Hubo un tiempo no muy lejano en que hablar de Zumosol era hablar del líder indiscutible en el mercado de zumos de frutas. Queda en la memoria de todos su famoso primo, que se coló en los televisores de todos los españoles para vender este producto. El ocaso ha llegado a la que fuera primera marca del sector y el cierre de la su planta exprimidora en Palma del Río (Córdoba) es el mejor ejemplo de ello. Un total de 38 trabajadores están a la espera de juicio para pelear por unas indemnizaciones por despido dignas tras una operación de la empresa gestora, a todas luces, fraudulenta para no cumplir con sus responsabilidades.
Esta peculiar historia comenzó el 1 de septiembre de 2020, cuando la empresa Zumos Palma (propiedad en su mayoría del holding turco Toksöz), metió a los trabajadores en un ERTE, el segundo tras la pandemia. Al mismo tiempo, comunicó que la fábrica iba a ser comprada por otra empresa.
“Nosotros empezamos a hacer una investigación a título personal y vimos que la empresa compradora tenía causas pendientes con la justicia, eran deudores a la seguridad social, se dedicaban a liquidar empresas, en fin, que tenían un buen historial”, explica Fernando Trujillo, portavoz de los trabajadores y empleado durante 25 años en la planta. “No tenía capital social para hacerse cargo de la actividad de la fábrica”.
La empresa en cuestión se llama Cegeplas (Central Andaluza de Gestión y Suministros Plásticos) y se hizo con la fábrica y los trabajadores en pleno ERTE. A los ocho días les dio de baja en la Seguridad Social sin prestaciones por desempleo ni indemnizaciones y cometiendo numerosas irregularidades. Esta semana, un informe de Inspección de Trabajo ha reconocido esta operación como un modo de desvincularse fraudulentamente de los trabajadores ocupados en la planta sin hacer frente a las indemnizaciones correspondientes por despido. “Se han inventado esta argucia legal para no pagar”, protesta Trujillo.
Además, este informe se une a la sentencia del Tribunal Supremo que declara nulo el segundo ERTE de la compañía y que obliga al conglomerado turco a pagar a los trabajadores esos seis meses de nóminas. Ahora, los trabajadores están a la espera de una serie de juicios que pongan negro sobre blanco a su situación y, si finalmente la plantilla es despedida, se haga acorde a la ley.
“Zumos Palma se ha inventado esta obra de teatro barata y mala para liquidar a los trabajadores y no pagar absolutamente nada”, explica Trujillo. “La primera subrogación no ha existido. Entendemos que el juicio está prácticamente ganado”. La misma opinión la comparte su compañero Antonio Bueno, que lleva 23 años trabajando en la planta. “Actualmente seguimos siendo trabajadores de Zumosol. Es importante para poder ganar ese juicio”.
También la envasadora
La situación de Antonio Serrano se hace especialmente peliaguda. Él trabaja en la fábrica exprimidora y su mujer, en la envasadora, que se encuentra justo al lado. “Hace tres días le dijeron que la despedían”, lamenta el trabajador. Y es que el cese de actividad de la planta de Zumosol arrastra consigo a otras empresas.
La sección de envasado de Zumosol pasó a pertenecer a otra empresa, LGC Fruits, en 2019. Pese a que el envasado ya no era tarea de Zumos Palma, el trabajo de ambas plantas se retroalimenta directamente. Si deja de haber zumo, deja de haber envasado. Así pues, el tejido industrial de Palma del Río está sufriendo un grave revés con estos cierres y las primeras en pagarlo son las familias.
Serrano tiene 48 años, dos hijos en edad de estudiar y 25 años a sus espaldas en esta fábrica. “Yo creí que me iba a jubilar ahí”, lamenta este encargado de mantenimiento. Si nada cambia, su hogar dejará de recibir ingresos pronto sin más colchón que su indemnización y la de su mujer. “Tengo la esperanza de que acabe bien, de que nos paguen la indemnización. Pero la fábrica no va a abrir”.
Las instalaciones de Zumos Palma son inmensas y en sus años dorados tenían una producción capaz de llevar zumo de naranja hasta 11 países bajo la marca de Zumosol. Cuando se construyó, en el año 2001, tanto el exprimido como el envasado estaban bajo el paraguas del Grupo Pascual. Se llegaron a exprimir 1.100 toneladas al día y generaban 200 puestos de trabajo directos en una localidad de 20.900 vecinos. Pero ya lo cantó Bob Dylan: los tiempos están cambiando. Y a pasos agigantados.
En el año 2013, el holding turco Toksöz —dedicado principalmente a negocios farmacéuticos— se hizo con la planta completa, tanto con la parte de exprimido como envasado. Pagó por todo el complejo en torno a 40 millones de euros y prometió llevar a Zumosol de nuevo a sus días de gloria. Nada más lejos de la realidad.
Bastaron un par de años para que los números dejaran de cuadrar y Toksöz decidió separar las áreas de exprimido y envasado. En 2017 se arrendó -con derecho a compra- la zona de exprimido a Citrosuco, una gran multinacional brasileña del sector. Por su parte, la zona de envasado pasó a manos de LGC Fruits, que ha comunicado esta misma semana su cese de actividad.
En 2020, al tiempo que Citrosuco salió de Palma del Río sin siquiera tantear una posible compra de la fábrica, llegaba este ERTE de la discordia y se empezaba a dibujar este panorama tan poco halagüeño.
Los trabajadores llegaron a acampar a las puertas de la fábrica para evitar su desmantelamiento durante el ERTE. “Estoy ya deseando cerrar esta página y olvidarme de esta pesadilla que estamos pasando”. Este septiembre empiezan los juicios que dibujarán el futuro de estas 38 familias. Mientras tanto, no sale una sola gota de zumo de Palma del Río.