra condición de excolegialas del MARA, primeramente, de nuestra reprobación de tales prácticas, que, en nuestro conocimiento, no se han realizado en los términos en que se describen ni con la intención de humillar o vejar a nuevas compañeras, tal y como se afirma.
Pero, además, queremos, asimismo, señalar que muchas generaciones nos hemos alojado y hemos convivido en dicho Colegio Mayor mientras realizábamos nuestros estudios universitarios. Nos hemos sentido, por ello, muy privilegiadas (en esto sí acierta el periodista, aunque el término lo incluya en su reportaje con una diferente intención), y hemos, por ello, intentado aprovechar la oportunidad para aprender junto a otras compañeras y al lado de las religiosas que gestionan el colegio.
La orden de religiosa no es muy conocida, como como tampoco lo fue su fundadora, una española, madrileña, que pasó su vida ayudando, de forma discreta, a los necesitados de barrios obreros y marginales tanto en España como el Tercer Mundo. Ese mismo perfil bajo y esa misma alta implicación social siguen siendo el sello de la orden religiosa en la actualidad y los valores que transmiten a las jóvenes que tratan.
Resulta decepcionante, por ello, que en su periódico encuentre acogida una información que atenta gravemente a la reputación de una organización social -una orden religiosa- sin haber sido tratada con el suficiente rigor profesional exigible al periodismo, lo que llevaría a comprobar los datos y contrastar las diferentes versiones en conflicto, cosa que, como resulta obvio, no ha sucedido.
En virtud de lo cual, de acuerdo con el articulado la citada Ley Orgánica 2/1984, de 26 de marzo, reguladora del Derecho de Rectificación, y reservándonos el ejercicio de las acciones penales, civiles o de otra naturaleza que pudieran asistirnos como perjudicadas por las informaciones difundidas, dirigimos este escrito de rectificación al director del medio para que sea publicado dentro de los plazos establecidos por la Ley, y así paliar en lo posible el perjuicio moral causado por la publicación antemencionada.