Si puedes hacer un trabajo de calidad, creativo y rentable en cinco horas, ¿para qué vas a estar ocho consumiendo tiempo y recursos?
Esa es la pregunta que se hizo David Baldoví, un empresario de Sueca (Valencia) que ha roto definitivamente con la barrera de los horarios. Baldoví es el director de Brandsummit, un estudio de diseño estratégico que abrió en sus puertas en 2014 y no para de crecer. La agencia es especialista en branding, packaging y digital para marcas de alimentación y bebida.
Brandsummit está junto a las Torres de Serranos de Valencia, en la calle Blanqueries, y la plantilla tiene "libertad total" de trabajo porque su jornada "es líquida y muy flexible". Baldoví es ingeniero industrial y ha conseguido aplicar una metodología de ingeniería a un estudio creativo que le ha permitido desarrollar medidas de innovación organizativa.
¿Cómo? Midiendo el tiempo exacto que se dedica a cada uno de los proyectos. David dirige un equipo que trabaja con muchísima planificación. Tiene estructurado cada paso que se necesita para construir una marca o crear contenidos desde una perspectiva industrial.
"Trabajamos como si fuera un engranaje, todo tiene su secuencia, como cualquier proceso de ingeniería", apunta a EL ESPAÑOL.
Su técnica se llama Do it clear (hazlo transparente, limpio). Y la metodología está basada en tres aspectos clave: libertad, responsabilidad y transparencia. Si alguna de estas patas se suelta, el método no funciona.
Do it clear no consiste en que cada quien haga lo que quiera, sino en que cada quien decida cuándo y dónde hacer lo que debe hacer. "Hay reglas y objetivos definidos y herramientas que permiten garantizar que éstas se cumplan".
Se trata de una metodología que busca poner la responsabilidad en cada persona y el compromiso en el equipo, "creyendo que cada uno es lo suficientemente autónomo para gestionarse, a la vez que eres una persona empática y solidaria, dentro de una empresa que tiene plena confianza en ti y en tus facultades". Va un paso más allá de la jornada semanal de 4 días porque su realidad se basa en la libertad total de horarios.
"Aquí no hay autónomos y el contrato formal es de 35 horas y jornada completa. Pero la media está entre 27 o 28 horas semanales. Lo único que pedimos es que el trabajo de la semana esté hecho con la calidad que exigimos, que es muy alta. Nunca le diré a un compañero que esté todas las horas trabajando sin motivo. Si acabas el jueves tus tareas, el viernes te vas a la playa o dónde quieras". Y funciona.
Ayudas directas
El estancamiento de la economía y la pandemia han puesto sobre la mesa una vez más las debilidades de la economía española. Entre ellas destacan la escasa capacidad de resiliencia, productividad inferior a la media de la Unión Europea o dificultades para conciliar la vida laboral y familiar.
Pero las crisis también son oportunidades y muchas empresas han aprovechado el momento actual para plantear nuevas propuestas que, más allá de las
reivindicaciones clásicas, sean capaces de dar una respuesta eficaz y estimular su productividad adoptando medidas de innovación organizativa sin tocar los sueldos.
Valencia se ha convertido en el primer territorio de España en publicar un programa de ayudas directas para la reducción de la jornada laboral a cuatro días o treinta y dos horas semanales.
La Generalitat Valenciana concederá las subvenciones por los trabajadores que, como consecuencia de la adopción de medidas de racionalización de la jornada laboral, vean reducido su trabajo a tiempo completo en al menos el 20%. Todo, sin tocar ni un solo céntimo del salario.
Por el primer año completo de aplicación del programa se ha fijado una subvención de 5.492,19 euros por cada persona trabajadora incorporada al plan de reducción de la jornada laboral que deberá aprobar la empresa. A partir del segundo año, se establece una subvención de 2.746,10 euros por trabajador y de 1.373 euros para el tercer año.
La Conselleria de Economía destaca en sus informes el método de trabajo de Baldoví, pues insisten en que la reorganización de la semana laboral se ha mostrado efectiva para mejorar la motivación, la fidelidad y la productividad de la plantilla. Además, en su caso ha actuado como un elemento competitivo para atraer mano de obra altamente calificada y comprometida con los valores de la empresa.
"La mayoría lleva con nosotros seis años. Siempre digo que mi sector es una trituradora de personas y a veces hay falta de compromiso, pero a nosotros nos pasa justo lo contrario", afirma.
Para este empresario valenciano, ver a alguien sentado en una silla durante ocho horas no garantiza nada, pero plantear cada semana en función de resultados sí. Lo importante es que estos resultados no se asocien al tiempo sino a las habilidades y capacidades, creativas o de gestión, de cada empleado.
La semana laboral
Los trabajadores de este estudio ni fichan ni tienen que dar explicaciones de lo que hacen. Se reúnen los lunes por la mañana, preferiblemente de manera presencial en el estudio, y la responsable de planificación les explica qué se espera de ellos durante la semana.
El resto de días, cada trabajador se organiza y puede echar las horas que considere necesarias, siempre y cuando al final de la semana el trabajo esté hecho. Si han surgido contratiempos, se hace un seguimiento para desatascar el trabajo. Todo funciona en cadena y con una potente estructura de comunicación que aguanta tanta libertad.
"Siempre he tenido una manera libre de trabajar. Y si yo trabajo bien así, sería absurdo que a mi equipo no le diera esa libertad", apunta David Baldoví.
Primero empezaron aplicando el horario europeo, con mucha flexibilidad de entrada y la posibilidad de comer en el estudio para salir cuanto antes. Poco a poco fueron evolucionando, con entradas más flexibles y menos presencialismo.
Hace cuatro años desarrollaron un experimento para trabajar solo de mañana que ha evolucionado al "trabaja cuando quieras, pero con transparencia". Hoy no tienen lugares de trabajo fijos ni horarios y han notado un ahorro energético.
"No tenemos nada que esconder y la confianza es total. La plantilla sabe que tiene que cumplir con lo que el cliente espera de nosotros y nunca le preguntaremos por qué no está disponible en un momento determinado. Todos estamos conectados y sabemos qué se espera de nosotros esa semana. Así hemos adaptado el trabajo a nuestras vidas y rompemos con los horarios". Todo, sin tocar ni un céntimo del sueldo.
Las condiciones para poder desarrollar con éxito una semana laboral flexible son muy diferentes según el sector de actividad. Aquellos sectores con mejores condiciones de partida y con mayores posibilidades para incorporar innovación y tecnología en sus procesos productivos son los que lo tienen más fácil, como es el caso de Brandsummit.
El modelo también tiene desventajas, como que no se comparte tanto tiempo común o requiere de mucha gestión y disciplina. Pero si las reglas están bien establecidas, no habrá espacio para la confusión y todo irá sobre ruedas.
"Esta dinámica necesita de todo el equipo, incluidos aquellos perfiles invisibles, como el personal de limpieza, para lograr que funcione. No se trata de apostar por los objetivos individuales, sino por los colectivos", explica David en una guía (Do it clear) que ha editado para dar a conocer su modelo a otras empresas.
Sus clientes conocen el sistema y lo respetan. "Sienten admiración por cómo se trabaja e incluso intentan adaptarlo a sus propias empresas. Además, saben que los plazos que se les plantean son reales y serán cumplidos", concluye David.