El 1 de julio de 2019 fue un día negro en la carrera política del socialista Julio Miguel Fuster Culebras, más conocido en la isla de Mallorca –de la cual es oriundo– como Juli Fuster. Aquel día, el entonces director general del Servicio de Salud de las Islas Baleares tomó la decisión de desestimar el recurso de P. A. Cano, un opositor que se quejaba de que el Tribunal Calificador que le había tocado no evaluó su examen por estar firmado por error. Pero Fuster le dio la razón al tribunal. Casualmente, en el mismo concurso-oposición su hija, Mireia Fuster, y su yerno, Bartolomé Mir, luchaban por tener una plaza como anestesistas en la sanidad pública balear. “Un rival menos para mis familiares”, a lo mejor pudo pensar este alto cargo del Gobierno insular.
Y es que Fuster “es una persona que le rodea el nepotismo. Desde 2015, cuando ocurrió su polémica llegada a la dirección general de la mano de su pareja, Patricia Gómez, hasta este caso, en el que ha intervenido en la oposición de su hija”, afirman a EL ESPAÑOL fuentes conocedoras de su trayectoria política. Una trayectoria que este mismo lunes ha concluido con su dimisión por firmar una resolución que dejaba en la cuneta al médico opositor P. A. Cano y que, en última instancia, ha beneficiado a su hija y a su yerno. Por ello, el Tribunal Superior de Justicia de las Islas Baleares (TSJIB) ha condenado al Govern balear precipitando la decisión de Fuster de dejar el cargo.
Pese a ello, en la rueda de prensa de su dimisión, Fuster ha alegado que se trataba de un “error administrativo” y que no fue “consciente” de firmar la resolución del tribunal de la oposición que expulsaba a P. A. Cano de la carrera por la plaza. La justicia balear, no obstante, considera que las cosas no ocurrieron de ese modo. En la sentencia emitida el pasado 18 de julio y a la que ha tenido acceso este diario, los magistrados del TSJIB esgrimen que Fuster “en lugar de abstenerse (...), decidió actuar, empezando por solicitar al director de Recursos Humanos y Relaciones Laborales un informe sobre el concreto proceso de anonimación”.
Un informe que le llegaría el 28 de julio de 2019 y que sería la piedra angular que dejaría fuera a un competidor de su hija y su yerno. Uno menos. Así, “el 1 de julio de 2019, el señor Fuster, ejerciendo como director general del Servicio de Salud de las Islas Baleares, desestimó el recurso de alzada interpuesto por el señor Cano”, sostiene el fallo. En otras palabras, Juli Fuster intervino en la oposición a la que concurría su hija Mireia y su yerno Bartolomé. Por ello, el Alto Tribunal ha condenado al Govern balear a pagar hasta 2.000 euros de las costas y restablecer el derecho de P. A. Cano a ser calificado y seguir hacia adelante con su proceso de oposición.
Pero el daño ya estaba hecho. Mireia Fuster y Bartolomé Mir ya habían obtenido su plaza pública, pues habían terminado sus exámenes en 2019 y la cristalización de sus cargos se había efectuado en 2021. Mientras, Cano ha pasado tres años de litigios. Hasta ahora, cuando el TSJIB ha acreditado que Juli Fuster intervino en la oposición, una circunstancia que le ha empujado a dimitir. La firma de Fuster, que apuntalaba la resolución del Tribunal Calificador y que cambiaría el destino del doctor Cano, sería la causante de la caída política de Juli Fuster, quien también es esposo de la consejera de Salud y Consumo de las Islas Baleares, Patricia Gómez.
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La firma errónea
Pero para entender bien el caso hay que retroceder cuatro años en el tiempo. Era 2018 y Julio Fuster, médico de profesión por la Universidad Autónoma de Barcelona, ya llevaba tres años ejerciendo como director general del Servicio de Salud de las Islas Baleares. “Entonces, todas las quinielas le apuntaban como nuevo consejero de Salud, pero al final le dieron el puesto a su novia Patricia Gómez, ahora su mujer, porque hay quien dice que si lo ponían a él se rompía el Gobierno paritario que perseguía Francina Armengol para Baleares”, explican a este periódico fuentes conocedoras de la política insular. Sea como fuere, Fuster, en 2018 convocó oposiciones para cubrir las plazas vacantes para anestesia y reanimación. Algo normal. Algo habitual.
A diferencia de las de la convocatoria anterior, no obstante, en la de 2018 no venía la disposición que obligaba a “excluir a los examinados en cuyas hojas de examen figuren nombre, marcas o signos que permitan conocer su identidad”. Quizá, por ello, se despistó P. A. Cano y firmó su examen, algo que no hicieron el resto de alumnos. El Tribunal Calificador, en consecuencia, resolvió no evaluar su examen, de manera injusta, porque esa disposición era de la convocatoria anterior y no estaba vigente.
Y fue ahí cuando Fuster firmó “inconsciente” tal resolución, como se ha defendido, pues era una más “de las 200 o 300” cosas que rubricaba a diario. Pero no era una más. Era la resolución que dejaba fuera a un competidor directo de su hija y de su yerno. Fuster, de esa manera, se cargaba la carrera y la limpieza de la competencia. Algo que, de hecho, ni siquiera habría hecho falta debido a que Mireia Fuster, con un 57, obtuvo la segunda mejor calificación en el Sector Sanitari de Ponent.
Sí, P. A. Cano firmó su examen, pero no por ello debió haber sido excluido de buenas a primeras, tal y como ha constatado el TSJIB. De ahí que haya restablecido su derecho a seguir con su proceso de oposición, mientras que ha censurado las acciones del mandatario socialista que firmó la resolución “incumpliendo su deber de abstenerse (...) por tener relación de parentesco con las partes que intervienen” en la oposición. Un parentesco, además, absolutamente directo al ser su hija. Una hija, eso sí, nacida de una de dos esposas anteriores, quienes lamentablemente fallecieron. En otras palabras, Mireia Fuster no es hija de Patricia Gómez, mujer de Juli Fuster desde este mismo 2022 y actual consejera de Salud de Baleares.
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Aun así, el ex director general del Servicio de Salud de las Islas Baleares este lunes reconoció este casual despiste. “No me di cuenta de que firmaba eso. Que mi hija se presentaba a un examen, por supuesto, y por eso no he intervenido en nada. Tampoco intervengo en nada de ninguna oposición, aunque no haya nadie, porque esto es una isla muy pequeña y siempre puedes conocer a alguien”, ha añadido. “Yo tenía que haber delegado en otro miembro de la dirección esta firma”, decía. No obstante, el “error administrativo” que alega es una mala praxis de sus funciones que no se debería de esperar de un alto cargo que, anualmente, cobra 85.222,44 euros.
Nepotismos y 'stranger things'
Los posibles casos de“nepotismo”, en todo caso, siempre han volado cerca de Juli Fuster. Como se ha contado, su nombramiento como director general del Servicio de Salud de las Islas Baleares fue un presunto dedazo porque quien lo puso ahí fue Patricia Gómez, la consejera socialista de Salud del Govern de Francina Armengol. Entonces, “era su novia y lo colocó ahí”. Hay fuentes que dicen que de facto era “el consejero en la sombra” y que no le nombraron a él para no romper la paridad en el Gobierno balear.
“El PP nunca vio con buenos ojos este nombramiento por nepotismo. De ahí que en 2015 llevara al Parlament una iniciativa para cesarlo del cargo. Algo con lo que incluso Podemos, que votó a favor, estaba de acuerdo. Nunca se efectuó tal cese. Luego llegaron al Gobierno de coalición en 2019 y ahí se olvidaron y Fuster permaneció ahí”, cuenta a este medio una persona cercana a la cámara legislativa.
Pese a ello, este no ha sido el único capítulo de las cosas extrañas -o stranger things- que han rodeado la vida política de Fuster. Él, de hecho, se había presentado en alguna ocasión, como en 2015, como candidato del PSOE a las elecciones municipales de Santanyí, un municipio al sur de la isla de Mallorca. El número 3 de su lista era el joven Jordan Thomas (1995), quien de hecho había fraguado una pequeña carrera en el socialismo municipal. Hasta ahí. Nada extraño.
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El asunto extraño llegó cuando Patricia Gómez, pareja de Fuster, llegó a la consejería de Salud ese año y al conformar el equipo de asesores “se nombró a Jordan Thomas como asesor técnico”. Un cargo pagado entonces con 46.283 euros anuales. Sin embargo, “el joven no contaba con ninguna experiencia, ni estudios especializados, ni nada. Quizá su único mérito era tener una relación cercana a Juli Fuster”, añaden estas fuentes. El chico, eso sí, dimitiría tan sólo una semana después por la censura de todo el Parlament –salvo el PSOE– del nombramiento “por considerarlo otro caso de nepotismo”.
Y es que como apuntaban a este medio varias fuentes a Juli Fuster “le rodea el nepotismo”. Una forma de actuar que ha precipitado su caída. Intervenir en las oposiciones en las que concurrían su hija y su yerno ha sido la gota que ha colmado el vaso, sentencia judicial mediante, y que ha provocado la dimisión del ya ex director general del Servicio de Salud de las Islas Baleares. EL ESPAÑOL ha intentado ponerse en contacto con él, pero la petición ha sido declinada derivando a este medio a lo que explicó Fuster este lunes en rueda de prensa.