El mundo animal tenía a uno de sus mejores aliados en la figura de Esteban Bastida Sotelo: a este veterinario, especializado en cirugía general, traumatología y neurología, se lo rifaban en clínicas de Murcia, Alicante, Valencia y Albacete. "El tema económico no era un problema para él, ante todo quería ayudar a los animales y si tenía que poner dinero de su bolsillo lo hacía", tal y como resalta Fernando Payá, director de la Clínica Veterinaria La Paz -fundada por Esteban-. "Era una persona dispuesta a todo: nunca le dijo que no a nadie para una operación".
A este veterinario le apasionaban los retos porque no sabía vivir de otra manera y este fin de semana murió practicando barranquismo en la Poza Marmita Trampa: un punto negro del barranco del río Trevélez en Granada. La tragedia fue doble porque Esteban perdió la vida practicando una de sus grandes aficiones junto a Olga García García, otra prestigiosa veterinaria, cuya pérdida también ha sido un mazazo para la localidad alicantina de Benijófar donde llevaba diez años trabajando en el Centro Veterinario Benican.
"Esteban murió con 48 años y su amiga Olga con 39 años", según confirma Fernando Payá, haciendo una pequeña pausa mientras atiende a EL ESPAÑOL, porque el nudo en la garganta aprieta demasiado. "Ha sido un palo tremendo". Este martes nadie puede reprimir las lágrimas en la afamada Clínica Veterinaria La Paz, ubicada en la pedanía murciana de El Palmar.
"Era una persona que hacía que el mundo fuese un lugar mejor", remarca entre sollozos Encarni Nicolás, peluquera canina que luce una 'k' en su nombre bordado en el uniforme. Tal detalle fue idea de Esteban: un veterinario amante del deporte, de carácter aventurero, generoso y bromista porque siempre tenía algún chiste malo en la recámara.
"Su pérdida nos ha dejado sin palabras, yo llevo dieciocho años trabajando con Esteban y me ha enseñado muchas cosas: siempre dijo que en la clínica éramos una gran familia y solo por eso vamos a seguir para adelante para que se sienta orgulloso de nosotros", reflexiona Enkarni.
En la Clínica Veterinaria La Paz siempre se ha respirado un ambiente familiar y de camaradería porque Esteban la fundó con unos amigos y en las instalaciones trabajan su prima, como recepcionista, y su hermano, Roberto, como su enfermero de confianza en las intervenciones de cirugía animal. "Cuando Esteban terminó la mili en 1997 en Mallorca, regreso para empezar a ejercer y montó la clínica en 1998 asociándose con Luis Vega y Javier Rollo, unos compañeros suyos en la Universidad de Murcia".
La vocación de Esteban como veterinario le llevaba en ocasiones a convertir su casa en una especie de arca de Noé: "Su perra se la encontró hace once años en la calle y le puso de nombre 'Sugar' porque padece diabetes, luego también acogió a un burro, después a una cabra…", enumera Fernando Payá, esbozando una tímida sonrisa al recodar la pasión tan especial por la fauna que sentía su amigo y compañero.
"Hace cosa de seis o siete años se especializó como cirujano, habrá hecho 50.000 intervenciones y me quedo corto porque iba a cualquier clínica donde le reclamaban: operó a chiguaguas que pesaban menos de un kilo para solucionarles problemas cardíacos congénitos; hizo caminar a un montón de perros inválidos por culpa de hernias discales repentinas; incluso en la Universidad de Murcia le pusieron su nombre a un macaco en su honor", recuerda con cariño el director de la clínica, mientras muestra a este diario "la oficina" de Esteban: "El quirófano".
De hecho, este doctor en cirugía por la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid adquirió tal prestigio que entre sus pacientes se encontraban algunas de las cincuenta especies del conocido parque zoológico Terra Natura de Murcia: a un lobo ibérico le puso una placa en el húmero, le sacó una muela a una hiena, castró a un oso, recuperó el ala de un murciélago…
"Tenía una habilidad innata para operar, no conozco a ningún cirujano tan hábil y con tanta determinación, la cirugía era un reto para Esteban y nunca se acomodó: era un veterinario que siempre estaba estudiando", subraya con vehemencia Fernando Payá.
"El Colegio Oficial de Veterinarios de Murcia le concedió a Esteban el Premio Montiel Monteagudo por sus valores humanos", tal y como destaca el que antaño fue decano de la institución, Fulgencio Fernández. "Era un muy buen profesional". Prueba de ello es la media de 30 clientes diarios que tiene la Clínica Veterinaria La Paz y la apretada agenda que llevaba Esteban como cirujano: los lunes y los viernes operaba en El Palmar, los martes en Albacete…
Entre viaje y viaje conoció a Olga García García: veterinaria en el Centro Benican de la localidad alicantina de Benijófar, al que Esteban acudía todos los meses a intervenir de fracturas a perros y felinos.
Olga siempre mostró inquietud por progresar profesionalmente desde que se licenció en la Universidad de Murcia en 2009. Inició su carrera tratando animales pequeños y en 2012 la contrataron en el Centro Veterinario Benican. El nivel de especialización que alcanzó en la realización de ecografías abdominales, le llevó a ganarse una estancia en el Departamento de Diagnóstico de Imagen del Hospital Veterinario Vetsia de Madrid, con un referente en la materia como el doctor Hernán Fominaya.
Cada día se desplazaba desde su residencia en Torrevieja hasta Benijófar con la misma ilusión que cuando empezó a ejercer. “Conozco a Olga desde que comenzó a trabajar en Benican y siempre destacaba por su simpatía y amabilidad", recuerda con emoción Susana Mar, de la protectora Ayuda Cuatro Patas. "Ella se caracterizaba por tratar con mucha suavidad a perros y gatos y no escatimaba a la hora de hacerles pruebas, como radiografías, para averiguar qué les ocurría".
Olga derrochaba vitalidad en la consulta fruto de su espíritu animalista. "Era una profesional maravillosa, atenta y amable", según resume Marly Espinosa, de CER Gatos Benijófar, una de las treinta asociaciones que trabaja codo con codo con el Centro Veterinario Benican. "Llevamos con ellos un programa de gatos callejeros y le hemos llevado a Olga cientos de felinos para ser esterilizados, recibir curas en sus heridas o realizarles analíticas: ella era una chica flaquita y pequeñita, pero manejaba a los animales con una destreza y una paciencia que impresionaban".
Esta veterinaria alicantina compartía con el veterinario murciano una pasión: el barranquismo. "Ella hacía montañismo y creo que incluso tenía un grupo para organizar rutas: no salía a lo loco ni a correr riesgos", afirma Marly Espinosa, de CER Gatos Benijófar. Este fin de semana, Olga y Esteban se marcharon con otra chica a Granada con un objetivo: el barranco del río Trevélez donde han perdido la vida cinco personas.
"El sábado se hicieron una ruta los tres juntos, pero la amiga que les acompañaba se marchó el domingo cuando iban a hacer la más difícil", según Fernando Payá, director de la Clínica Veterinaria La Paz. "Ninguno de los dos eran novatos haciendo barrancos".
Un precedente terrible
Esta tercera persona se ahorró adentrarse en la Poza Marmita Trampa donde un padre y su hijo perdieron la vida, el 21 de junio de 2019. Este terrible suceso generó un precedente que ya advertía del riesgo que existe al adentrarse en el barranco del río Trevélez: la Guardia Civil instaló anclajes a lo largo de 300 metros, con el objetivo de poder afrontar de forma segura futuras intervenciones de rescate.
Además, la Federación Andaluza de Montañismo alerta en su página web de que este punto es arriesgado por el río Trevélez: "Aunque el cauce poco a poco va disminuyendo su volumen, aún se desaconseja su descenso pues hay pasos obligados en los que la fuerza del agua supone un riesgo potencialmente alto para los deportistas".
Los dos veterinarios confiaron en su experiencia para cubrir con éxito la ruta. "Esteban llevaba más de trece años practicando barranquismo, era una persona a la que le gustaba viajar en plan mochilero, descubriendo cosas: estuvo en la India, en Islandia y hace dos semanas hizo un safari fotográfico por Namibia y se pasó dos días conviviendo con la tribu de Los Bosquimanos”, ejemplifica Fernando Payá, sobre el espíritu aventurero de su amigo, al que le encantaba viajar, y vivía la vida con la misma pasión que derrochaba por el barranquismo, el fútbol-sala o el rugby.
"El domingo por la tarde, su hermano, Roberto, no tenía noticias de Esteban y se preocupó porque le llamaba al teléfono y lo tenía apagado". De forma que se puso en contacto con la Guardia Civil. Un portavoz del Instituto Armado confirma que a las 21.30 horas fue movilizada la Sección de Rescate e Intervención en Montaña, así como un helicóptero.
"El lunes, a las diez de la mañana, se localizó la furgoneta en lo alto del barranco y fueron hallados los cuerpos sin vida de los dos desaparecidos dentro de la Poza Marmita Trampa", según detalla el citado portavoz de la Guardia Civil. "Ese barranco es peligroso porque se han producido varios accidentes y han perdido la vida montañeros, pero aún así la gente se aventura porque es un reto cubrir toda la ruta".
A falta de lo que determine la investigación, una de las claves que pudo desencadenar este accidente deportivo mortal fue el cauce del río. Así lo indica el citado portavoz del Instituto Armado: "En esta época del año, el barranco lleva mucha agua porque se produce el deshielo en Sierra Nevada por el calor". Este miércoles, a las 18.30 horas, en la iglesia de Sangonera la Verde, la pedanía de Murcia donde nació Esteban, se oficiará la misa de despedida del conocido veterinario.
Esteban deja una hija, de 3 años, y Olga una pareja de mellizos, de 6 años. No hay palabras para explicar el dolor que sienten sus familiares y amigos.