El subinspector José Luis R., agredido el pasado 12 de octubre en Zaragoza.

El subinspector José Luis R., agredido el pasado 12 de octubre en Zaragoza. Cedida

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José Luis, el subinspector de policía apaleado en Zaragoza por pedir a un peatón que se apartara

“Tengo rotos el pómulo y los dos huesos de arriba de la nariz”, asegura el agredido en conversación telefónica con EL ESPAÑOL. 

18 octubre, 2021 18:01

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José Luis R. tiene 61 años y ha sido Policía Nacional durante 40. Pero lo que vivió el pasado 12 de octubre no le había pasado nunca. Salió de su casa, en Zaragoza, a las 12 de la mañana, al término del desfile de las Fuerzas Armadas. “Me dijo mi esposa que tenía que comprar unas cosas en el supermercado. Hacía buena mañana así que cogí al perro para dar luego una vuelta”, cuenta en conversación telefónica este subinspector y secretario local del Sindicato Unificado de Policía (SUP) en Tudela (Navarra).

Era festivo, hacía buen tiempo y, por ende, la calle estaba a rebosar de gente. Fue a aparcar su coche, pero había una persona en el trozo de la calzada destinado a dicho menester. “Yo le dije, amablemente: ‘¿Oye, te puede subir a la acera?’ Y él accedió amablemente. No me dijo nada, en absoluto. Yo adelanté el coche para pegarlo al culo del anterior. En ese momento, me golpeó el espejo retrovisor y me dio una patada en la parte trasera. Me dio muchísima rabia. Me bajé del coche y le recriminé esa acción. ¿Por qué haces eso? Si quieres seguir la fiesta, síguela por tu cuenta”.

A partir de entonces, la tensión fue a más: “Empezó a ponerse alterado y me lanzó un puñetazo. No me dio porque lo paré. Yo pensé: ‘Con la de gente que hay aquí, si me voy a por él, monto aquí una pelea callejera de mil pares de narices’. Entonces yo saqué la placa y me identifiqué como policía. A raíz de eso, en vez de calmarse los ánimos, él se alteró más. Me golpeó la mano y me tiró la placa al suelo y yo al agacharme quedé indefenso. Me empujó y caí patas arriba. Al girarme para levantarme quedé a cuatro patas. Ahí fue cuando aprovechó y me soltó una patada en toda la cara”.

El golpe fue brutal. Las imágenes hablan por sí solas. “Yo estaba sangrando, la gente llamó a la policía y a la ambulancia. El tío huyó, y menos mal que los compañeros lo detuvieron”. El detenido pasó a disposición judicial, como marca el protocolo, antes de cumplirse las 72 horas desde su detención. Ahora se encuentra en libertad con cargos.

José Luis, por su parte, fue directo a las Urgencias del Hospital Miguel Servet donde las radiografías no revelaron ninguna rotura aparente. Fue este domingo cuando un TAC reveló las lesiones: “Tengo rotos el pómulo y los dos huesos de arriba de la nariz”. Este mismo lunes tiene una cita con un cirujano maxilofacial, “para ver si me opera o lo que sea”.

Agresión en el autobús

Este no es un incidente aislado en la capital maña. El pasado domingo, otro policía fue agredido en un autobús de Zaragoza por un hombre al que pidió que se subiera la mascarilla. El agredido es un inspector de policía que se identificó como tal y que le indicó de forma respetuosa que se tapara la boca.

El hombre reaccionó de forma violenta, retándole a que se bajara con él del autobús “si tenía cojones”. El policía no entró en su juego y mantuvo una actitud calmada, respetuosa y pacífica. El hombre, al ver que no había respuesta por parte del policía, se abalanzó sobre él, propinándole puñetazos y patadas.


Los golpes cesaron gracias a la intervención de otros pasajeros. El agresor terminó bajándose del autobús y huyendo del lugar. El agredido fue llevado a un hospital de la capital aragonesa. Presenta un derrame en un ojo y distintas contusiones.

“La gente tiene una sensación de impunidad enorme”, se queja José Luis, el subinspector agredido el pasado 12 de octubre. “¿Cómo es posible que a un chaval que le quitan un móvil, no se conforman con quitárselo, que además le machacan en el suelo? Es increíble. No sé qué le está pasando aquí a la gente”.

Este veterano policía está actualmente de baja, como cabía esperar, a la espera de ver si esta pelea callejera le obliga a pasar por el quirófano. “Me molesta al comer, me duelen los dientes”, asegura el subinspector.