“El pistacho es el leñoso que más ha crecido en los últimos años”. Así de contundente se ha mostrado Ricardo Planas Carrasco-Muñoz (Madrid, 1972), gerente de Green Pistachio, una de las cinco empresas privadas más grandes del sector de este fruto seco en España. De hecho, no es casualidad que la entidad que levantó en 2014 tenga su sede principal en el municipio toledano de Borox. El motivo: Castilla-La Mancha es vanguardia en la producción española al acaparar hasta el 81% de las tierras sembradas con el oro verde en este país.
Lo cierto es que el cultivo de pistacho en España ha gozado de un boom vertiginoso y ha revolucionado el campo manchego. Eso sí, otras comunidades como Andalucía, Extremadura, Castilla y León, Comunidad de Madrid, Aragón y Cataluña también cuentan con algunas hectáreas de pistacheros, el árbol del que procede el fruto seco de moda. Concretamente, este país ha registrado el pasado año 44.244 hectáreas sembradas en toda España, según la Encuesta sobre superficies y rendimientos de cultivos (Esyrce) del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Hace diez años, en 2010, sólo había 1.121 hectáreas cultivadas de pistacho. Es decir, la fiebre de la última década por el oro verde ha hecho que ahora los terrenos con estos cultivos se hayan multiplicado casi por 40. O lo que es lo mismo, la cifra ha crecido en torno a un 4.000%. Este incesante crecimiento sólo puede ser explicado por la “gran rentabilidad” que tiene producir pistacho, según han explicado varias fuentes del sector a EL ESPAÑOL. Un ejemplo de ello es que la empresa de Ricardo, en sólo siete años de vida, ya aspira a cerrar este 2021 con una facturación de más de dos millones de euros.
“En 2014, el padre de un amigo de mi hijo comenzó a hablarme de las plantaciones de pistacho. Me dijo que en su pueblo, Villarrubia de los Ojos (Ciudad Real), se había empezado a plantar y había mucha expectativa de negocio. Yo me puse a estudiar todo acerca de ese negocio y me di cuenta de que había margen para ganar dinero. Así que comencé con Green Pistachio. Pero, desde 2018, no hemos parado de crecer y batir récords. De 2018 a 2019 crecimos un 30%; de 2019 a 2020 otro 18%; y de 2020 a 2021 un 23%”, explica a este diario Ricardo, el gerente y propietario de Green Pistachio.
Dos millones de euros
Ese incesante crecimiento ha hecho que este empresario pueda consolidar este 2021 con una facturación de 2.100.000 euros, mejorando las cifras de 2020 que ascendían a 1.700.000 euros. Y es que el sector del pistacho en España sólo tiene expectativas para seguir creciendo a corto y medio plazo. Tras Irán, Turquía, Estados Unidos y Siria, España se ha convertido en el quinto productor mundial del fruto seco —y primero de Europa—. Algo increíble, ya que en el siglo XX —casi— no se sabía ni lo que era el pistacho.
En este sentido, no sólo los empresarios como Ricardo se benefician de la rentabilidad de este oro verde, sino que los agricultores —en particular los de Castilla-La Mancha— han decidido apostarlo todo por este cultivo de secano. “Hace 11 años arranqué unas viñas que cultivaba en una parcela y empecé a sembrar pistacho. Esto ha hecho que ahora me vaya bien”, explica a este medio el agricultor Jesús Pacheco Perea (Villacañas, Toledo, 1966).
Hijo y nieto de agricultores, este trabajador manchego cuenta que, tradicionalmente, en las fincas de su familia había viñedos y se habían cultivado cereales. Pero, al ver el potencial de producir pistacho, poco a poco, ha ido cambiando la vegetación que crece en sus tierras. Ahora, este hombre cuenta con 30 hectáreas plantadas con pistacho, que espera que “sean cuatro más el año que viene”. “He ido creciendo según me lo han permitido mis posibilidades económicas”, añade Jesús.
Aun así, cabe destacar que, a día de hoy, sólo nueve de sus 30 hectáreas producen los pistachos que se pueden comerciar. “Son las que tienen árboles con más de siete años. Las otras 21 son plantaciones jóvenes que no tienen más de cinco años. Ten en cuenta que las plantas empiezan a dar pistachos que se puedan vender pasados los seis años. Hasta entonces, son sólo una inversión que hay que mantener”, esgrime este profesional, que produce pistacho convencional.
Lo vende al mercado mayorista a unos 4 euros el kilo de media. “Algo que puede variar año a año, pues, por ejemplo, el año pasado se vendía a más de cinco euros el kilo”, apunta. Esto, en última instancia, ha provocado que el agricultor Jesús haya podido obtener en el último año unos 30.000 euros de beneficio bruto —sin contar todo lo que debe pagar en impuestos y otros gastos—. Un beneficio que espera “duplicar” en los próximos tres años cuando el resto de sus hectáreas cultivadas de pistacho ya estén a pleno rendimiento.
La Mancha, idónea
Si viajamos al sur de La Mancha, concretamente al municipio de Manzanares, en Ciudad Real, la familia Santos-Orejón es otro claro ejemplo del avance del pistacho en esta comunidad autónoma. “Mi padre, un agricultor de toda la vida, empezó a cultivar pistacho entre los años 1999 y 2000. Entonces pagó en pesetas. Años más tarde, se jubiló y nos dejó a mis tres hermanos y a mí varias tierras en los municipios de Manzanares, Membrilla y La Solana. Ahora somos nosotros quienes producimos pistacho”, cuenta Paulino Santos-Orejón (Manzanares, 1972) en conversación telefónica con este diario.
En este caso, los cuatro hermanos cultivan pistacho ecológico. “Un producto en el que, como en cualquier cultivo ecológico, no se emplean productos químicos para proteger las plantas de posibles plagas o enfermedades, sino que se usan otros abonos o productos fitosanitarios que, en ocasiones, son menos efectivos y si viene un enfermedad mala, podríamos incluso perder la cosecha”, explica Paulino, que aparte de cultivar sus 14 hectáreas es ingeniero agrícola.
Ahora puede llegar a vender al mercado mayorista, de media, a 7 ó 7 euros y medio el kilo de pistacho ecológico. Esto, de hecho, contrasta con el precio al que los agricultores de Castilla-La Mancha pueden vender aceitunas o uvas, dos productos tradicionales del campo manchego. En esos casos, por ejemplo, el kilo de cada uno de los productos se paga a menos de un euro.
—¿Por qué cree que el cultivo de pistacho ha crecido tanto en Castilla-La Mancha, particularmente?
—Todo comenzó cuando el centro agroambiental El Chaparrillo, situado en Ciudad Real, comenzó con una serie de estudios sobre los cultivos alternativos en Castilla-La Mancha. Entonces, demostraron que el pistacho es un cultivo que se adapta muy bien a nuestro clima, pues originalmente procede de los climas semidesérticos de Irán. Es una planta que necesita frío en invierno; calor en verano y poca humedad relativa en verano. Unas condiciones que se cumplen en esta comunidad.
Para Ricardo Planas, además de esto, “la disminución de los niveles de agua en La Mancha también ha influido en el boom del pistacho. Los cultivos intensivos en Ciudad Real de, por ejemplo, melón o maíz, demandan mucha agua, por lo que cultivar pistacho sale muy rentable porque es un cultivo más de secano”.
Una última causa, explicada tanto por el gerente Ricardo como por el agricultor Paulino, es la que también cuenta Jesús: “El pistacho, además, no necesita de mucha gente durante su etapa de recolección. No es como la vendimia, en la que se suelen contratar temporeros. En mi caso, entre mi hijo, un amigo suyo y yo —ayudados con el tractor— podemos recoger todo nuestro pistacho”. En otras palabras, al no necesitar trabajadores de más, el margen de beneficio para los productores de pistachos es aún mayor.
Jesús y Paulino, por todo ello, siguen apostando por cultivar el fruto seco para vender al por mayor. Y Ricardo Planas, gerente de Green Pistachio (la primera empresa de España productora y procesadora de pistachos en obtener el certificado ISO 2200, que asegura la inocuidad de los alimentos a lo largo de toda la cadena alimentaria hasta el punto de venta como de consumo final), continuará con la expansión de su compañía.
Pese a que en la actualidad el 85% del pistacho que procesa se exporta a países de la Unión Europa, Ricardo, como el resto del sector, aspira a que, en unos años, España tenga la capacidad de autoabastecerse de pistacho, el nuevo cultivo de moda. Un pistacho, eso sí, de “calidad”, pues “Turquía e Irán cuentan con unos costes laborales y una energía más barata, así que España ha de competir con ellos no por cantidad, sino más bien con calidad”.
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