Dos días de furia en el Congreso del PCE: acusaciones de tongo, dictadores e indiferencia
La dirección de Santiago al frente del Partido sale del auditorio Marcelino Camacho de Madrid revalidada, pero fuertemente enfrentada con sus críticos.
17 julio, 2022 03:32Cuenta uno de los biógrafos de Lenin que, a las puertas del II Congreso de la Internacional Comunista, el líder bolchevique cambió su discurso. En una de sus notas escribe: “La tarea del Partido Comunista no es acelerar la revolución, sino acelerar la preparación del proletariado”; pero poco antes de exponerlo corrige el texto, que finalmente será: “La tarea del Partido Comunista es acelerar la revolución, sin provocarla por medios artificiales antes de que se haya podido realizar la preparación adecuada”.
La discrepancia entre estas dos posturas, tan sutil como elemental para los marxista-leninistas a lo largo del siglo XX, ha sido en cierta medida en la que se encuentra sumido el Partido Comunista de España (PCE) desde hace una semana. El pasado sábado, el Partido celebró su Congreso en Madrid para elegir entre dos candidaturas enfrentadas: la de Enrique Santiago, actual secretario general, secretario de Estado y uno de los hombres más cercanos a Yolanda Díaz; y Alberto Cubero, concejal del Ayuntamiento de Zaragoza muy crítico con el Gobierno de coalición.
A vuelapluma, la conclusión es clara: Enrique Santiago ha sido reelegido. Pero la política no es como el fútbol, mucho menos cuando se habla del Partido por antonomasia, y el resultado no es siempre más importante que el partido -en minúscula-. En realidad, la candidatura oficialista para el Comité Central ha ganado el Congreso por la mínima -apenas un 54,16% de los votos-, pero lo que pasará a la historia es cómo se llegó a ese resultado.
División
En uno de sus momentos de mayor debilidad orgánica en los últimos años, el PCE se encuentra dividido. El sábado, los 498 delegados acabaron a empujones, gritos, insultos y zarandeos por los pasillos del auditorio Marcelino Camacho de Madrid; dentro de la sala, las palabras que resonaron con más fuerza fueron “tongo” y “dictador”, impulsadas por el bando perdedor.
La candidatura del secretario general contaba con Amanda Meyer -exjefa de gabinete del Ministerio de Igualdad fulminada hace unas semanas- como número dos y Alberto Garzón -ministro de Consumo- como cierre simbólico. Votar por ella significaba, a todos los efectos, aprobar el Gobierno de coalición, el proyecto Sumar de Yolanda Díaz. Si en Matadero la gallega pedía unión, en el Marcelino se clamaba por el enfrentamiento.
[Enrique Santiago, reelegido secretario general del PCE con el 54% de los votos]
Lo hacían, sobre todo, los partidarios de Alberto Cubero, un concejal de Zaragoza en Común conocido principalmente por haber llamado “carapolla” a Martínez-Almeida en un pleno del Ayuntamiento. Llegaron tranquilos, pero estallaron en torno a las 16.30 horas, cuando la Mesa del Congreso -presidida por Meyer- acreditó a 13 delegados andaluces que no aparecían en las listas votadas. Ahí empezaron los gritos de “tongo”.
Por poner en contexto, el Partido Comunista de Andalucía (PCA) es la federación más poderosa de la organización, además de la agrupación en la que milita Meyer. Su pareja, Toni Valero, es coordinador de IU Andalucía, y uno de sus amigos, Ernesto Alba, es secretario general del PCA y fue coordinador de la campaña electoral de Inma Nieto (Por Andalucía). Son, por tanto, uno de los grandes pilares del movimiento pro-gobierno de coalición.
Dos días de furia
Una persona cercana a la candidatura de Santiago asegura que, desde ese momento, los críticos no pararon de liarla. “Se pusieron como hienas, a gritar que esto era un tongo y a empujar en los pasillos. ¡Que llegaron a las manos!”, se sorprende. Desde el lado contrario, por contra, aquejan la falta de democracia interna y garantías democráticas.
Las mismas fuentes temen un posible pucherazo por parte de la dirección general -tampoco lo pueden probar- y la acusan de “maltratar” hasta el insulto a las Juventudes Comunistas (UJCE). La organización juvenil, en este caso, tenía preparadas sus enmiendas al programa para que duraran una hora y media de exposición, pero la mesa del Congreso les dio un total de seis minutos. Así, varias delegaciones prefirieron salir de la sede en apoyo a los jóvenes: se trata de Galicia, Castilla y León, Asturias, Aragón y Madrid.
Tras una hora y media de pelea, el sábado se cerró con 277 votos a favor de las enmiendas de Santiago, frente a 191 a favor de Cubero. Una distancia holgada, nada que ver con la del domingo, que empezó con la resaca del día anterior: propuestas acortadas a un minuto por persona. La respuesta de los críticos no se hizo esperar: “¡Dictadores! ¿Dónde está la democracia?”, clamaron.
Las sospechas de por qué se ha acortado el tiempo duelen incluso más que el hecho en sí. Desde la candidatura de Cubero aseguran que se modificó el horario del Congreso para que algunos miembros pudieran asistir al acto de Sumar, la nueva formación de Yolanda Díaz. Uno de ellos fue el propio Enrique Santiago, que abandonó el cónclave para arropar a su candidata a presidenta del Gobierno al otro lado de la ciudad.
“Esto no es un Congreso, es una vergüenza”, aseguran las fuentes cercanas a Cubero. “Asumo que se pueden perder las votaciones y acepto la disciplina del Partido, pero una cosa es esa y otra que se nos tome por tontos”, añade. Cuando se extiende el rumor del acto de Sumar, los de la candidatura perdedora exigen que se detengan las votaciones -por ir en contra de los estatutos- y se enfrentan a la Mesa, que ordena continuar.
Finalmente, un 54,1% apoyan la propuesta de Enrique Santiago y un 45,8% la de Cubero. El partido queda así dividido en dos bloques prácticamente equilibrados en peso, lo que dificulta aún más el entendimiento en ambos bandos.
Ni Díaz ni Garzón
Debido al cese de Amanda Meyer del Ministerio de Igualdad, el secretario de Estado Santiago fue el único representante del Gobierno en el Congreso. A pesar de contar con dos ministros afiliados al Partido, ninguno mostró su apoyo a la candidatura, ni siquiera durante el acto de Sumar.
Se les echó de menos, precisamente, debido al discurso de Santiago, muy centrado en "la buena labor del Gobierno" y el nuevo proyecto político de "la camarada Yolanda Díaz", que no se dejó ver por el auditorio. En el caso de Garzón, el ministro de Consumo apareció brevemente, acompañado de la eurodiputada Sira Rego, pero no llegó a tomar asiento ni a esperar a las votaciones.
Sea como fuere, y aunque Santiago haya reeditado su cargo, los de Cubero están casi contentos. Han logrado alzarse con casi la mitad de los apoyos del Partido, dejar clara la oposición interna al gobierno de coalición y plantar una alternativa. Habrá que ver si, en la lucha entre ambas opciones, no acaban de dinamitarlo todo o dejar que se cuelen los arribistas.
Quizá eso mismo piense Cubero, en palabras de Gramsci: “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”.