El deseo de que el hombre conquiste Marte no es nada nuevo. Es el planeta que tenemos más cerca de la Tierra, después de Venus, pero su distancia cambia constantemente a medida que nos movemos alrededor del sol. Aun así, la distancia media entre los dos planetas es de 225 millones de kilómetros. La pregunta es… ¿Cómo llegar hasta allí? -lo de plantar lechuga ya lo está intentando un andaluz, José María-.
Para ello, se necesitaría de una nave y de un combustible que la alimente, pues si ya nos va a costar llegar –y permanecer- allí, será aún más difícil encontrar dónde repostar. Algo así se debieron plantear los 10 científicos españoles que se encuentran en plena fabricación de un reactor que convertirá el CO2 de Marte en combustible espacial, allá por el 2030-2040, cuando el hombre consiga viajar hasta el planeta rojo.
El centro tecnológico Tekniker, junto a la Universidad de Cantabria, lidera el proyecto HISRU, financiado al 100% por la Agencia Espacial Europea. El objetivo es desarrollar el primer sistema capaz de reciclar el dióxido de carbono presente en el 95% de Marte, tal y como cuenta a EL ESPAÑOL Borja Pozo, líder del proyecto y responsable de la unidad espacial de Tekniker.
Junto a sus nueve compañeros, provenientes de toda España y cuyas edades van desde los 30 a los 45 años, inició la propuesta en el mes de enero, con la previsión de 18 meses de duración. “La idea nace de dos factores: uno es que la Agencia Espacial Europea sacó una campaña pidiendo posibles ideas para reducir el CO2 o reutilizarlo, tanto en la tierra como en el espacio. Y el segundo factor es que se nos ocurrió que usar el CO2 de Marte era una necesidad para ir y volver en el futuro de allí”, relata a EL ESPAÑOL.
Siempre quiso dedicarse al espacio, aunque primero hizo telecomunicaciones, por eso de que “en la adolescencia siempre te olvidas un poco”. La investigación tecnológica estuvo presente en su evolución, e hizo un doctorado en telecomunicaciones y electrónica. Allí conoció “la mecánica de los materiales y al final, como en el espacio todos los sistemas necesitan de diferentes tecnologías, aprendí a unir la mecánica con la electrónica y los materiales y a aplicarlo en diferentes entornos”.
En este caso, el objetivo de HISRU es crear un sistema capaz de usar la energía solar y las aguas grises procedentes de las tareas domésticas de los astronautas, como darse una ducha, como fuentes de energía capaces de producir reacciones químicas necesarias para convertir ese CO2 en metano. De esta manera, no se tendría que trasladar el combustible desde la tierra, -con la reducción de costes y peso que eso conlleva- y los astronautas pueden producir su propio combustible en Marte.
EL proceso, como se puede sospechar, requerirá de distintas fases, que nos explica el propio Borja: “Lo que hemos hecho es separarlo en partes y vamos a testear primero materiales, estructuras… Luego probar cuánta energía solar vamos a necesitar en Marte, por lo que debemos simular placas solares en diferentes entornos, y también probar las aguas grises, procesarlas, y ver si funcionan sin modificación rápida, porque eso haría más complejo el sistema, no imposible, pero sí más complejo”.
Será entonces cuando se comience a diseñar, fabricar y montar el reactor fotoelectroquímico para su posterior validación en el laboratorio en “condiciones similares a las de Marte”.
- Pero, ¿cuáles son esas condiciones?
- Por una parte, tener en cuenta la energía solar. Por otra, el efecto del ‘polvo marciano’, que se pone encima de las placas solares para ver cómo afectaría a la eficiencia energética. Y estamos decidiendo todavía si el reactor iría dentro de una cápsula presurizada o no. En caso de que no, tenemos que hacer un estudio de cómo afectaría porque la temperatura de Marte es de 120 grados y la presión es de 6 milibares, que es menos que la de la Tierra.
- ¿Dónde lo probáis?
- Hay una cámara grande de vacío de 3x2, y ahí es donde simulamos todo. Es un 95% de CO2 y bajamos la presión a seis milibares. Tenemos cámaras e instalamos un montón de sensores que nos dicen lo que está pasando y cómo afecta.
El polvo marciano
Que el espacio aún está por descubrir es una cuestión que todos conocemos. Por eso van apareciendo conceptos que se nos escapan y que Pardo explica a EL ESPAÑOL: habla de gravedad, eficiencia energética, reactores o polvo marciano con calma.
- ¿Qué es el polvo marciano?
- Le llamaría arena, pero le llamo polvo por sus características. En Marte tenemos un tercio de la gravedad en comparación con la de la Tierra, y digamos que nos encontramos con un gran desierto con grandes tormentas. Debido a ese polvo, a esa falta de gravedad y esos vientos, se provoca que, a un metro de altura, haya una suspensión constante de polvo muy pequeño. Eso se mete por todas partes, estropea todo, y no podemos ir a limpiarlo. Es un problema muy grande porque es como si en la tierra tuviéramos un manto de polvo constantemente, con lo que eso conllevaría.
Financiación espacial
La Agencia Espacial Europea ha financiado este proyecto con 175.000 euros. Aunque no es el proyecto más grande al que se enfrentan en TEKNIKER, donde también está construyendo el primer generador eólico para Marte, además de tener en marcha otros seis proyectos para el espacio en activo. “Hacemos más de lo que se cree en España”, apunta Pardo, que también asegura que cuanto más dinero reciban, más proyectos se podrían hacer. “No es que no recibamos suficiente dinero, es que al final, cuanto más dinero, más podríamos hacer. El sector espacial devuelve mucho dinero, no puedo hablar en nombre del gobierno, pero cuanto mas dinero tengamos, siempre repercute en la base del país, en la sociedad y el país, porque lleva a desarrollos que se aplican en la tierra directamente”.
Y es que la idea es que HISRU se pueda poner en práctica también en la tierra. “Al final el CO2 es el que produce el efecto invernadero, que es el cambio climático. Por lo que si, todo lo que emite CO2, en vez de lanzarlo a la atmósfera, conseguimos que se pueda reutilizar con un sistema de este tipo, ayudaría a una fábrica a producir nuevos elementos para vender o reutilizar sus procesos y ahorrar costes, siempre evitando o reduciendo el cambio climático”.
Se trata de un sistema totalmente pionero en Europa e incluso en el mundo. “Sabemos que la NASA hizo pruebas de concepto en su laboratorio, y ahora seguro que se fija en los resultados del nuestro”.
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