Si usted busca la expresión coloquial hasta la bandera en Wikipedia, le debería aparecer una fotografía del Orgullo LGTBIQ+ en Madrid el 9 de julio de 2022. Hasta la bandera arcoíris, concretamente. Cientos de miles de personas han abarrotado el centro de la capital este sábado en un ambiente tremendamente festivo tras dos años de parón por la pandemia de Covid-19.
La fiesta de la diversidad sexual ha juntado a animales de todo pelaje. Desde una asociación de gays cristianos, hasta al ministro del Interior. Quien ha brillado, lo ha hecho más por su ausencia. No estaba el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. Ni que decir tiene que tampoco había comitiva de Vox, ni se la esperaba. La derecha y el movimiento LGTBI todavía tienen muchos asuntos que resolver.
Hacia las 18 horas el Paseo del Prado estaba a reventar pese a que el sol se alzaba alto y abrasador sobre el cielo de Madrid. La sombra era un bien cotizado y hasta había quien se daba un chapuzón en las fuentes públicas. A lo largo de la noche, el centro de Madrid se ha convertido en un extenso botellódromo. La organización habla de entre 600.000 y 700.000 asistentes.
“¡¡Carla, Carla!!”
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La cabecera de la manifestación era un popurrí de personalidades y asociaciones. Estaban Toni Poveda, director de la Coordinadora Estatal de VIH y SIDA y vicepresidente de la Fundación Pedro Zerolo; Carla Antonelli, reconocida activista transexual y exdiputada del PSOE en la asamblea de Madrid; José María Núñez, presidente de la Fundación Triángulo; el activista Jordi Petit, la presidenta de COGAM y la maltesa Helena Dalli, comisaria de diversidad de la Unión Europea.
Justo detrás, un grupo de bailarinas se movían al ritmo de la samba tocada por una batucada y ataviadas como musas del carnaval de Río. Por un momento, en la cabecera también han estado los secretarios generales de CCOO y UGT, Unai Sordo y Pepe Álvarez, pero rápidamente han desaparecido.
De todos los personajes nombrados, solo uno se ha ganado una ovación popular. “¡¡Carla, Carla!!”, han coreado varios manifestantes al paso de la cabecera por el Paseo del Prado. La marcha ha sido lenta, y para ver a más políticos había que avanzar en sentido contrario a la misma.
Policías y gestación subrogada
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Si decimos que no hay fiesta más plural que el Orgullo, no nos equivocamos por mucho. Esta marcha, tan fiestera como reivindicativa, junta a inumerables sectores de la sociedad. Los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado están representados por el colectivo LGTBIPol, Agentes de la Autoridad por la Diversidad. “¡¡La policía también está orgullosa!!”, grita un hombre con un megáfono.
Las personas creyentes también tienen su espacio en la manifestación sin que nadie les increpe. Estaría bien saber la opinión de la Conferencia Episcopal al respecto. “Dios nos hizo de todos los colores”, reza una de las pancartas de la asociación Crismhom. “Ames a quien ames, Dios te ama”.
La Liga Artístico-Cultural Anti-Homofobia (LACAH) lleva en sus filas a Mili Hernández, dueña de la librería Berkana de Chueca. “Ante la duda lee a Cernuda”, clama una de sus pancartas, en referencia al poeta de la generación del 27 Luis Cernuda, declarado homosexual como lo fue Lorca. Si uno se pone a pensar en la cantidad de personas del colectivo LGTBIQ+ que conformaron y conforman la cultura española, no acaba nunca.
Una sección de la manifestación que llama especialmente la atención es la de Familias por la Gestación Subrogada. Esto sí que merece meterse en un jardín. “Yo soy padre por gestación subrogada y ahí está mi marido con mi hijo”, explica Eduardo Chaperón, presidente de la asociación. “Nosotros lo hicimos en California. Está regulado, es garantista y protege los derechos de las mujeres y del menor. Es el camino que hay que seguir”.
—¿Por qué no adoptasteis?
—A ver… ¿Esa pregunta se la haces a las familias heterosexuales?
—Sí.
—¿Sí?
—Yo se lo dije a mis propias hermanas. Te lo juro.
—Pues estoy convencido de que eres una absoluta excepción.
—Pues es muy sencillo. ¿Qué necesidad hay de seguir trayendo gente a este mundo?
—Eso ya es un debate totalmente ajeno a la gestación subrogada. La adopción es un método de protección del menor, no es una técnica de reproducción humana. No es una forma de crear una familia donde se proteja a los padres. Nosotros, en cualquier caso, estamos en las listas de la Comunidad de Madrid para adoptar. Pero, para que te hagas una idea, el año pasado hubo 48 adopciones y es el año que más ha habido. La lista de espera es de más de 1.500 personas.
—¡Madre mía!
—Luego está la adopción internacional. Para parejas homosexuales en Madrid, ha habido éxito en tres casos. Hay convenio con tres países: Colombia, México y Brasil. los únicos tres casos de éxito han sido con Brasil y ya ha dicho [el presidente ultraderechista Jair] Bolsonaro que se acabó lo de dar niños en adopción para maricones. ¡Ojalá hubiera podido adoptar! Yo no tengo ninguna necesidad de que mi hijo tenga carga genética mía. Ahora si no puedo adoptar, tengo que tener derecho a formar una familia.
Este debate se podría alargar ad infinitum sin que ninguno de los contertulios diera su brazo a torcer. Hay que avanzar. En ese avance aparecen los lateros un elemento de la juerga madrileña que se ve poco desde la pandemia y que se ha subido a la parra con los precios. ¡Dos euros por una lata de cerveza! Hay que fastidiarse con la inflación.
Villacís fuma, Marlaska se pica
—Edmundo, ¿ha habido algún problema?
—Ninguno, todo bien. Como debe ser.
El diputado de Ciudadanos Edmundo Bal va ataviado con una camiseta de Harley Davidson. Rockero, como es él. A diferencia del año 2019, es decir, de la edición anterior, el partido naranja no ha recibido abucheos, ni agresiones de ningún tipo. La vicealcaldesa de Madrid se ha mantenido en un segundo plano mientras se encendía un cigarrillo. Pero, ¿Begoña Villacís fuma? Se ve que sí.
La pancarta del PSOE va sujeta por el mismísimo ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, la primera persona abiertamente homosexual en ocupar una cartera ministerial en España. Marlaska está envuelto en un sinfín de polémicas. Las más recientes son la expulsión del activista Mohamed Benhalima, entregado a Argelia y condenado a muerte tras el acercamiento de España a Marruecos, y la muerte de más de 23 personas en la valla de Melilla en un acto que el Gobierno calificó de “bien resuelto”. “Marruecos está realizando un trabajo de contención importante hacia la emigración irregular, que debe ser reconocido”, declaró esta misma semana Marlaska antes de participar en el Orgullo.