La otra vida de Eduardo Molet, el vendedor de casas arruinado que resurgió en Las Vegas
Este empresario de 68 años se ha especializado en la venta de la nuda propiedad. Su inmobiliaria factura cada año más de medio millón de euros.
6 marzo, 2022 02:38Noticias relacionadas
Si algún madrileño lee el nombre de Eduardo Molet, es muy probable que este señor ni le suene. Quizá tampoco sepa concretar con exactitud qué es la nuda propiedad, el producto que vende. Sin embargo, cualquier espectador de los últimos diez años de la televisión pública madrileña podría ponerle musiquilla con su cabeza a este eslogan: “¡Vendido! ¡vendido! ¡vendido! ¡vendido! ¿qué es lo que quieren oír los propietarios que venden su casa? ¡vendido!”.
Eduardo Molet es un hombre que se considera campechano. Lleva tantos años viviendo y trabajando en Madrid que, a pesar de ser vizcaíno de nacimiento, es complicado percatarse de su acento vasco en una conversación con él. Lo que sí se le detecta sin muchas complicaciones es su labia y su constante intento de vender: “¿Tú dónde vives? Te puedo enviar luego unos folletitos por WhatsApp, si quieres”, aseguraba antes de terminar su entrevista telefónica con EL ESPAÑOL.
El mercado inmobiliario es un negocio complicado y lleno de competencia. Al final, junto a la comida y otro par más, la del hogar es una de las pocas necesidades que cualquier persona, independientemente de su género, lugar de nacimiento, color de piel o posición económica, necesita. Y Eduardo Molet sabe moverse muy bien entre las susodichas necesidades.
Este vasco de 68 años ha conseguido romper la barrera de la publicidad para conseguir eso que muchos ansían, pero pocos logran: transformarse en un meme. Sus múltiples anuncios en Telemadrid, todos ellos con tintes surrealistas o directamente bizarros –en el sentido francés de la palabra–, han convertido a Eduardo Molet en un meme. “Pero un meme que vende casas, eh”, asegura.
Su inmobiliaria, que lleva el mismo nombre que él y, según el registro mercantil, tiene cinco trabajadores y una facturación anual de más de medio millón de euros, ha conseguido establecer en España un modelo de negocio que ya está asentado en muchas partes del mundo, el de la nuda propiedad. ¿Y cómo lo ha logrado? Pues vistiéndose de genio y asegurando en sus anuncios que es capaz de vender y rentabilizar cualquier propiedad, aunque el último balance de cuentas público de su sociedad, llamada realmente Politena Eder, S.L., hable de que en el año 2020 tuvo pérdidas por valor de 28.738 euros.
'Marketing' viral
Hace ya veintitrés años, Eduardo Molet aterrizó en Madrid con el objetivo de montar su propia agencia inmobiliaria. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad del País Vasco, probó suerte en el mundo de los negocios abriendo su propia inmobiliaria en el castizo barrio de Chamberí. Sin embargo, el proyecto no funcionó y Eduardo no consiguió nada más que arruinarse.
Tras esta experiencia, decidió viajar hasta Las Vegas, en Estados Unidos (“fui a aprender, eh”, asegura entre bromas y risas) para observar cómo funcionaba el mercado inmobiliario por las tierras de América de Norte. Y fue entonces cuando tuvo su gran revelación.
“Me di cuenta de que, no sé, había algo que no funcionaba. Algo que me faltaba. Algo que en los Estados Unidos estaban haciendo bien, pero en España no”, continúa narrando. “Allí es todo diferente. Allí son los ejecutivos los que ponen cara a las empresas, a las campañas. Todo el mundo sabe quién está detrás de una compañía porque su dueño es el que sale en los anuncios intentando atraer al cliente. Es como más personal”.
Con esta idea en su cabeza, Eduardo dejó Las Vegas y volvió a España, donde, según él, “el mercado estaba de capa caída. No porque no se vendieran pisos, sino porque era muy difícil entrar. Además, la publicidad que se hacía aquí, y la que se sigue haciendo, es muy diferente a la americana. Así que decidí cambiar las cosas y aplicar lo aprendido. Ya no solo en marketing, sino en lo diferentes productos que se ofertaban EE. UU., pero en España, no”. Y ahí fue donde empezó todo.
Ya en tierras españolas, decidió nombrar a su empresa como él mismo y empezar a hacer una gigantesca campaña de marketing y publicidad viral con la que la gente asociara la inmobiliaria que dirigía a su propia figura y nombre. Y funcionó, según su versión de los hechos.
“No me gusta hablar de dinero, pero puedo decir que me he gastado muchísimo en publicidad, en televisión. Aun así, puedo decir también que ha dado sus frutos, pues todo el dinero que me he gastado en promoción es solo una pequeña parte del que he generado”. A pesar del dicharacherismo de Eduardo y de su enorme facilidad para el habla, se muestra más remolón y evasivo cuando se le pregunta por dinero, llegando hasta el punto de tener que sacarle las palabras con sacacorchos: “Bueno, sí, me he gastado en publicidad una cifra con más de seis ceros”.
Sin embargo, ¿cuáles son los anuncios que han transformado a Eduardo de agente inmobiliario arruinado a genio del marketing viral? Pues, irónicamente, el principal es uno en el que sale vestido de genio.
En uno de sus anuncios más míticos en Telemadrid, puede verse a una chica rubia frotando una lámpara de aceite y pidiendo un deseo: vender su casa. De repente, gracias a unos espectaculares efectos visuales televisivos, sale un Eduardo Molet vestido de genio, al estilo Aladino. Después de una breve charla en la que la chica alaba a Molet y lo considera el genio de las ventas inmobiliarias, el protagonista se pone serio y asegura que puede vender cualquier casa.
En otro anuncio, puede verse a Molet señalando carteles de pisos en venta mientras grita su icónico eslogan: “¡Vendido! ¿qué es lo que quiere oír un propietario que pone en venta su casa? ¡vendido!”. En este mismo clip, asegura que puede vender una propiedad en solo veinte días y que, durante los años más duros de la pasada crisis financiera, consiguió vender 786 pisos.
Nuda propiedad
Sin embargo, más allá de su curioso afán por salir en la televisión pública madrileña protagonizando extrañísimos anuncios, ¿qué producto o servicio vende que le hace autoconsiderarse un auténtico genio del sector? ¿es acaso algo innovador?
“Mi especialidad es la nuda propiedad”, continúa relatando. “En España, es algo que no es demasiado habitual, pero en otros países como Italia, Estados Unidos o Suiza lleva mucho tiempo funcionando. Al final, consiste en sacarle rentabilidad a tu piso cuando eres una persona mayor”.
La compra de pisos de nuda propiedad, aunque lleva tiempo implantada en nuestro país, es un negocio que todavía poca gente conoce. En resumen, consiste en la compra de uno de los dos derechos que te proporcionan la categoría de propietario de una casa.
“Es fácil de entender”, asegura Eduardo. “Cuando tú adquieres el pleno dominio de algo, es porque tienes sobre él dos derechos: el de nuda propiedad y el usufructo. El usufructo es la capacidad de usarlo y disfrutarlo, mientras que la nuda propiedad es el simple derecho que reconoce que te pertenece. Nosotros lo que hacemos es vender la nuda propiedad, pero no el usufructo”.
En resumidas cuentas, el negocio de la inmobiliaria Eduardo Molet se centra en vender la nuda propiedad de los hogares de personas mayores, lo que les permite poder seguir viviendo en su piso hasta el día de su fallecimiento, cuando el usufructo pasa también al comprador y consigue adquirir el pleno dominio de la vivienda.
“Tú imagínate a una mujer viuda, de setenta años, que tiene un piso valorado en trescientos mil euros, pero que solo cobra al mes los seiscientos de pensión de su marido. Vendiendo la nuda propiedad de su vivienda, puede conseguir esos trescientos mil euros que le permitirán vivir sin ninguna preocupación el resto de su vida, además de en su casa. Ya cuando la señora fallezca, el usufructo también pasará al comprador, que adquirirá la el pleno dominio de la propiedad”.
Aunque esta práctica es perfectamente legal en España, algunas asociaciones como Sindicato de Inquilinos han alertado de que es meramente especulativa, ya que, comprando la nuda propiedad, no puedes tener acceso a la vivienda hasta que el dueño del usufructo fallezca.
Aun así, Molet asegura que su negocio va viento en popa y no tiene pensado retirarse. “Solo tengo sesenta y ocho años. Ahora empiezo la segunda mitad del partido”.
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