Tres chicos husmean entre los productos de una tienda en el centro de Andorra la Vella. Pasan 20 minutos de las siete de la tarde, y la calle principal de la capital está a rebosar. Los jóvenes vienen desde Blanes, en Gerona, a tres horas de coche, con un único objetivo: comprar armas de defensa personal prohibidas en España.
Ojean, preguntan, comparan precios y salen de la tienda sin nada. Por ahora. “Las queremos principalmente por el hecho de tener algo que es ilegal”, explica Jonathan, de 19 años.
Uno de ellos ya tiene una extensible, una especie de porra de metal o plástico rígido que se retráe y no ocupa más que un palo selfie. Se llama Lucas, tiene 20 años y estudia Administración de Empresas: “La tengo por si me tengo que defender en casa, nunca la saco a la calle”, explica.
El tercero se llama Emanuel y tiene también 19 años. “Venir aquí a por estas cosas es lo más normal desde hace tiempo. Tenemos muchos amigos que ya tienen, y hemos venido a echar la tarde a ver qué encontramos”, afirma. Se interesan también por los tásers, un objeto que parece una batería externa de un móvil o un walkie talkie pero que activado y en contacto con la piel de otra persona suelta una descarga que puede llegar a tumbar al agresor.
Los hay de todos los tipos, de todas las marcas y de todas las potencias. Y se venden en las tiendas más dispares de Andorra. Desde las tax free hasta en armerías. En la calle principal conviven en tiendas de souvenirs entre carcasas de móviles, gafas de sol, cachimbas y recuerdos que llevarse a casa. También entre machetes y katanas. Todo se puede adquirir libremente, sin documentación ni permisos. Todo legal. Es el mercado, amigo.
Entre las tiendas de la Avenida Meritxell, donde también hay tiendas de lujo como Rolex, destacan tres de souvenirs que dependen de una cuarta, Son Image. Inmaculada es la encargada de todas ellas. “Estas cosas se venden desde siempre y las puedes encontrar en cualquier sitio. Últimamente hemos visto más demanda por los sprays de pimienta”, dice mientras saca uno de los productos estrella.
Se trata de una defensa eléctrica de “cinco millones de voltios”. No mide más que un pintalabios. Es discreto, se puede llevar sin que se note y “puedes colgar hasta las llaves”. Lo probamos en otra tienda. El chispazo y el sonido que emite dan miedo. Cuesta 40 euros. Pero los hay menos potentes y más baratos. Se pueden adquirir desde unos 20 euros con una tensión de 200 voltios.
Normativa española
Todo esto, que se vende sin problema, sin permisos y con total libertad a 10 minutos de la frontera, está prohibido o regulado en España. El Ministerio del Interior, en su página web, detalla qué se puede y, especialmente, que no se puede tener.
España prohibe la “publicidad, compraventa, tenencia y uso” de las defensas eléctricas (popularmente conocidas como tásers, aunque esto es sólo una marca) y las defensas de goma o extensible. Todo se puede comprar en Andorra, con el reclamo de carteles de colores cantosos con las palabras "oferta" o "promoción".
En el mismo apartado incluye los sprays “de defensa personal y todas aquellas armas que despidan gases o aerosoles, así como cualquier dispositivo que comprenda mecanismos capaces de proyectar sustancias estupefacientes, tóxicas o corrosivas”, pero hace excepciones.
Aquellos que estén destinado a la defensa personal, y que estén homologados por el ministerio de Sanidad, se pueden llevar. Su venta está permitida en armerias, pero sólo a aquellas personas que acrediten ser mayores de edad. En Andorra eso no importa.
Entre las limitaciones, ojeando algunas webs de información, estos gases tienen que cumplir una serie de características: tener menos de un 6% de principio activo y que el envase no pese más de 22 gramos. El que compramos para este reportaje llega hasta el 11%, según la etiqueta.
Pero no se le pueden poner puertas al campo. Como cualquier otro producto, estas defensas ilegales están al alcance de cualquiera a tan solo un puñado de clicks, comprándolos a través de internet.
“Vienen pidiendo puños americanos y pistolas eléctricas o de fogueo. Todo eso no lo podemos vender”, explican en una de las tiendas de la Avenida Meritxell. ¿Y para pasarlo por la aduana? “Yo nunca he escuchado que hayan multado a nadie, si acaso te lo pueden quitar”, apuntan en otra.
Como siempre, las cosas ilegales vienen acompañadas de algún tipo de tráfico y venta ilegal de esos productos. En este caso no iba a ser menos. Al preguntar cuántas unidades de cada producto puede comprar una persona a la vez la respuesta es clara: “Las que quieras. Hay gente que se lleva cajas para llevarlas a España, supongo que para venderlo. Ahí quizás sí puedas tener un problema en la frontera”, afirman desde detrás del mostrador de otro local.
Otros productos estrella
También hay “porras eléctricas” que alcanzan los 14.000 voltios. “Esto es sobre todo para porteros de discoteca o cosas aquí”, explican en Imoto Central Digital, una tienda más orientada a la electrónica.
También tienen los mencionados esprays. “Estos de 12 euros en adelante los recomendamos más, porque salen hacia la otra persona y no tienes el riesgo de que te dé a ti también”, explica la dependienta. Compramos uno de esos, de los buenos, para que quede constancia en el reportaje.
“Cada semana vienen muchas personas desde España a comprarlos para temas de defensa personal, pero también por problemas con okupas”, explican.
¿Y los andorranos compran estos productos? Inmaculada explica que no, que en el país vecino no hay “esos problemas tan altos de delincuencia”, y añade: “Aquí nos conocemos todos, es un sitio muy tranquilo. Aquí puedes dejar a una niña de 16 años sola por la noche que sabes que no va a pasarle nada”, razona.
La mayoría de artículos de este tipo que vienen están dirigidos a mujeres “que salen a correr por la noche o que tienen que ir a un parking oscuro, por ejemplo. Las hacen sentir más tranquilas. Muchos hombres lo compran para sus mujeres, novias o amigas”.
"Lo compro para mi hija"
María Luisa (nombre ficticio) estuvo en Andorra la Vella a mediados de septiembre. Fue a acompañar a una prima suya, que llevaba a su hijo a un internado. Dando un paseo por el centro, reparó en una de estas tiendas.
-¿Y esto lo puedo comprar así, sin más?
-Claro, sin problema.
María Luisa es una de esas madres preocupadas por la seguridad de su hija, una joven veinteañera que vive en Madrid. "Últimamente sólo escuchas violaciones: las de Iguadala, la otra chica de allá...". Tras pensárselo un rato, se decantó por comprar una defensa eléctrica: 5000 voltios por 30 euros, como un mechero de grande. Su prima se compró otro.
Más tarde, rebuscando por internet, se percató de que aquello había adquirido no era un juguete, que la descarga que produce es más grave que lo que pensaba. "Me dijeron que la persona se quedaría paralizada un rato, pero eso no es lo que yo leí. No es ninguna tontería, no se lo puedo dar a mi hija. Ya no se lo iba a devolver a la chica, pero prefería comprar un spray de pimienta para ella". Otros 15 euros, con una distancia de acción de unos 5 metros.
"Lo ponen en el escaparate para que lo vea todo el mundo, no es algo que tengas que entrar a preguntar y te lo saquen de la parte de atrás", explica. Aquello no deja de ser un bazar, y los dependientes aprovechan para sacar el mejor producto: "A cualquiera que iba allí a preguntar les mostraban los más grandes, los más potentes... Hasta las porras eléctricas esas", se asombra María Luisa.
Ella y su prima pasaron la frontera sin detenerse. La vuelta a su domicilio, en Málaga, la hizo en avión desde Barcelona. Metió todo lo comprado en la maleta facturada y la recogió en la Costa del Sol sin el mayor problema. "Ahora lo tengo en su caja en casa, sin sacar. Sólo me arrepiento de no comprar otro spray para mi hijo", ríe.
Suben las violaciones
Ese miedo que siente María Luisa por su hija tiene un fundamento. A principios de noviembre, el Ministerio del Interior publicaba el balance de delitos cometidos hasta el tercer cuatrimestre de 2021. En general, la tasa de criminalidad ha alcanzado a finales de septiembre su mínimo en los últimos años, a excepción de 2020, año marcado por la pandemia. Sin embargo, se ha registrado un aumento de las violaciones denunciadas en un 30,6%.
El departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska destaca que "el incremento de los delitos contra la libertad e indemnidad sexual debe ponerse en relación con las activas políticas que han provocado una mayor disposición de las víctimas a denunciar estos delitos".
En general, los delitos han registrado un incremento del 8,5% en los nueve primeros meses del año respecto al mismo periodo del año pasado, si bien los homicidios y asesinatos consumados y los robos con fuerza han descendido, en concreto un 11,2 y un 5,5%, respectivamente.
Este periódico ha preguntado tanto a la Policía Nacional si en los últimos meses han visto un incremento de estos elementos de defensa personal entre la población, pero no han respondido a nuestras preguntas.
Los Mossos d'Esquadra sí nos han atendido. La relevancia del Cuerpo estriba en que Cataluña colinda con Andorra. Afirman que no tienen un registro de estos objetos, por lo que no saben si en los últimos meses ha aumentado la tenencia. Lo que sí explican es que cuando se encuentran con alguna se confisca inmediatamente.
Otras fuentes de la policía autonómica dedicadas a Seguridad Ciudadana sí confirman una mayor presencia: “Ha habido un incremento brutal de estos objetos. Se intervienen y se denuncian por agresiones o por robos incluso, porque también los usan para eso. Pero también estamos encontrado objetos punzantes o puños americanos, que se pueden comprar por portales de internet como AliExpress”.
Y siguen: “Últimamente se están incautando desde hebillas de cinturón que en realidad son cuchillos hasta anillos que llevan pequeños pinchos o elementos que cortan. Pero claro, gas y pimienta y táser por supuesto, cualquier cosa que te puedas imaginar”.