Elena Armesto y otras feministas contra Irene Montero: "Su tiempo en política es finito"
La ministra recibió un aluvión de críticas que veían oportunista su decisión de hablar de la Ley Trans el Día Internacional de la Visibilidad Lésbica.
1 mayo, 2022 02:55Noticias relacionadas
El pasado martes 26 de abril se celebró, como cada año, el Día Internacional de la Visibilidad Lésbica. Una fecha que tiene como objetivo reivindicar la igualdad de derechos de las mujeres lesbianas que aún deben hacer frente a la estigmatización y a la discriminación social. Sin embargo, ese día estuvo marcado por la polémica después de que la ministra de Igualdad, Irene Montero, pusiera un tuit en el que hacía referencia a las mujeres trans, recibiendo por ello un aluvión de críticas por parte de muchas mujeres feministas que veían oportunista la decisión de la ministra de hablar de la Ley Trans en una jornada que debiera ser recordada por la visibilización de la lucha de las lesbianas.
Sus declaraciones abrieron aún más la división interna dentro del feminismo. Una división que enfrenta, por un lado, a las feministas transinclusivas, y por otro, a las transexcluyentes, también llamadas TERF. Una postura que las ha llevado a ser catalogadas como tránsfobas. Para este sector del feminismo, las mujeres con pene no son “mujeres de verdad”, por tanto, rompen con el mensaje de inclusión de la corriente del feminismo que la ministra Montero representa.
Una división que ya en sus inicios también se vio reflejada dentro del Gobierno. La publicación del primer borrador de la Ley Trans provocó un cisma entre Unidas Podemos y el PSOE, histórico defensor de las políticas feministas más clásicas, lo que desató una guerra interna entre la ministra de Igualdad, Irene Montero, y la exvicepresidenta Carmen Calvo, quienes representan diferentes concepciones del feminismo.
Hoy es el Día de la #VisibilidadLesbica y desde @IgualdadGob reivindicamos a todas las mujeres que durante décadas han luchado por sus derechos. En esta legislatura saldaremos una deuda con la Ley Trans y de derechos LGTBI🏳️🌈 con medidas tan importantes como 🧵👇
— Irene Montero (@IreneMontero) April 26, 2022
A pesar de las discrepancias, el 29 de junio de 2021, el anteproyecto de la Ley Trans fue finalmente aprobado en el Consejo de Ministros. "Una histórica ley que da un paso de gigante en los derechos de las personas trans y LGTBI", afirmaba entonces la ministra. Sin embargo, tras casi un año de críticas y rechazo por parte del feminismo más purista, el pasado 13 de abril, el Consejo General del Poder Judicial se posicionó del lado del feminismo transexcluyente al elaborar un informe que cuestionaba, entre otras cosas, los beneficios de los planteamientos de libre autodeterminación de la identidad sexual abanderados por Unidas Podemos. Dicho informe alertaba de que la Ley Trans puede generar un efecto discriminatorio “especialmente significativo respecto de las mujeres no transexuales".
Diferentes colectivos y organizaciones feministas contrarios a las propuestas del Ministerio de Igualdad alertaron de que el anteproyecto de ley estaba en contra de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y suponía una discriminación para las mujeres que durante siglos han luchado por sus derechos.
Críticas
Uno de estos grupos, la Alianza Contra el Borrado de Mujeres, afirma a este periódico que la decisión de Montero de hablar sobre la Ley Trans en un día como el de la Visibilidad Lésbica representa un acto de oportunismo propagandístico. “Aprovechar un día así para hablar sobre la Ley Trans y celebrar un acto cerrado en el que se invita a personas no lesbianas, pero no se invita a lesbianas destacadas en la lucha por los derechos de las lesbianas, solo habla de cómo el Ministerio de Igualdad trabaja para sus grupos afines de forma sectaria. La degeneración a la que se está sometiendo ese ministerio está dañando el prestigio del feminismo que ha costado décadas conquistar”, explican.
Además, desde la organización denuncian que cargos de dicho ministerio cercanos a la directora general de derechos LGTBI “se hayan dedicado a jalear en las redes sociales calificando de ‘basura’ a destacadas lesbianas feministas de este país”. De igual forma, consideran una provocación que la Secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez, “realice declaraciones afirmando que las lesbianas tienen pene”.
EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con varias mujeres feministas que se oponen a las propuestas ideológicas del Ministerio de Igualdad. Una de ellas, quien prefiere no revelar su identidad -cree que si lo hace le perjudicaría en su ámbito laboral- y que se autodefine como “una activista lesbiana de la corriente feminista radical”, considera desafortunadas las declaraciones de la Secretaria de Estado de Igualdad. “Si nos gustaran los penes no seríamos lesbianas, seríamos heterosexuales”, arguye. “Las lesbianas siempre hemos estado muy invisibilizadas dentro del colectivo LGTBI. No me parece lógico que se alimenten polémicas justamente el día en el que tenemos que reivindicar nuestra propia agenda”, expresa.
Esta misma fuente piensa que el Ministerio de Igualdad “no puede dejar de atender los problemas materiales de las mujeres para centrarse, casi de forma exclusiva, en políticas públicas que responden a teorías de las identidades”. Y es que, precisamente, uno de los puntos que rechaza esta corriente del feminismo transexcluyente es el de la identidad de género. Defienden que ser lesbiana no es una identidad sexual ni de género, sino una orientación sexual. “No puede ser que se normalice que existan cerebros rosas y azules y que si una niña juega al fútbol en el colegio es que, seguramente, esté atrapada en un cuerpo de niño. Es simplemente una niña que juega al fútbol”, explica esta mujer preservando su anonimato.
"Aberrante"
Por su parte, Esther Díaz, profesora de filosofía en un instituto público, añade que es “aberrante” que, en el día de la Visibilidad Lésbica, la ministra de Igualdad haga creer que hay lesbianas con pene. “Las lesbianas han sido invisibilizadas hasta en el propio movimiento homosexual y ahora la ministra de Igualdad habla de ‘vidas lesbianas’ y de lesbianas con pene. ¿Acaso no llevan toda la vida los machistas diciendo a las lesbianas que su problema es que no han probado un buen pene? ¿De verdad que la ministra les dice lo mismo?”, expresa.
Díaz profundiza en la cuestión e invita a la reflexión de cómo el sistema patriarcal ha jerarquizado los sexos. “El problema no son los sexos, la biología es amoral y apolítica, el problema es que exista lo femenino y lo masculino, es decir, el género, creer que hay comportamientos, actitudes, cerebros o formas de ser de hombre y de mujer es lo más rancio y antiguo del mundo”, explica. Además, esta docente opina que políticas como esta “convierten al profesorado en policías del género y hace creer que hay comportamientos propios de cada sexo. Los cuerpos son sexuados, los seres humanos somos machos o hembras desde el punto de vista biológico. Se trata de que esas diferencias biológicas no se traduzcan en desigualdades sociales y políticas. Algo contra lo que lleva luchando el feminismo desde hace más de tres siglos. Esa es nuestra lucha”, concluye.
Asimismo, desde la asociación Docentes Feministas por la Coeducación advierten del riesgo que supone la Ley Trans en la educación primaria. “El transactivismo piensa que mujeres de incalculable valor histórico, como Juana de Arco, en realidad, eran hombres trans. Esto supone un golpe para la coeducación y el derecho de las alumnas a estudiar y conocer mujeres que han cambiado la historia”, expresan.
Para combatir estas ideas, este colectivo de docentes feministas cree necesario que las alumnas lesbianas tengan claro que, debido a la morfología sexual binaria, sólo existen tres tipos de orientación sexual: homosexualidad, bisexualidad y heterosexualidad. “La transexualidad no es una orientación sexual sino una identificación con los caracteres diferenciales del sexo opuesto que puede tener origen en una homofobia internalizada”. Es decir, que el lesbianismo y la transexualidad no sólo no tienen nada que ver sino que, como lo interpreta la ministra, “lo trans es enemigo de lo lésbico”, expresan.
Siguiendo con la línea del concepto de identidad de género, Elena Armesto, analista de marketing de una multinacional y declarada feminista, explica que el hecho de equiparar orientación sexual con “identidad” y con determinados roles es profundamente homófobo. “Esta idea se ceba especialmente con las lesbianas, a las que se viene acusando -e incluso agrediendo en sus propias marchas reivindicativas por activistas trans femeninos- de transfobia por rechazar relaciones con hombres autoidentificados mujeres”.
Sobre la reivindicación de la ministra de igualdad sobre la Ley Trans en el Día de la Visibilidad Lésbica, Elena considera que no es más que otra provocación antifeminista. “Ya lo hizo en el Día Contra la Violencia Machista o en el mismísimo Día de la Mujer. Irene Montero sabe que su tiempo político es finito y que este anteproyecto de ley es su única seña de identidad. Está dispuesta a mantenerlo a pesar de las grandes lagunas de inseguridad jurídica que afectarían especialmente a las mujeres, como bien ha indicado el informe del CGPJ”, expresa.
El género no se siente
Según la ideología de esta corriente del feminismo, el género es la herramienta patriarcal por el cual las mujeres, debido a su sexo, sufren opresión estructural. Por ese motivo, piensan que los postulados de la identidad de género son profundamente antifeministas. “Creer en la identidad de género y en la agenda transactivista es, simplemente, contraria al Movimiento Feminista. El género no se siente, lo sufrimos las mujeres, incluso aquellas que se autodeclaran hombres. La misoginia no transiciona”, argumenta Elena.
No obstante, también hay quien piensa que, en vez de crear una guerra entre mujeres y trans, se debería entender mejor como una lucha paralela. Así al menos lo entiende Marta (nombre ficticio), una periodista especializada en políticas de igualdad que no quiere revelar su identidad ya que no quiere que “le apliquen la cultura de la cancelación”, haciendo referencia a lo ocurrido con J.K. Rowling, la autora de Harry Potter, acusada de TERF (tránsfoba). “Los transexuales siempre han luchado por sus derechos y el feminismo que yo conozco ha empatizado con ellos y los ha apoyado”, opina. Aún así, cree que la Ley Trans es un error y “el sujeto político ha de ser otro”.
Apartada del PSOE
Isabel García fue delegada federal LGTBI del PSOE hasta octubre del año pasado, momento en el cual fue apartada de la Ejecutiva Federal del partido como consecuencia de sus opiniones contrarias a cierta parte del colectivo LGTBI interno que estaba a favor de la Ley Trans. Una situación parecida a la de la exvicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo, también relegada de sus funciones como Secretaria de Igualdad de los socialistas.
Preguntada por este medio sobre la propuesta de la Ley Trans, García considera que se trata de “una ley basada en una teoría que niega las orientaciones sexuales. Si no existe el sexo no existen las lesbianas ni los gays, ni las bisexuales”, explica. Y añade: “Yo no estoy en contra de los derechos de las personas transexuales. Pero Montero lo que intenta con su discurso es invisibilizar a las mujeres lesbianas”. “Las lesbianas sufrimos doble discriminación: por ser mujeres y por nuestra orientación sexual. La ministra se empeña en centrar el debate de la diversidad y con eso contribuye a nuestra invisibilidad”, expresa.
Pero el punto que sin duda más debate ha suscitado es el de la autodeterminación de género, que incluye el cambio registral del sexo a partir de los 14 años de edad -y no desde los 18 años como establecía hasta ahora la norma-, sin consentimiento familiar, sin diagnóstico médico de disforia de género, sin tratamiento hormonal ni apoyo psicológico.
Reconciliación con su cuerpo
Nagore es una joven de 21 años, estudiante de psicología, que con 15 años comenzó un tratamiento de hormonación. Su idea era realizarse una doble mastectomía. Sin embargo, su madre no lo aceptó y decidió llevarla a un psicólogo con el fin de que renunciase a la idea. “A la psicóloga le contaba que yo quería ser un chico. Ella me contestaba que le parecía bien pero que le hablase del resto de cosas que me generaban malestar. En esos momentos, yo estaba muy mal psicológicamente. Tenía problemas de socialización, así como síntomas depresivos y de ansiedad. Al cabo del tiempo, me ayudó mucho a nivel psicológico, mejoró muchísimo mi autoestima. Junto con la mejora de esas cosas, llegó una reconciliación con mi cuerpo”, relata a este medio.
Una vez en la universidad, descubrió que el malestar con su cuerpo podía mejorar sin tener que hormonarse ni operarse. “El proceso fue primero de apoyo psicológico, y después de razonamiento filosófico. Y, cada vez que lo pienso, me doy cuenta de la suerte que tuve y que otros no tienen: si no hubiera sido por mi psicóloga, nunca habría conseguido salir de lo trans. Me habría hormonado. Fue la sucesión perfecta de hechos. Me cambió completamente la forma de ver el mundo”, explica.
Desde su experiencia, Nagore opina que la razón principal por la que existen personas que rechacen sus cuerpos sexuados es por el sexismo de la sociedad. “Si todos pudiéramos comportarnos como quisiéramos, si nadie se metiese con un niño por llevar pelo largo y vestidos, o con una niña por jugar a la pelota y llevar el pelo corto, la disforia casi que no existiría”, dice. Asimismo, cree que muchas de las personas que ahora se quieren cambiar de sexo es debido a que sufren conflictos psicológicos y problemas de autoestima. “Estas chicas rechazan sus cuerpos por razones distintas a las personas que tienen disforia de género desde etapas muy tempranas”, explica.
No obstante, quiere puntualizar que la terapia no es suficiente para que una persona acepte su cuerpo y admite que la transición ayuda a muchas personas. “En ocasiones se requiere de hormonación, incluso intervenciones quirúrgicas, para que la persona pueda vivir con la mejor disforia posible”. Sin embargo, advierte del peligro que supone que la Ley Trans permita que los menores, personas aún en desarrollo de su identidad propia, tomen decisiones irreversibles sobre sus cuerpos. “Primero se debe realizar un estudio psicológico que descarte la presencia de malestares y traumas previos”, concluye.