Pepe Ribó siempre ha ido a contracorriente. Es catalán y también madridista, una conjunción que lo coloca fuera de la norma. Siendo niño quedó fascinado por los éxitos merengues, que contemplaba en el blanco y negro de las televisiones de su infancia. Sus padres, culés hasta la médula, no consiguieron encauzar los sentimientos madridistas de su hijo. Sus hijas, sin embargo, sí que han seguido la senda de su padre: “La mayor es igual o más madridista que yo; la pequeña, Paula, también lleva al Madrid en el corazón”, cuenta a EL ESPAÑOL con orgullo. El mismo orgullo que siente por su hija menor, Paula, al ver el éxito que está cosechando bajo el nombre artístico de Rigoberta Bandini.
No quiere mezclar el madridismo con su hija, “por si eso le puede perjudicar a su carrera”. Quiere ser reservado, sabe que las diferencias de simpatías futbolísticas pueden marcar estigmas. “Fíjate con Nadal, que por el hecho de ser del Madrid, cómo lo tratan a veces”, dice. Recuerda que cuando iba al colegio, en una clase de 40 niños, dos eran del Madrid y todos los demás del Barça. “Aquí, si eres buen catalán, puedes ser del Barcelona, o como mucho del Espanyol, pero ser del Madrid no gusta a mucha gente. Te tachan de ello como algo malo. Hay mucho cavernario”, explica.
Pepe no es un madridista cualquiera, su afición al fútbol y su compromiso con el club merengue lo llevaron a fundar en el año 2007 la Federación de Peñas Madridistas de Cataluña (FEPEMAC), de la que es presidente. La federación nació con el fin de cambiar la manera de gestionar el colectivo peñista de Cataluña, para que de forma equitativa hubiese un justo reparto de los beneficios, sin hacer negocios a costa del sentimiento madridista.
“Antes de fundar FEPEMAC, la fuerza del madridismo catalán priorizaba a dos o tres peñas, las demás no teníamos derecho a nada. Estuvimos 15 años sin libro de cuentas, era una mafia total y absoluta”, critica. Actualmente, la federación está conformada por un grupo de 30 peñas, entre ellas la Peña Madridista Juan Gómez Juanito, la única oficializada por el Real Madrid en la ciudad de Barcelona y de la que el padre de Rigoberta Bandini es secretario.
Como presidente de FEPEMAC, se encarga de organizar viajes y eventos para apoyar al Real Madrid en diferentes lugares, lo cual le ha permitido conocer a distintas personalidades de relevancia de la cúpula del club blanco. Aún recuerda cuando allá por los años ochenta, Ramón Mendoza, el que fue presidente del Madrid, citó a Ribó en un hotel de Barcelona con el fin de darle entradas para un partido.
El presidente encomendó esa labor al primer chico que pasaba por allí. Era Butragueño, un canterano que años después se consagraría como leyenda blanca. “Al cabo de dos o tres días me llaman por teléfono, al otro lado de la línea una voz joven me dice que es Emilio y que tenía las entradas, que podíamos pasarnos a buscarlas por el hotel cuando quisiéramos. Años más tarde lo he recordado con él y nos hemos reído juntos”, cuenta con cierta nostalgia.
Los valores del club de Chamartín siempre han acompañado a Pepe, unos valores con los que se siente identificado y que defiende a ultranza. Para él, como para otros muchos madridistas, en la pureza de esos valores que trascienden lo meramente deportivo radica el sentimiento blanco. “El Madrid tiene una filosofía que no la tiene ni el Barça ni ningún otro equipo, por mucho que te quieran vender lo contrario. Los valores y todo eso es pura mentira”, expresa.
Pero defender esos valores en territorio enemigo no resulta siempre sencillo. En los últimos años, el sentimiento independentista catalán ha recalado también en el fútbol y los enfrentamientos deportivos entre los dos máximos rivales, Real Madrid y Barcelona, han adquirido un cariz político. “A muchas peñas madridistas les revientan la puerta y los cristales. Está a la orden del día”, dice.
También recuerda con indignación como, en una ocasión, un directivo del Barça llegó a decir en una tertulia que los catalanes que fueran del Madrid “tendrían que ir a un loquero, que estábamos todos locos. Un día me lo encontré y le dije: 'Oye, yo soy catalán y del Madrid, ¿me ves algo raro?', no me quiso contestar”, comenta.
De ese rechazo antimadridista en Cataluña quiere proteger a su hija, quien hace un mes se vio envuelta en una gran polémica surgida a raíz de su participación en el Benidorm Fest. Su canción Ay mamá parecía que iba a ser elegida para representar a España en Eurovisión, era una de las grandes favoritas por el público. Sin embargo, fue la cantante Chanel la finalmente seleccionada para representar a nuestro país en el certamen internacional gracias al voto del jurado. Una decisión que levantó ampollas ya que muchos vieron que podría tratarse de un tongo por la supuesta relación de amistad que la ganadora tenía con un miembro del jurado.
Una gala que Pepe vivió como un clásico Madrid-Barça aunque reconoce que, a pesar de lo que la gente piensa, no estuvo manchado de ayudas arbitrales. “Para mí no fue un drama, si hubiese quedado primera, pues mejor, pero hasta llegar a decir que fue un tongo, me parece exagerado. Había unas normas y un sistema de votación. Y se cumplieron las normas”, expresa. Una opinión que comparte con su hija. “Yo hablé con Paula y ella pensaba lo mismo”. Y añade que gran parte de la culpa de que se formase “todo este tinglado” es por la prensa, “por cómo lo enfocais”.
Haciendo alarde de honesta deportividad, el padre de la cantante admite que la canción que ganó le gustó. “Mi hija era la mejor pero, después de ella, la que ganó me pareció que estaba bastante bien. La canción no es tan mala como dicen, no entiendo por qué la gente la criticó tanto”, comenta sobre Chanel -quien tuvo que eliminar su perfil de Twitter días después debido a la cantidad de críticas negativas e insultos que recibió-, y reconoce que no es la peor canción que podría haber ido a Eurovisión, “he visto peores, a mí, por ejemplo, las gallegas no me gustaron nada”, se sincera.
Si una cosa dejó clara el certamen de Benidorm fue que, al igual que en el fútbol, la gente se radicaliza en exceso. Al final, los protagonistas de las polémicas son los que adoptan las posturas más pacifistas mientras que la turba de seguidores contaminan de insultos las redes sociales. Por suerte, las aguas se han calmado desde entonces. “Paula está muy contenta y dice que incluso fue casi mejor haber quedado segunda, y no ir a Eurovisión, por miedo a todo lo que vino después”, revela.
Pepe contempla cada partido de su Real Madrid con la misma cara de entusiasmo que cuando ve actuar a su hija. “Esta semana ha tenido una actuación brutal en el Palau de la Música”, comenta con tremendo orgullo paternal. El gran estado de forma de Rigoberta lo colma de ilusión, como también le ilusiona el buen momento que atraviesa el club blanco. Aún así, la cautela no le permite hacerse demasiadas ilusiones. “Vamos a ver qué pasa, lo bueno que tiene el Madrid es que siempre lucha”, explica aquel que ha sido testigo de las mayores gestas blancas y que nunca podrá olvidar. “Quién me iba a decir hace diez años que íbamos a ganar todas estas Champions que hemos ganado”.
Volviendo a los valores que abandera el madridismo, Pepe habla con orgullo de los valores que también su hija infunde a través de su música. Sus letras se han erigido como himnos feministas, “que son muy necesarios para la sociedad”, dice. “Todas esas canciones fueron escritas hace mucho tiempo, las tenía guardadas en un cajón. Me emociona mucho ver cómo todo el mundo las canta”, concluye.