Manuel necesitaba comprarse un coche urgentemente: su antiguo Honda Accord se había estropeado y no tenía con qué desplazarse. Era agosto, un mes más difícil para la compra rápida de automóviles por las vacaciones, pero no se imaginaba lo que le iba a ocurrir. Pensó en sustituir su Honda Accord por un Peugeot, pero se encontró con que lo mandaban a las famosas listas de espera. Pensó entonces en otras marcas, pero la respuesta siempre fue la misma: “Me decían que antes de marzo no me tendrían el coche”. Y, como Manuel, miles de compradores se han visto abocados a una lista de espera de hasta seis meses.
Manuel optó por adaptarse a lo que había: “Acabé comprando un Kia porque lo tenían listo en el concesionario; no estaba en mis planes iniciales, ya que buscaba otro tipo de coche, pero no podía esperar seis meses”. Pero lo cierto es que la crisis de la producción automovilística viene de largo: en el primer semestre de 2021 el sector experimentó una caída del 22% con respecto al 2019. No se llegó siquiera al millón de unidades producidas.
Ángel Bejarano, Soy director comercial de Trevauto (Concesionario oficial Toyoya para Badajoz, Mèrida y Zafra), explica que los coche se los envía un proveedor asiático que se ha quedado sin materia prima. A la falta de microchips se añade el cierre de muchas fábricas por el Covid-19. Un cúmulo de circunstancias que, en su caso, ha bajado la entrega de coches entre un 40% y un 60%. “El cliente que busca el coche por necesidad no puede esperar. Tiene que descartar esa marca e irse a lo que haya. La gente dejó de pedir cuando supo que nosotros también estábamos afectados”, recuerda Bejarano.
“Si esto se normaliza en 4 o 5 meses, no pasará nada. Daremos todos los coches de golpe y ya está. Pero si esto sigue me sobrará el 40% de los comerciales”, explica Bejarano con preocupación. Ellos han tomado algunas medidas, como bloquear coches en el concesionario para que los clientes puedan verlos: “De lo contrario, si vas a una tienda y está vacía la imagen es muy mala, da la sensación de que va a cerrar”.
Bejarano, no obstante, confía en que la situación va a mejorar próximamente. "Ya hemos tenido casos en los que se han reducido los plazos en la lista de espera". Además, confirma que el volumen de pedidos se ha vuelto a normalizar y que hacen un seguimiento de cada caso concreto con el cliente: "Les informamos semanalmente para que estén tranquilos".
Esta maniobra ha provocado el enfado de algunos clientes: “Se enfadan porque les decimos que tienen que esperar meses para comprarse un coche que tienen delante suya, pero mucha gente no compra el coche si no lo ve antes”. Para Manuel, esa fue la gota que colmó el vaso: “Me dijeron que mirara comparativas por internet, que el Peugeot no lo tenían allí y que no podía ni verlo”.
En la misma situación en que estaba Manuel en agosto se encuentra ahora Mamen. Ella y su marido tienen tres hijos, por lo que se les hace indispensable contar con dos vehículos. Ahora que su Peugeot 407 con 20 años de antigüedad le está fallando necesita otro coche. Además, lo tiene muy claro: “Quiero un Peugeot 3008 o 5008”. Para encontrarlo ha visitado la Feria del automóvil de hace dos semanas, pero no ha podido ver ningún ejemplar de ese modelo. “Por el tiempo de espera no he preguntado; si ni siquiera he podido verlo…”, se lamenta Mamen.
Coches reservados
Las experiencias de Mamen y Manuel coinciden también en lo concerniente con el trato al cliente. “Me atendió un chico muy atento y simpático que quería reservarnos el coche sin decirnos el tiempo de espera. Eso se lo callan. Entonces, no sé si de verdad hay coches o no”, cuenta Mamen.
Por su parte, Manuel recuerda que los vendedores “eran muy amables hasta que les decía que era urgente y que, si no tenían ningún coche disponible, me iba a otra marca. Para no perder al cliente me decían que iban a buscar… Yo viví cómo, en la misma conversación, el vendedor pasó de decirme que no tenían coches hasta dentro de seis meses a ofrecerme uno para el próximo mes”. La estrategia es evidente: algunos concesionarios tienen coches en stock, pero muy pocos. Por tanto, tantean al cliente y se reservan los automóviles disponibles para aquellos que no están dispuestos a esperar tanto tiempo.
No es la única estrategia que Mamen cree que se está utilizando: “Yo pienso mucho y creo que puede haber una doble intención: en cuanto hay carencia de algo, sube el precio de los productos de segunda mano. Son estrategias de venta”, dice una Mamen escéptica ante la falta de materia prima.
En efecto, Bejarano cuenta que el precio de los seminuevos ha subido tanto que, ahora, se están vendiendo a costo de coche nuevo. Sin embargo, esta situación no es beneficiosa para ellos sino que, por el contrario, se están viendo obligados a ejercer prácticas inusuales. “Los concesionarios estamos comprando coches de particulares, y eso no lo hacíamos antes. Recientemente, hemos adquirido un Toyota Corolla por 19.000 euros, cuando su precio habitual es de 17.000 euros. Así, damos servicio aunque casi no le ganemos dinero”.
Bejarano da una cifra de cómo de grave es la situación: tiene 220 pedidos en lista de espera. Si las ventas anuales son de 700 coches aproximadamente, eso significa que casi un tercio las tiene en cartera ahora mismo. Además, estima que un 10% cancelarán el pedido llegado el momento: “Ya me ha pasado: un cliente que necesitaba un Land Cruiser me anuló el pedido porque ya se compró otro”. Predicción que Mamen parece confirmar: “Iré a Mérida a ver si allí tienen el coche que quiero. Como máximo esperaré un mes y, si no, arreglaré mi Peugeot 407”.