A Juan lo mataron a las 11 de la noche del pasado lunes. De una puñalada en el costado y en la puerta de la casa de su hermano, en el madrileño barrio de Amposta, cerca de San Blas. Las calles se llenaron de sirenas y luces azules, de ambulancias y coches de la Policía. Por ahora no hay detenidos.
Los investigadores trabajan con la hipótesis de que se tratase de un ajuste de cuentas por la forma en que sucedieron los hechos y por quién era Juan, que no les resultó desconocido cuando comprobaron sus antecedentes: robo con violencia, amenazas y maltrato.
Los hechos son todavía difusos. "Yo escuché gritos por la tarde". "Lo tuvieron que perseguir, porque reguero de sangre no hay". "A mí me han dicho que fue el hermano". Estos dos últimos extremos, que es uno de los comentarios que se escuchan en el barrio cuando se pregunta por lo sucedido, es falso, y viene provocado porque Juan murió en la puerta de la casa de su hermano, en el segundo piso del número 8 de la calle Herrerías. Además fue su propio hermano el que llamó a Emergencias.
La distancia entre la casa del asesinado y la de su hermano no era mucha. A penas 120 metros que se recorren dando la vuelta a un pequeño bloque de viviendas, de tan solo dos plantas, como los de la mayoría de la zona.
Lo que se barrunta en el barrio es que Juan corrió a auxiliarse en casa de su hermano, el mayor de nueve, porque le estaban persiguiendo. Pero según las primeras averiguaciones, el fallecido había estado cenando con su hermano y luego salió de casa.
En el descansillo de la escalera, en el segundo piso, le estaría esperando uno o dos hombres, que le acuchillaron con una navaja o punzón en el abdomen derecho Juan cayó desplomado con una herida en el abdomen en la misma puerta del segundo derecha.
Los vecinos explican que Juan no trabajaba y "la mitad de la pensión -de algo más de 400 euros- se lo dejaba en cervezas y con la otra mitad malvivía. Iba dejando deudas por ahí", explica un hombre en la puerta de un local comercial. "Un pobre diablo", como la de muchos que viven en barrios obreros similares, es la definición que más se le ajustaba.
"Tenía su carácter"
"Juan tenía su carácter, pero no era un mal tío. No para que lo apuñalasen. Antes tenía sus vicios, pero ahora no, ahora sólo las cervecitas; le gustaba el vacile", explica un amigo suyo al que todavía se le pone la carne de gallina al hablar de él a escasos metros del portal número 8.
"Alguna vez ayudaba en alguna tienda, tirando la basura no te vayas a creer que más, a cambio de alguna cerveza", explica una mujer que todavía no terminaba de creerse lo que había pasado porque conocía al hombre que acabab de perder la vida. "Aquí siempre pasan cosas así".
Doblando la esquina tras un puesto de comida para llevar, que esta cerrado aprovechando el puente festivo en Madrid, se llega a la calle Amposta cruzando la plaza plaza del barrio. Los vecinos coinciden en que es un punto caliente de trapicheo de drogas. "Ahí ni vayas, y mucho menos preguntes".
Al abrir la puerta, el mayor de la familia se lo encontró allí, solo y desangrándose. Los servicios del Samur, al llegar, se encontraron a la víctima en parada cardiorrespiratoria a consecuencia de la herida. Intentaron reanimarlo durante 45 minutos, pero nada pudieron hacer. De madrugada certificaron su fallecimiento. Un psicólogo tuvo que atender a su hermano ante la situación vivida.
Hasta el lugar d elos hechos se desplazaron miembros de la Policía Científica y de la Judicial. Al cierre de esta edición no había detenidos y la investigación sigue abierta.