Jorge Verstrynge se recuesta siempre sobre el mismo sillón. Es un asiento trabajado, en una esquina del salón, flanqueado por un revistero de periódicos en francés y una repisa de madera con una foto de su hija. El profesor de Sistemas Políticos Comparados en la Universidad Complutense mueve las manos furtivamente, patalea con el pie y discute con voz cascada y verbos atropellados. Sus interlocutores son Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero, compañeros y amigos. Mientras la charla se extiende, la de la foto escucha desde el piso de arriba.
Se llama Lilith, pero en casa la conocen como Lilu. Es el año 2012 y ya no se parece en nada a la imagen infantil que adorna el salón; acaba de empezar la universidad y se ha descubierto de izquierdas. Ha forjado su carácter entre esas cuatro paredes, rodeada de las tertulias de su padre y el activismo de su madre, Mercedes, que milita en la PAH. Cuando sale del nido, un chalet del barrio de Fuente del Berro, no se habla de otra cosa que no sea el 15M, los indignados y la nueva política.
Diez años después de aquella mesa redonda con una sola espectadora, Lilith Verstrynge (Madrid, 1993) está irreconocible. Está a punto de ser nombrada secretaria de Estado en un Gobierno de izquierdas, es la secretaria de organización de uno de los partidos en coalición y ya ha tocado más poder que su camaleónico padre, que fue delfín de Fraga y número 2 de Alianza Popular. Luego pasó por el PSOE, por Izquierda Unida y terminó siendo uno de los ideólogos de Podemos, partido que le ha declarado persona non grata por sus ideas sobre inmigración y su simpatía por Marine Le Pen. El partido de su hija.
Ella siempre ha estado del lado de los mismos. En 2015 se estrenó como becaria de Podemos en el Parlamento Europeo, se afilió al año siguiente y desde entonces no ha parado de ascender. Desde el partido destacan su brillante currículum académico, su capacidad de trabajo y el haberse ganado la confianza de Ione Belarra y Pablo Iglesias. Desde fuera, la recomendación de su padre y los contactos de su madre, amiga personal de Ada Colau.
La tercera hija
Lilith lo tuvo siempre claro. Es la primera hija de Mercedes y la tercera de Jorge, que ya tenía a dos adolescentes de su anterior matrimonio. Ambos nacieron en la etapa derechista de su padre y eligieron los negocios antes de la política, y les va bien. Sigfrido, de 43 años, fue banquero en el grupo Mirabaud y actualmente dirige un banco en Luxemburgo; Eric, de 42, ostenta un cargo directivo en Société Générale, una empresa europea de servicios financieros.
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Ella, en cambio, llegó al mundo el mismo año en que Jorge Verstrynge ingresó en el PSOE, y eso la hizo distinta. Al contrario que sus hermanos mayores, su trayectoria profesional es más artística e intelectual, y puede presumir de haber ejercido de modelo, política, analista y periodista. Como anécdota, a los 10 años debutó como actriz en El Inquilino, una serie de Antena 3 protagonizada por Jorge Sanz y Pilar Bardem, pero no siguió ese camino.
Con el 15M de telón de fondo y la influencia de Monedero e Iglesias a sólo unas escaleras de distancia, la vida la acercó más a la política. Se centró en los estudios, la parte más destacada de su currículum antes de entrar en Podemos, con 17 se graduó del Liceo Francés (Madrid) y se puso a recorrer el mundo a través de sus universidades. Ahora es licenciada en Historia por la Universidad Denis Diderot (París), en Estudios Europeos (Ciencias Políticas) por la Universidad Sorbonne Nouvelle (París) y tiene un máster en Relaciones Internacionales por la misma universidad y la Ludwig-Maximilians (Munich).
Al margen de las clases, posó como modelo para la revista ‘Ruby Star’ en una sesión de su amiga Chloé Wallace, fue jefa de política en la revista francesa ‘Le Vent Se Léve’ y se puso a estudiar idiomas -domina el francés, español, inglés, alemán y portugués-. En 2015, un año después de que Podemos entrara en el Parlamento Europeo, el grupo de Bruselas la llamó como becaria en marzo.
Becaria superviviente
Durante seis meses se encargó de llevar el Comité de Empleo y Asuntos Sociales, la Comisión de Transportes y Turismo y la delegación para las relaciones con los países de la Comunidad Andina, a razón de unos 1.500 euros mensuales. En septiembre la contrataron como asistente parlamentaria de Tania González, una de las eurodiputadas de la lista “original” de Podemos en 2014.
Con ella como mentora participó en las comisiones de Empleo, Transportes y Asuntos Sociales, además de en la delegación para las relaciones con los países de la Comunidad Andina. Ese año, 2016, se afilió al partido en el conocido como Círculo París y se integró en los equipos de las eurodiputadas Estefanía Torres e Idoia Villanueva, tratando las comisiones de Asuntos Exteriores, Medioambiente, Agricultura, Comisión Mixta UE y América Latina, México, África Caribe y Pacífico e India.
De todo lo que fue aquello, la revolución morada que consiguió cinco escaños en el Parlamento Europeo, no quedó nada para la siguiente legislatura. Las riñas internas en el partido provocaron la espantada de parlamentarios y técnicos, que o bien abandonaron la formación o fueron trasladados a otras responsabilidades en España. Al nuevo ciclo sólo llegaron con vida dos veteranos: el eurodiputado Miguel Urbán y la asesora Lilith Verstrynge.
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Desembarco en Madrid
Ahora sólo queda él. Menos de un año después de renovar su puesto en Bruselas fue llamada a filas por Pablo Iglesias, entonces secretario general de Podemos y vicepresidente del Gobierno, para traerla a Madrid como asesora de discurso y enlace del ministerio con el partido. Cuando el líder dimitió para enfrentarse a las elecciones de la Comunidad de Madrid, Lilith se fue con él.
Entró de número 14 en las listas electorales de 2021, pero no consiguió el escaño en la Asamblea. Tras ellas, el exvicepresidente dimitió de todos sus cargos y abandonó la política, dejando a Lilith a merced de los mentideros madrileños y una Ejecutiva en descomposición, o eso parecía. En realidad, sirvió para marcarle el camino y juntarse con la que sería la heredera de Iglesias como líder del partido, Ione Belarra.
La nueva secretaria general incluyó a Lilith, de escasa proyección nacional y nula experiencia como diputada, en las listas del Consejo Ciudadano Estatal de Podemos (13), aunque la votación final le hizo escalar hasta el 11. Entró en el Consejo Ciudadano (la Ejecutiva) y fue nombrada Secretaria de Organización, uno de los cargos más importantes. Sobre el papel, de hecho, manda más que Irene Montero y decide más sobre el discurso del partido, ya que forma parte de su think tank -Instituto 25M-.
Como mano derecha de Belarra y policía orgánica del partido, su misión es complicada: engrasar la maquinaria orgánica de la formación, revitalizar los territorios y afianzar la estructura regional. En el pasado, los tres secretarios de Organización que la precedieron resolvieron el dilema de Iglesias mediante las purgas, pero la creciente amenaza de Más Madrid como espacio en alza a la izquierda del PSOE indica que quizás no sea la vía más adecuada. Ahora tendrá que compaginar el cargo con la Secretaría de Estado de Agenda 2030, de la que se hará cargo el martes que viene.
En apenas siete años de trayectoria política ha pasado de becaria en Bruselas a secretaria de Estado en Madrid, pero quizá lo sorprendente es que lo haya hecho de puertas hacia dentro. La niña pelirroja de la foto en el salón no tiene un perfil propio como candidata, no es una killer como Echenique ni una Maquiavelo como Juanma del Olmo. No tiene vocación de mártir, como Iglesias, ni de heroína, como Montero, pero ahí sigue. Cada día más arriba.