"Pisotee aquí" a Sánchez: seguidores de Vox secundan al hostelero antirrojos en su asador
Coincidiendo con la celebración del mitin del partido de Abascal en Marbella, nos sentamos a mesa y mantel en restaurante de José Eugenio Arias-Camisón.
15 junio, 2022 02:44"Nada, Santi Abascal no está comiendo aquí", avisaba una señora a su compañero de mesa. La pareja, de unos 70 años, lucía en sus muñecas una serie de pulseras: "España siempre", rezaba una; "Vox", la otra. No había ni que preguntar, sólo poner un poco la oreja: estaban calentando motores para el acto que se celebraría en Marbella esa misma noche -por el domingo- mientras comían en el restaurante del hostelero antirrojos, José Eugenio Arias-Camisón.
El Asador Guadalmina es uno de los restaurantes de moda. No por la calidad de la comida, de la que ahora hablaremos, sino porque su propietario, José Eugenio Arias-Camisión, ha vuelto a la palestra por, entre otras, amenazar con denunciar a EL ESPAÑOL por supuestas difamaciones. Arias-Camisón es un personaje recurrente. Se estrenó con la Ley Antitabaco durante el Gobierno de Zapatero y ahora lleva dos veranos dando gloria a programas de televisión y las redes sociales. Se ha convertido, no se sabe si queriendo, en un meme.
Hemos vuelto a ir, como el año pasado, al Asador Guadalmina, pero por segunda vez no hemos dado con su propietario. En esta ocasión estaba de viaje en el norte y no regresaría hasta más adelante. Pero la visita sirvió para probar buena carne y comprobar cómo, a base de vídeos y tuits, el de Arias-Camisón se ha convertido en el asador-cuartel de los votantes de Vox.
Llegamos y nos sentamos en nuestra mesa. No hacía mucho calor a pesar de que eran más de las tres de la tarde. Pedimos terraza, pero el interior estaba prácticamente lleno. Tirando de prejuicio, mucha vestimenta típica marbellí: mucho color blanco, bermuda con Castellanos y relojes que valen lo que un año de alquiler.
Junto a la mesa, una pareja, él mayor que ella, hablan de sus cosas. Interrumpe una llamada de teléfono: "Aquí estamos en Guadalmina. Sí, claro, ahora entraremos a ver quién hay". La pareja comía tranquila, viendo, de cuando en cuando, vídeos virales en los que se escuchaba el himno de España o alguna que otra música épica.
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En un momento dado, el hombre se levanta y se dirige al interior del local. Sube los escalones de entrada y cumple fielmente las órdenes del felpudo que hay a sus pies. Un primer plano de Pedro Sánchez impreso junto a una leyenda: "Pisoteé aquí igual que este traidor y mentiroso ha pisoteado a España". Orgulloso, el señor se limpia con afán las suelas de sus zapatos, alza la vista y busca la aprobación de alguno de los camareros: "Mira, mira, bien fuerte".
Cambiando de escena, un par de mesas redondas están al otro extremo del salón. En una de ellas, el famosos Bertrand Ndongo. Recibe una llamada en su móvil, se levanta y sale del local. Se va a la zona de aparcamiento. Allí mantiene una conversación. A la vuelta, una señora le reconoce: "¡Eh, Bertrand!". Él se para y la saluda: "Aquí estamos, preparando el mitin de esta noche". "Nosotros igual, ¿sabes si está Santi dentro?", y ahí queda la conversación. Ndongo vuelve al móvil disculpándose con su fan con un gesto con la mano.
Desde la mesa se podía observar prácticamente todo. Parece que sabían a lo que íbamos. Llega otra pareja, un poco perdida. Ambos lucen un polo blanco con una gran bandera de España serigrafiada. Otean en el interior, pero no ven a su cita. Andan unos pasos y la duda se disipa. Son seguidores del blog de Ndongo La cosa está muy negra.
La comida
La cosa iba de sentidos... Al oído y la vista para reconocer el terreno, le sumamos el gusto. Tiramos de clásico. Solomillo de vacuno, 33 euros IVA no incluido. En realidad deberíamos haber pedido el chuletón de vacuno mayor. En la carta tiene una acotación: "El que le gusta al ministro Garzón": 65 euros por una pieza para dos personas.
La carta en sí es una maravilla. Las tapas, una foto de la playa de la Concha; la contraportada, una declaración de intenciones. Un manifiesto de ocho puntos firmado por José Eugenio Arias-Camisón. En él, afirma que están contra el consumo de tabaco, pero alega que éste es un producto legal y que el Estado "se embolsa más de 9.000.000 millones de euros (sic)" por impuestos. En definitiva, el Asador Guadalmina "ni obliga ni prohíbe a sus clientes fumar, siempre que este acto se haga con el máximo respeto a los menores de edad y mujeres embarazadas". Remata el manifiesto con que, a pesar de haber recibido multas, el TSJA ha anulado "todas las sanciones impuestas a nuestro establecimiento".
Pero vamos al lío. De entrante, un plato de queso con membrillo y nueces. El queso, bastante bueno, bien cortado y a temperatura ambiente. Se agradece que no esté frío y se pueda disfrutar. De lo que no cabe duda es de la calidad de la materia prima en el asador.
Los platos de carne llegan desnudos, sin guarnición. Las patatas, aparte, a 4,5 euros la ración de fritas o torneadas. El alioli, también aparte, 2,5 euros. La carne es extraordinaria, un solomillo jugoso y en su punto, con el corazón aún rojo. Lo que sorprende es el precio del agua, una botella de litro de Solán de Cabras 4,33 euros más IVA, y el café, 3,25 euros impuestos no incluidos.
Decidimos no tomar postre, la carne y las patatas habían saciado nuestro apetito. Y las conversaciones en torno a nuestra mesa, en cierto modo, también. Queríamos conocer qué se cocía antes de un mitin de Vox. A falta de ver por allí a Macarena Olona, a Santiago Abascal o a Giorgia Meloni, sí vimos a muchos simpatizantes, algunos que lo hacían saber nada más llegar; otros que se identificaban por sus muñecas.
El servicio
Ni Vanessa ni Juan sabían a qué íbamos. Actuábamos como clientes normales, aunque en algún momento debieron sospechar algo, porque no es que estuviéramos siendo especialmente cautos en nuestras reacciones a lo que escuchábamos y veíamos. De cualquier modo, se les veía contentos, trabajando con alegría.
Juan, que tenía pinta de llevar algo menos de tiempo trabajando, respondía a las llamadas de otros camareros más veteranos. Todos los currantes que estaban el domingo al mediodía en el tajo salían en la foto que había publicado su jefe días antes en Twitter.
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El servicio fue muy rápido, muy atento y realmente agradable. Entre los camareros también se notaba un buen rollo positivo. En una zona con tanto turismo, las propinas suelen ser bastante generosas. Arias-Camisón afirmaba que sus trabajadores cobraban entre 1.500 y 3.000 euros, pero no hacía alusión a qué parte de este era por propinas.
La decoración
Y es que la decoración del local no es agradable para alguien que haya siquiera pensado en votar a Pedro Sánchez. "Los siguientes sujetos y sujetas tienen terminantemente prohibida la entrada este establecimiento". Ese encabezado va acompañado de las fotos del presidente del Gobierno, sus vicepresidentas y todos los ministros. Un cartón pluma sostiene en una columna un papel tamaño A2 impreso a color. Sobre este advertencia, otra: jugando con los colores de la bandera de España se lee: "Esta casa es española, católica y de derechas. Perdonen las molestias".
En la puerta, otra bandera de España sobre la que se lee "Casa cuartel de la Guardia Civil". Y en todos los ventanales del local, más carteles contra Sánchez. En uno de ellos se ve al presidente colgado de la cruz del Valle de los Caídos, por ejemplo. En otro de los cristales, un anuncio. El programa de una radio -con apenas quince frecuencias en España y cuyo logo contiene los colores rojo y gualda- se realizará desde allí el 19 de junio, "con motivo de las elecciones en Andalucía". Adjunto aparece un teléfono para acudir como público.
Pero el viaje no acaba con esa decoración interior. Al salir y poner a toda pastilla el aire acondicionado después de tener el coche a pleno sol, tomamos el camino de vuelta a casa. El Asador Guadalmina está en un centro comercial y al tomar la carretera de salida, en la primera curva, un cartel sorprende al visitante que conoce al propietario del asador: "Arias Camisón properties", ese properties, en inglés, va escoltado de dos banderas de España. Debajo, un teléfono móvil y la dirección donde se pueden encontrar las oficinas. En el mismo centro comercial del asador.