La de Carlos Silla Otero (Vilagarcía de Arousa, 1986) es la historia de un ascenso fulgurante que finalmente se quedó en nada. La aprehensión este fin de semana de un velero con 5.200 kilos de cocaína que él mismo dirigía ha cortado de raíz la carrera de una "joven promesa" de una nueva hornada de narcotraficantes gallegos.
Pese a que nunca se las había visto con las fuerzas de la ley hasta el año pasado, la Policía Nacional cree que la relación de Silla Otero con el tráfico de drogas se remonta a hace más de una década.
De hecho, su propio padre, el abogado Fernando Silla, contaba con varios acusados por narcotráfico en su cartera de clientes y el pasado año fue condenado por haberse quedado con una fianza de 40.000 euros que le habría dado la madre de un representado, detenido por posesión de sustancias psicotrópicas destinadas al tráfico.
Puede que algunos de los clientes de su padre estuviesen detrás de los primeros pasos en el mundo del narcotráfico de Silla Otero, quien en los últimos años se habría situado -junto al peruano Humberto Guerrero, también detenido- en lo más alto de una organización multinacional dedicada a la importación de cocaína desde Venezuela y Colombia que trasladaba su material valiéndose de veleros, yates y planeadoras.
En este tiempo, sin embargo, este joven afincado en Madrid tuvo tiempo de cultivar otras aficiones: en 2016 se graduó como sumiller en la Escuela Española de Cata, una formació que le permitió disfrutar más del vino que abundaba en las fiestas que organizaba con algunos de sus amigos de Vilagarcía.
Este fin de semana, precisamente, fue detenido junto a Xabier F.A., amigo y presunto lanchero, quien navegaba en aguas portuguesas montando en el velero en el que se incautó el mayor alijo jamás visto en una embarcación de este tipo.
Humberto Guerrero, Silla Otero y su amigo cayeron en el marco de la operación Marea Blanca, dirigida por la Unidad Nacional de Combate al Narcotráfico de Estupefacientes de Portugal en colaboración con la Unidad de de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Policía Nacional y con la participación de la Marina y las Fuerzas Aéreas.
Lince-Tuneladora
Sin embargo, el cerco que permitió atrapar al joven narco con 183 fardos de cocaína en aguas portuguesas comenzó a estrecharse la noche del 28 de marzo de 2020, que terminó con una descarga a la antigua usanza frustrada, una perscución de película, Silla Otero desaparecido y su velero, el Benirrás, hundido en el fondo del mar.
Aquella intervención, bautizada como operación Lince-Tuneladora, tenía como protagonista también a Antolín Fernández Pajuelo, el comprador del Benirrás, un velero en el que fue visto junto a Silla Otero, quien a ojos de la investigación era "el auténtico propietario y armador" de la embarcación.
En aquella ocasión Pajuelo, natural de A Guarda, habría sido el responsable de viajar hasta Sudamérica para transportar la cocaína hasta Galicia. Concretamente, hasta a unas 110 millas de la isla de Sálvora, desde donde dos planeadoras intentaron llegar a tierra con unos 3.700 kilos de cocaína.
La previsión y la actuación de la Udyco de la Policía Nacional y del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil permitieron intervenir este alijo y obligaron a los ocupantes de las lanchas a tirar la mercancía y a Pajuelo a provocar una fuga en el velero para hundirlo para, posteriormente, volver a tierra en una zodiac.
En las horas siguientes fue detenido en A Guarda, aunque su presunto socio Silla Otero tuvo más suerte: para cuando los agentes de la Policía Nacional llegaron a su domicilio en Madrid con la intención de capturarlo ya se había esfumado.
Desde aquel día tanto Silla Otero como su socio, Humberto Guerrero, estaban en busca y captura y no se tuvo noticias de su paradero durante veinte meses, aunque se cree que pasaron la mayor parte de su tiempo en alta mar.
Marea Blanca
Sin embargo, todo cambió el pasado viernes, cuando la cooperación internacional permitió dar con ellos cuando navegaban tranquilamente en aguas portuguesas: a simple vista todo parecía normal en aquel velero de 23,44 metros de eslora, pero su bodega escondía nada menos que 5,2 toneladas de cocaína listas para desembarcar en el mercado europeo, donde tendrían un valor aproximado de unos 175 millones de euros.
La embarcación, nombrada G-Siro, había sido adquirida recientemente por Xabier F.A., aunque cuando fue interceptada estaba siendo patroneada por Silla Otero y navegaba con bandera y nombre falsos.
Con la detención de Silla Otero y sus socios cae una pata de esta presunta organización dedicada al narcotráfico, aunque la operación Marea Blanca sigue abierta: aún no se ha podido localizar a los encargados de recepcionar y distribuir la cantidad histórica de cocaína que había cruzado el Atlántico en las tripas del velero.
Lo que sí deja claro es que esta aprehensión, sumada a la de 2,8 toneladas de polvo blanco de la semana pasada en el velero Goldwasser, es que la pandemia, lejos de afectar a la producción de cocaína y a su tráfico, ha hecho que vaya a más: sólo en 2020 en Galicia se incautaron más de 13 toneladas de esta sustancia.