Hace 15 años, el doctor Juan Carlos Casado recibió en su clínica de Marbella a Luneque. Él, el otorrinolaringólogo que más sabe de la voz en España, no supo como ayudarla con su problema. Le dijo que volviese al año siguiente, que seguro tendría una solución.
Luneque es un nombre ficticio detrás del que hay una mujer trans. Acudió a ver a este médico cordobés, natural de Montoro, porque quería conseguir una voz más aguda, más cercana a la aceptación social de su identidad de género.
Entonces nadie sabía cómo conseguir esto. Ahora casi nadie sabe hacerlo. Casado es uno de los seis médicos en todo el mundo que practican la glotoplastia, que no es más que “acortar y quitar masa a las cuerdas bocales” para conseguir que vibren menos al salir el aire, explica en conversación con EL ESPAÑOL.
Cuando se encontró con la situación de Luneque, Casado se propuso aprender fuera donde fuese cómo poder ayudarla. Para eso se marchó a Finlandia, donde hay un centro médico especializado en temas de género. “Allí aprendí a hacer la glotoplastia de Wendler, la cual he ido modificando en el tiempo hasta hacer la técnica que tenemos aquí”.
Casado se formó en la Universidad de Córdoba y, al especializarse, empezó a trabajar en el Hospital Costa del Sol de Marbella, compaginando la vida laboral pública y la privada, en el Hospital Quirón de la misma ciudad malagueña y en el del Campo de Gibraltar, en Los Barrios (Algeciras). Desde hace 10 años se dedica únicamente a la actividad privada.
En su clínica homónima situada en Marbella ha atendido a “156 mujeres trans, que son el 95% de los pacientes que tratamos”. Esto se debe a que los estrógenos que toma una persona durante su cambio de identidad no afectan al tono de la voz, por lo que en la mayoría de los casos estará “por debajo de los 165 hertzios” que es lo que se considera una voz grave.
“En todo este tiempo abre atnedido a una veintena de hombres trans”. La testosterona que se toma en estos casos sí afectan a la voz y consiguen agravarla. “Sólo en un 20% de los casos no responden a ese tratamiento”. En el caso de las mujeres no responden nunca. “La mayoría de estas intervenciones en hombres se realiza porque en la juventud no se produjo la muda vocal”.
A Casado no le gusta hablar de voces feminizadas o masculinizadas. Su formación en género le ha permitido aprender que esos dos conceptos no son más que construcciones sociales que se adjudican a un recién nacido dependiendo de sus genitales y que se han perpetuado con el paso del tiempo.
La operación
La de Luneque fue la primera de muchas. “La intervención es muy sencilla”, dice el doctor, que asegura que no se necesita más de un día de postoperatorio en la clínica en ambos casos, para ellas y para ellos. Después se necesita de un “reposo de la voz absoluto durante 15 días” porque de lo contrario podría saltarse algún punto.
En el caso de las operaciones a mujeres, la intervención no es invasiva: “Se hace a través de la boca, con una endoscopia”. Cuando se termina de limar las cuerdas, se procede a dar puntos de sutura.
“Eso es técnicamente difícil y novedoso, hacerlo desde la boca”. Para ello, Casado a patentado el prototipo de un instrumento, cuyas siglas en inglés responden a IVCI, para facilitar el movimiento quirúrgico. “Si antes se tardaba casi cuatro horas en operar, ahora lo estamos haciendo en una y cuarto”, explica.
En el caso de los hombres sí es algo más invasiva. Aquí se llama tiroplastia, y consiste en abrir por el cuello, cortar el cartílago tiroides y desplazarlo hacia atrás, tirando de él: “El resultado aquí también es espectacular”.
Pero el proceso para conseguir el tono deseado no se acaba al salir de la clínica. Empieza entonces la segunda parte con la logopeda María Soledad Angulo. Esta especialista trabaja codo con codo con Casado. “Su papel es fundamental. Dependiendo de cada caso, porque la voz es multifactorial, se necesitan entre 10 y 15 sesiones”. Si todo va bien, Angulo leerá su tesis sobre ‘feminización’ de la voz este año.
En todas las internvenciones, Casado no ha encontrado “ninguna complicación. Muchas veces tienen miedo de quedarse sin voz, tener disfonías, que se les quede la voz de un robot… Uniendo el trabajo de la logopeda el riesgo es mínimo”.
Además los resultados se empiezan a apreciar pronto. Casado les dice que hagan la prueba del teléfono, que no es más que llamar para reservar una mesa en un restaurante o una habitación en un hotel. “Cuando las tratan por su género el subidón es increíble, la forma de estar en el mundo, de sentirse. Les cambia la autoestima a la primera”, resume.