Pablo Blanco tiene 61 años y vive en Guadalajara, de donde es natal. Hace dos años su médica de familia le recetó movicol. Al abrir el sobre y tomárselo empezó a encontrarse muy mal. Las manos y los labios se le hincharon, "una reacción enorme". La situación llegó a tal extremo que tuvo que acudir al hospital de su provincia.
Al llegar, a Blanco le tuvieron que poner corticoides para frenar la anafilaxia que le provocó uno de los componentes del medicamento, el polietilenglicol. Fue en el departamento de Dermatología del mismo hospital donde se lo detectaron. "Desde entonces llevo el nombre siempre apuntado en el móvil, por si me preguntan mis alergias", explica a EL ESPAÑOL.
De acuerdo con la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) "el polietilenglicol o macrogol es una sustancia presente en algunos medicamentos, como laxantes, antibióticos, analgésicos, antiagregantes, corticoides y antihipertensivos".
Su uso está extendido en productos más cotidianos como algunos cosméticos de uso diario como la pasta de dientes y el champú, en los que actúa como espesante, disolvente, suavizante y portador de humedad. En el caso de las vacunas para la Covid-19 actúa para aumentar su estabilidad y vida útil.
Desde que comenzó el proceso de vacunación de la Covid-19 en España, Blanco no ha tenido dudas y siempre ha acudido a su punto médico cada vez que su franja de edad entraba entre las autorizadas para inocular las distintas dosis. Así hizo con la primera y con la segunda, que le tocó el pasado 29 de junio. Su problema ha venido con la tercera, la de refuerzo.
Desde el primer pinchazo le pusieron el suero de AstraZeneza, ya que el de Pfizer y el Moderna, que son de ARN mensajero, utilizan polietilenglicol para su conservación, el componente que mandó a Blanco al hospital.
Problemas
Cuando se dio el visto bueno para que los mayores de 60 años se pudiesen vacunar por tercera vez, Blanco fue a que se la pusieran. El problema es que, al llegar, le dijeron que no había otra opción que vacunarse con ARNm: "Me dijeron que en Guadalajara sólo ponían Pfizer y Moderna".
Por tanto, ese día no se pudo volver a vacunar. "Fui a mi médico de familia, que me dijo que iba a mandar un correo electrónico a Sanidad, pero desde el departamento me dijeron que no era su competencia, que tenía que ir a la gerencia del Hospital de Guadalajara".
Pasado cinco días, Blanco no había recibido ninguna respuesta, por lo que se acercó de nuevo al centro hospitalario. "Me dijeron, textualmente, que la Dirección General de Castilla-La Mancha había ordenado que no se vacunara a nadie que no fuese con Pfizer o Moderna".
El problema no es de esta comunidad autónoma. Quien marca cómo se tiene que vacunar en el Ministerio de Sanidad. El pasado mes de septiembre publicaron el protocolo para la tercera dosis, en la que se apostaba únicamente por las vacunas de ANR mensajero.
Este departamento no ha respondido a las preguntas de EL ESPAÑOL sobre si existe alguna alternativa para personas como Pablo Blanco o si se valora poner la dosis de AstraZeneca.
Sin dosis de refuerzo
"¿Y qué hago yo? ¿Me jodo, hablando llanamente? ¿Qué pasa con los casos como el mío, que supongo que no es el único?", se pregunta Blanco. Y desde entonces hasta aquí, sigue sin tener solución para ponerse la dosis de refuerzo.
"Todos los días nos dicen que nos vacunemos, que nos vacunemos…Pero a gente como yo no nos dan alternativas", se resigna. Blanco reclama que, de alguna forma, les dejen vacunarse con la dosis de AstraZeneca, que supondría "una solución" a su problema.
La realidad es que el suero de la vacuna de Oxford sí aumenta significativamente los niveles de anticuerpos contra la variante ómicron, según ha afirmado el propio laboratorio. Es decir, sí que hay una alternativa al problema de Blanco, aunque desde la Sociedad Española de Vacunología insisten en que es más favorable mezclar distintos tipos de vacuna.
El organismo aconseja que, en casos como el de Pablo, se pongan las tres dosis de la vacuna de AstraZeneca. "Es una manera de asegurar la inmunidad sin necesidad de que el vacunado se enfrente a ninguna reacción alérgica. La triple pauta tiene validez científica y estudios que lo confirman".
Tampoco es un problema de falta de dosis de AstraZeneca. En el último informe de vacunación de Sanidad de este miércoles, se apunta que hay más de 10 millones de vacunas de este tipo sin repartir a las comunidades autónomas.
En este sentido el problema podría estar en dónde están esas vacunas. Y es que, como las Comunidades ya no pinchan con AstraZeneca (se limitó a una franja de edad muy concreta tras detectarse trombosis asociadas a su inoculación) la devolvieron a los hangares del Ministerio.
Poco riesgo
Aunque Sanidad tampoco ha respondido si saben cuánta gente estaría en la misma situación que el señor Blanco, hay que dejar claro que el polietilenglicol no causa los mismos efectos en todas las personas que son alérgicas a él.
De hecho desde la propia SEAIC apuntan que "las reacciones a esta sustancia son extremadamente infrecuentes". Incluso el protagonista de este reportaje no sabe qué le podría producir, pero prefiere no jugarse otra visita al Hospital.
Desde la Sociedad Española de Vacunología insisten en que dependiendo de la reacción que se presente al polietilenglicol se podrá tomar una opción u otra. "Si es algo leve, se puede controlar con metilprednisolona (urbason), pero si provoca una anafilaxia es preferible triple pauta de AstraZeneca".
Aun con todo esto, Blanco convive con la variante ómicron "de maravilla". A pesar de que no se puede poner la tercera dosis, ha decidido que no va a estar "muerto de miedo, hay que vivir". "Tenemos que respetar las normas básicas de la distancia y la mascarilla, y no mucho más".
Lo único que más teme es "mañana para tener el pasaporte Covid pidan tener las tres dosis". Blanco reconoce que no viaja mucho, pero sí le preocupa que empiecen a impedir salir a la calle o entrar a los restaurantes a quienes no lleven las tres vacunas.