Lo cierto es que hubo un momento en el que no sabía por dónde andaba después de haber hecho los ejercicios de boxing y cross circuit. Había escuchado en el documental de Sergio Ramos que el pasillo donde estaban las cintas de 'running' quería provocar la sensación de caballos al galope a tu alrededor. Allí me crucé con Ramos y, después de las dos primeras palizas físicas, le fui sincero: "Muy bonito el gimnasio, pero a ver si lo próximo es un bar, que es más de mi estilo". La risa del futbolista, en perfecto estado, contrastaba con mis pulsaciones, que eran los caballos al galope.
Comencemos por el principio. Acudimos a este centro deportivo que abrió sus puertas la semana pasada para entrenar con el jugador del Paris Saint Germain. Nos habían dicho que haríamos 15 minutos de carrera, 15 minutos de boxing y 15 minutos de cross circuit. Nos parece una buena idea —aún no sé en qué momento— para probarlo.
Primera parada: metro de Moncloa. Nada más salir de los tornos del transporte público nos dirigimos a los trabajadores: "¿Perdona, el gimnasio de Ramos?". Obvio, todo el que pasa por aquí a diario sabe la respuesta: saliendo, subiendo las escaleras, camino de la calle Princesa 89.
El nuevo gimnasio que ha montado el zaguero español en Madrid es un lugar lleno de lujos. Lo primero que llama la atención es su amplitud y sus techos altos estando bajo tierra. Lo primero, claro, después de descubrir que esto es un gimnasio. La música alta y la apariencia hace que mi compañero y yo comentemos: "Sin gente entrenando, esto podría ser una discoteca". La pared del fondo está llena de altavoces —porque una de las grandes pasiones del futbolista andaluz es la música, sobre todo el flamenco—.
La puerta de entrada es lo más discreto. A partir de ahí, todo es puro Sergio Ramos, de estilo atrevido, de aquí estoy yo.
Un recibidor con una barra de bar, donde seguramente debía haberme quedado a charlar amigablemente con los presentes, nos recibe. Allí nos dan la camiseta con la que vamos a sufrir y nos explican cómo lo haremos. Somos el grupo 2.
Pasamos a cambiarnos a un vestuario con una luz tenue. Me traje el candado para cerrar la taquilla, pero esto es demasiado moderno. Aquí ni siquiera están los armarios que se cierran con una clave numérica. Acerco una tarjeta y todo queda bien guardado.
Antes de las duchas, encima de los armarios, un letrero enorme que pone "Ramos". A la entrada hay otro detalle que nos hace pensar de nuevo en él: una camiseta del PSG y sus botas.
Sergio Ramos va a entrenar con nosotros. Porta una camiseta de las que se pueden comprar en este gimnasio. En una manga va su nombre y en la otra el de su socio. Este lugar, de casi 2.000 metros cuadrados, le va como anillo al dedo.
La asociación del sevillano con la marca Jhon Reed, marca de gimnasios presente en otras ciudades del mundo como Londres, Rotterdam, Budapest, Zurich, Los Angeles o Estambul, ha traído a España un concepto de gimnasio de alto 'standing'.
El pasado 18 de enero abrió sus puertas y hoy ha cerrado por primera vez, aunque solo para el evento. Han avisado a sus socios por correo y a través de la aplicación, aunque hay algún despistado. Pero no hay problema, porque la marca con la que se ha asociado Ramos es la dueña de McFit, gimnasios también muy estéticos repartidos por toda la geografía española. Así que al despistado le indican que se baje en Nuevos Ministerios, que allí podrá entrar.
El precio de este gimnasio ronda los 100 euros mensuales, además de la matrícula. Los primeros en apuntarse, hasta el pasado 17 de enero, tuvieron una rebaja en el importe: les costará siempre 70 euros. Todos ellos podrán paralizar la inscripción durante tres meses en el año. Si se desapuntan, pierden la ventaja y pasan a engrosar la lista de espera.
El gimnasio
Nada más acceder al rectángulo, se puede ver la zona de musculación. A la izquierda, mancuernas y máquinas. A la derecha, el paraíso de aquellos que en Twitter dirían que 'no hablan flaco'. Vaya, de los 'powerlifter'.
Luego, pasamos al pasillo que emula a los caballos al galope, el de las cintas de 'running'. Ramos tiene una yeguada —SR4— y es un enamorado de estos animales, tanto que ha sido campeón del mundo con un pura sangre llamado Yucatán. De ahí que estén presentes estos animales en su nuevo gimnasio.
Las cintas son de última tecnología y están puestas en paralelo a cada lado del pasillo y en alto. Ostentan una pantalla que te permite todo lo posible en ellas. Además, están separadas por mamparas para no molestar al compañero de al lado.
La zona de 'boxing' cuenta con bastantes sacos de boxeo. Y es zona 'boxing' porque es más fitboxing que boxeo, ya que se incluyen patadas en los entrenamientos.
Y, por último, antes de llegar a la cabina del DJ, llegamos a otra zona amplia. Aquí es el lugar en el que se realizan los ejercicios de 'cross circuit'. El final es la pared llena de altavoces. Aquí se pueden hacer muy buenas fiestas, pienso.
Una vez hechas las presentaciones, vamos al lío: toca entrenar.
El entrenamiento
Lo dicho antes: vamos al grupo 2. Lo primero que haremos es boxing y vamos preparados. Si les soy sincero, hago algo de boxeo todas las semanas, pero esta vez iba a caer KO antes de tiempo.
Empezamos por los directos, luego vienen los crochés y, por último, los ganchos. Todo bien, hasta que a la rutina se suman los 'burpees'. No me pregunten cuánto tiempo lo hice, porque les prometo que aquello no duró 15 minutos, al menos para mí.
Los monitores del gimnasio venían a animarme, menos mal. Incluimos patadas en la rutina, algo que venía bien, pero lo de caer al suelo se me resistía. Así que intenté no parar de dar directos y crochés, que eso lo que nos han enseñado.
Cuando parecía que todo había terminado, llegaron las combinaciones con ejercicios de plancha. Menos mal que el grueso de las cámaras apuntaban a Ramos, si no...
El último ejercicio eran burpees durante un minuto, en parejas. Primero yo animé a mi compañero y él hacía el ejercicio. Luego, al revés. Ahí encontré mi pasión en esto del deporte: animar.
Si esto ya les ha cansado, imagínese cuando llegó el cross circuit. Desde aquí, un abrazo enorme a las monitoras, que bastante paciencia tuvieron, dándome consejos para hacer los ejercicios adaptados a mi condición física. Trabajamos la fuerza en todo el cuerpo, en dos rondas. Luego, una más relajada con otros ejercicios, porque decían que no habíamos cumplido el cuarto de hora —yo llevaba tiempo pidiéndo la hora al árbitro—.
Y, por último, llegó la hora de correr. Aquí sí que no di una. Menos mal que, una vez más, los monitores lo hicieron todo muy ameno. Aquello pudo terminar en tragedia.
A modo de cierre, es cierto que Ramos se ha apuntado a los negocios del fitness. Ya lo hicieron antes otros jugadores como Fernando Torres o Cristiano Ronaldo, aunque con modelos completamente distintos. Este es el gimnasio de Sergio Ramos y se nota en todo: del atrevimiento al lujo, no le falta ni un detalle para entrenar y también para el 'roneo'. Pero, sobre todo, los monitores no te dejan rendirte. Aquí el trabajo no se negocio, se entrena como lo hace el camero.
Eso sí, estimado Sergio, la próxima vez me invitas a la inauguración de un bar, por favor.