Brais Nogueira se suscribió a Netflix en 2017, dos años después de que la empresa aterrizara en España. Era estudiante universitario y se pasaba los días pegado a la pantalla para consumir series y películas, y aprender del mundo audiovisual. “Había días en los que estaba cinco horas seguidas o incluso más, me hacía maratones”, rememora en una llamada con EL ESPAÑOL.
Esa magia se apagó poco a poco por numerosos motivos y, a principios de este año, Brais decidió dejar de pagar el servicio. Se ha convertido en uno de los 200.000 abonados en el mundo que han cancelado su suscripción en este primer trimestre de 2022. Por primera vez en más de una década, la compañía se enfrenta a un descenso que desploma los 2,5 millones que esperaba ganar.
Tenía hasta su propio lema en internet: Netflix and chill (Netflix y relajarse). La jerga se utilizaba mayormente para referirse a tener un encuentro sexual con alguien; el estar solos en casa con la manta viendo una peli y que surja el romance. El humor de la red no ha sido suficiente: el peso de otros distribuidores de contenidos audiovisuales se ha impuesto.
Lo que a Brais le ha desencantado es el desorden. Al vigués de 25 años le incomoda que de un día para otro esté una temporada al completo. Cuando era estudiante se podía permitir perder horas del día, pero ahora que es autónomo y lleva la comunicación de varias empresas, prefiere las series dosificadas.
“Netflix, en cuanto a estructura, es más intuitiva, pero en los últimos años usa estrategias mucho peores que el resto de plataformas. ¿Por qué subir tanto contenido? Únicamente provoca que tengas que tener mucho tiempo para buscar y seguir la actualidad. No fideliza”, asegura.
El algoritmo no es capaz de adecuarse a sus necesidades. Un ejemplo es la última película de Richard Linklater, director de Antes del amanecer’ (y toda la saga) y Boyhood, quien estrenó Apolo 10 ½: Una infancia espacial a principios de abril. “Es un director consolidado, y a ninguno de mis amigos le salió como sugerencia”.
El gallego tiene la sensación de que hay algunas producciones originales a las que se le da todo el peso. “Como La casa de papel’ y Élite le dan pasta, meten el esfuerzo promocional en eso y entienden que a todo su público le gusta el contenido fast food (comida rápida). No digo que esté mal, pero tienen que pensar en todos”, critica.
Ambas series han triunfado: La casa de papel fue la primera española en ganar el Premio Emmy Internacional en la categoría de "mejor drama", y en 2019 anunció a través de su cuenta de Twitter que 20 millones de hogares vieron al menos un 70% de algún capítulo de Élite.
Brais, que ha disfrutado de series y películas originales de Netflix, también se decantó en su momento por esta opción porque tenía una amplia variedad de títulos de anime. “Lo consumo mucho y es una manera más fácil de verlo”, insinúa sobre otra opción que ha descartado, pero sigue vigente: la piratería. De hecho, aunque en España, este consumo ilegal bajó en 2020 un 7%, sigue siendo la causante de pérdidas millonarias.
Pandemia y Amazon Prime
En realidad, Brais sigue viendo Netflix, pero con la cuenta de su novia. Es el mismo método que ha seguido Patricia Hollaenweger, una alemana afincada en Madrid por trabajo. La encargada de marketing, de 26 años, se mete en la cuenta de su pareja y en la de sus padres: “Cuando me di de alta era estudiante y tenía un descuento, ahora ya no me merece la pena”.
A ella Netflix le sedujo en plena pandemia, cuando no podía salir de casa y no tenía estímulos del exterior. “Me podría ver seis o siete capítulos seguidos en un finde. Por aquel entonces aún no trabajaba, y era una época en la que todo el mundo veía series y se comentaban”, recuerda sobre unos meses en los que, cuando las restricciones se fueron levantando, el ánimo seguía bajo. “No pasaba nada si te quedabas en casa”, recuerda.
De Netflix ya ha consumido lo que le interesaba: Breaking bad, Homeland o Vis a vis. Ahora que puede salir más prefiere HBO Max, donde ha visto la aclamada serie Euphoria; o Amazon Prime, donde ve This is us.
“Yo prefiero Amazon Prime porque tengo los envíos gratis y me llega el paquete al día siguiente. Es lo que pago”, resume. Ese pensamiento lo comparte José María Higuera (Córdoba, 55 años): “Es la que más enganchado me tiene porque la tengo por las compras. Las series y las pelis son como un regalo añadido”.
Más que por falta de tiempo, es por prioridades. José María tiene un horario de 8 a 15 y el resto de tiempo prefiere estar por la calle, hacer ejercicio o incluso escuchar la radio. “La tele la enciendo mientras ceno, una horita y media, más o menos”.
En realidad, se dio de alta animado por su hija, que estudiaba en el extranjero. “Fue hace unos cinco años. Podíamos utilizar Netflix los dos; ella desde Holanda y yo desde Sevilla”. Hace unos meses se dio de baja. “Se nos estropeó la televisión y después ya decidí pagar HBO, que nos salía por cuatro euros”.
No más cuentas compartidas
Jose María ha dejado la plataforma por completo. “Mi hija sí que usa alguna vez la cuenta de un amigo”, apuntala. Brais lo justifica, entre sus muchos motivos, con la subida de precio: en 2021 el Estándar pasó de 11,99 euros a 12,99 euros al mes; y el Premium de 15,99 euros a 17,99 euros al mes.
Esta crisis ahoga a la compañía tras anunciar que dentro de un año empezará a cobrar por las cuentas compartidas. A través de un grupo de ejecutivos de la plataforma, explicó que la estrategia de compartir contraseñas es un problema, ya que hasta 100 millones de espectadores podrían estar accediendo al servicio de forma gratuita.
El director de operaciones Greg Peters puntualizó que “la idea no es eliminar el uso compartido de contraseñas, sino cobrar a las personas para que lo hagan". Brais responde con determinación absoluta: “El día que lo haga será su ruina”.