Cuando Sara entró por la puerta del Hospital Santa Lucía su estado ya presagiaba que acabaría en una cama en la UCI. Tanto es así, que la médico de urgencias que la atendió aquella trágica tarde del jueves 2 de diciembre, según fuentes ligadas al caso, se ha mostrado muy gráfica a la hora de ilustrar a la titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Cartagena, el panorama que se encontraron cuando recibieron a esa paciente, de 39 años, que había sufrido complicaciones durante una lipoescultura: "Llegó absolutamente inestable".
Tal afirmación pone de manifiesto que ni de lejos surtieron efecto las tres transfusiones que recibió Sara Gómez en la clínica privada de Cartagena, donde se sometió a una lipoescultura, a manos de un cirujano cardiovascular, sin la especialidad de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética. Prueba de ello es que la médico de urgencias del Hospital Santa Lucía, según esta fuente ligada al caso, se ha mostrado categórica a la hora de detallar que cuando recibieron a esta paciente derivada de un centro privado lo primero que hicieron fue ponerle más sangre.
"Ha explicado que tuvieron que utilizar tres o cuatro bolsas, de medio litro cada una: 'Hubo que ponerle transfusiones a chorro'", tal y como ha resaltado la citada fuente a EL ESPAÑOL, sobre el contenido de la declaración que este viernes ha ofrecido la primera de las cuatro testigos que estaban citadas por la causa abierta por la lipoescultura mortal a Sara Gómez, que afecta al cirujano cardiovascular que la intervino y al anestesista.
A las puertas de los juzgados cartageneros se han concentrado amigos y familiares de la fallecida, pertrechados de pancartas, fotos de la bellísima agente inmobiliaria, y un megáfono para lanzar el mismo mensaje que vienen repitiendo desde que esta madre de dos hijos murió el 1 de enero: '¡Justicia para Sara!' Ese deseo, convertido en obsesión, es lo único que no hace doblar la rodilla ni a su padre, Damián, ni a sus dos hermanos, Rubén y Nora.
"Múltiples perforaciones"
Esta médico de urgencias, en su declaración, ha expuesto que la paciente recibió transfusiones y además fue sometida a varias pruebas, como un TAC, que permitieron detectar más de media docena de lesiones. "Venía muy mal", ha insistido la facultativa del Servicio Murciano de Salud. La segunda testigo citada ha sido la cirujana que intervino por primera vez a Sara Gómez, unos días después de su ingreso en la UCI del Hospital Santa Lucía donde peleó por su vida durante casi un mes.
"Ha confirmado que al operarla ya presenta 'múltiples perforaciones'", según la citada fuente del caso. "Ha dicho: 'Cuando la abrimos para intervenirla vimos lesiones en el bazo, el hígado, el intestino delgado, necrosis...'". Una de las preguntas clave que le han realizado a esta médico, ha sido que aclarase si los daños que presentaba Sara en sus órganos fueron ocasionados -o no- por la cánula de la lipoescultura que utilizó el cirujano cardiovascular. Pero tal cuestión no ha sido resuelta.
Esta cirujana ha declarado en calidad de testigo, no de perito, por tanto, no tenía la obligación de aclarar esa incógnita en su declaración. Sin embargo, este diario ha podido saber por fuentes ligadas al caso, que "esta médico fue compañera residente del cirujano cardiovascular denunciado", a la sazón, el autor de la lipoescultura mortal, y principal investigado por un homicidio imprudente, de forma que su testimonio ha sido recibido con pinzas por algunos letrados. "Ella no quería entrar en el origen de las lesiones de Sara y la fiscal le ha llamado la atención porque se salía por la tangente: le ha recordado que la víctima tenía agujeros".
Testigo equivocada
Uno de los platos fuertes del día era la citación de una auxiliar jefe del quirófano de la clínica de Cartagena donde se llevó a cabo la lipoescultura que le costó la vida a Sara. Las expectativas por saber cuántos sanitarios y con qué rango se encontraban en la sala de operaciones, aquel 2 de diciembre, finalmente, no se han podido satisfacer, puesto que esta profesional ha aclarado que por error figuraba su nombre en la documentación aportada a la causa, pero ella ese día no formó parte del equipo que asistió al cirujano cardiovascular -J.A.M.-.
La última testigo en declarar ha sido la que más esperaba la familia de Sara. Se trata de una joven que ese 2 de diciembre entró al quirófano, junto al cirujano cardiovascular, a pesar de no ser empleada de la clínica de Cartagena ni del centro estético de Murcia donde se contrató la 'lipo'. Hasta ahora se había dicho de todo sobre ella en redes sociales: como que era camarera de una discoteca de Murcia, sin formación sanitaria, y que ese día entró al quirófano por ser la novia del médico denunciado. Tales publicaciones han sido desmentidas por esta chica.
Es lo que se desprende de su declaración, ya que según fuentes del caso, esta joven, en primer lugar, ha explicado que ha trabajado "varios años" en el sector estético y que es auxiliar de enfermería. De hecho, estuvo contratada en Lorca. A raíz de su labor profesional, a través de redes sociales, conoció al cirujano denunciado porque en su perfil de Instagram publicaba numerosas fotos sobre sus intervenciones estéticas.
De esa amistad surgió la oportunidad de trabajar con el facultativo investigado en la clínica que iba a inaugurar en Alcantarilla. "Ha asegurado que no son novios, solo amigos desde hace años". Una de las interpelaciones a las que ha respondido versaba sobre su papel en el quirófano y ha sostenido que solo estaba en calidad de observadora para formarse, de cara a su empleo en el citado centro. Valga como ejemplo de ello que ha detallado que ni siquiera se higienizó para la operación porque no iba a participar en la lipoescultura y carece de titulación como auxiliar instrumentista.
"Ella ha explicado que como iba a estar atendiendo a los clientes potenciales en la clínica de Alcantarilla, ese 2 de diciembre, acudió a Cartagena para formarse y conocer el trabajo que hacía el cirujano dentro del quirófano. Incluso ha afirmado esto: 'Estuve en una esquina mirando'".
Este supuesto rol de espectadora no ha evitado que tuviese que aclarar si observó que Sara sufriese complicaciones en la intervención estética y que, a pesar de ello, el cirujano prosiguió metiendo las cánulas, pero esta joven ha asegurado que no presenció ninguna situación anómala. Tras su testimonio ha protagonizado una salida fugaz de los juzgados, por la puerta de atrás, entre fotógrafos, presencia policial, y gritos: '¡Justicia para Sara!'
¿Qué dice la aseguradora?
De momento, el cirujano denunciado sigue sin responder a la providencia de la juez donde le interpeló cuántas lipoesculturas había llevado a cabo antes de operar a Sara. Tampoco se ha pronunciado su compañía de seguros para aclarar si su póliza cubre una defunción de un paciente, en el marco de una intervención estética.
Lo que ya ha trascendido es la titularidad de las famosas "cánulas especiales" que el médico le ofreció a Sara como parte de su innovadora técnica en el quirófano. Así lo recoge un audio en el que este facultativo le aconseja a Sara someterse a una lipoescultura con sus "cánulas especiales", antes que recurrir a una técnica menos invasiva, como el lipoláser. Tales "cánulas especiales" son del médico denunciado, pero ha sido la clínica de Cartagena la encargada de aportarlas al juzgado, confirmando que forman parte del instrumental del facultativo.
Un hecho llamativo por tres motivos. El primero: ¿Si son propiedad del cirujano por qué las ha entregado la clínica de Cartagena? El segundo: ¿Por qué han sido aportadas al juzgado un mes después de la muerte de Sara? Y el tercero: ¿Si en todo este tiempo no las ha reclamado el cirujano dónde ha custodiado la clínica esas cánulas que son cruciales para las acusaciones particulares? De momento, ya obran en la instrucción judicial como pieza de convicción del caso de la lipoescultura mortal.