El reloj marca las 01.00 horas de la madrugada. Es viernes y cientos de personas se aglutinan en la calle Cristo de Villanueva de la Cañada, en Madrid, para disfrutar de uno de los espectáculos que amenizarán las noches de las fiestas del municipio. “Qué pasará, qué misterio habrá, puede ser mi gran noche”. Niños, adolescentes, padres y abuelos disfrutan de la actuación en directo de una de las canciones que ha marcado, sin duda, la historia de este país. Además de Raphael, como en todas las verbenas, suenan otros como Manolo García, Juan Luis Guerra o Camilo Sesto, pero en esta ocasión la voz y los acordes corren a cargo de los miembros de la orquesta Máxims, que van más allá.
“Nosotros no llevamos nada de pasodoble, esto es todo para gente joven. Llevamos un mix de rumbas y cumbias, pero que se las sabe todo el mundo, son canciones actuales. Al final te tienes que adaptar, hay que meter reggaeton y adaptarse a la música que está de moda”, cuenta Elena, una de las cantantes de la formación. Por ello, a pesar de que ofrecen al público los clásicos de la historia de la música, su show es diferente.
Un inicio de película al más puro estilo 'El gran showman’, pasando por el “boom boom boom” del corazón de David Bisbal, el “living la vida loca” de Ricky Martín o incluso cumbias de canciones originales de artistas ‘top’ como Maluma o Aitana. Un bloque únicamente dedicado al reggaeton más antiguo de Daddy Yankee, un fragmento de show en homenaje a la música de los años 2000 en España y lo más actual del momento: Beyoncé, Rihanna, Avicii, Black Eyes Peas o Farruko.
Sin embargo, si atrasamos el reloj cuatro horas, todo cambia. Son las 21.00 horas, faltan dos horas para el espectáculo y el nerviosismo y el estrés se apoderan de los miembros de la orquesta Máxims, que acaban de llegar a su destino y tienen que ultimar todos los detalles para el show. Con el escenario ya montado, a cargo de los miembros de montaje, los técnicos se aseguran del correcto funcionamiento de los equipos, los músicos prueban sonido con sus instrumentos y los artistas comienzan a prepararse el vestuario. Últimas pruebas de sonido en las que cada artista canta un fragmento de una canción y directos al backstage.
Por suerte, hoy no han tenido ningún imprevisto en la carretera. Algo que sí les ha ocurrido en otras ocasiones. “Se nos rompió el autobús en Teruel, tuvimos que llamar a un minibus y fue una odisea. Estábamos en el área de servicio, sacamos las guitarras, las trompetas y al final con la risa y el cachondeo lo salvamos”, cuenta Víctor, trompetista y uno de los integrantes con más trayectoria dentro del grupo.
A las 22.55 horas, un contador indica que quedan cinco minutos para que empiece el show. Frente al escenario: nadie. Algún tímido se acerca para ver qué ocurre, pero la mayoría de los asistentes permanecen sentados en las sillas de los bares disfrutando de una buena cena. “Hay veces que vienes, empiezas y dices: ¡Si no hay nadie! Y luego va pasando el tiempo y pasa la noche y cada vez hay más gente y más cercanía”, explica Víctor.
Dicho y hecho. A medida que avanza el show, cada vez más asistentes se acercan al escenario hasta colgar el 'sold out' absoluto de la calle. Y así hasta el final del espectáculo. El público enloquece con cada canción y los artistas se contagian de ello. “Tenemos la suerte de que tenemos un trabajo que podemos disfrutar, pero tiene una parte detrás muy seria. Hay gente que viene y te valora y eso es un lujo. Terminar el concierto y que te pidan fotos o que te den la enhorabuena es increíble”, cuenta Víctor.
Sin embargo, formar parte de una orquesta no es nada fácil. Y más aún si es verano, te encuentras inmerso en plena gira nacional y en los 31 días del mes de agosto debes hacer frente a 24 espectáculos en once provincias diferentes. El pasado 22 de julio actuaron en Villanueva de la Cañada. Los días previos habían descansado, pero les esperaban tres días intensos por delante: Jaén, Murcia y Toledo, sin descanso.
“Trabajamos por la noche y dormimos por el día. Cuando llegas a tu día a día tienes el horario invertido. Pero una vez que vas cogiendo el hábito y te acostumbras, sabes que por la noche tienes que estar a tope y por el día reservar las energías para la siguiente noche”, cuenta Alba, otra de las cantantes principales del grupo. Cenan en el descanso de la actuación, que dura cuatro horas, o incluso antes. Cuando acaba el show recogen, van al hotel, descansan unas horas y a media mañana deben estar listos de nuevo para subirse al autobús y poner rumbo a su próximo destino.
Viajan en un autocar conducido por Fran. Él es el gerente de la orquesta, que tiene su origen en Almería en el año 2009 y está formada por más de 20 miembros, entre cantantes, músicos y equipo de montaje y sonido. Mientras tanto, el resto, con colchones acoplados entre los asientos, aprovechan lo que pueden para dormir y descansar para el siguiente show.
“Es complicado, sobre todo con giras a nivel nacional. Cansa mucho, te tiras todo el día viajando. Cuando llegas a trabajar estás cansado y aún no has empezado la actuación. Pero cuando sales al escenario se te olvida”, explica Alba, que lleva desde los 14 años cantando, aunque confiesa que nunca pensó que la música llegara a convertirse en un trabajo.
De noviembre a marzo ensayan los shows. En marzo comienza la temporada y no descansan hasta octubre, pero van al contrario del resto de mortales. “En noviembre cuando terminamos, que todo el mundo está trabajando, podemos hacer un pequeño viaje. Pero no te puedes ir con tus amigos, ni con tu pareja, porque vas al revés de todo el mundo”, explica Alba.
Lo de tener pareja, se pueden olvidar, dicho por ellos mismos. “Es difícil compaginarlo con la vida en general, en pareja y todo. A la familia no la ves, ahora viene todo de golpe y no salimos de aquí. Es nuestro hogar. El escenario es mi segunda casa”, afirma Elena. Y como en todas las familias no pueden faltar los roces, el odio, los momentos de enfado, pero también la alegría y el cariño. “Son las cosas que te puede pasar a ti con tus padres, con tus amigos o tu pareja. Se crean muchos vínculos, muchas amistades, siempre estás conviviendo”, señala Víctor.
Algunos continúan estudiando y otros compaginan su trabajo con otros complementarios que desarrollando durante los periodos de descanso. Elena estudia Historia del Arte y Víctor da clases eventualmente en un conservatorio. Sin embargo, aseguran que se puede vivir del mundo de las orquestas. “Yo hago otros bolos con guitarristas, pianistas, en bodas, amenizando cenas… Yo he compaginado la orquesta, la carrera y otros trabajos. Es duro, pero se puede”, explica Elena.
El parón de la pandemia
El sector cultural fue uno de los más afectados por la pandemia. Con la cancelación de las fiestas y el ocio nocturno en el punto de mira como uno de los principales focos de contagio, la orquesta Máxims tuvo que hacer frente a uno de sus momentos más complicados. “Nos tiramos un año y medio prácticamente parados. Fue durísimo. Económicamente lo pasas muy mal porque no tienes nada, pero emocionalmente también. No teníamos ningún tipo de estabilidad. Estábamos prácticamente vendidos y sin ningún tipo de ayuda por ninguna parte. No te solucionaban nada. Hemos sido unos supervivientes”, añade Víctor.
Con la reactivación del sector y el regreso de los espectáculos, las orquestas miran de reojo a sus nuevos competidores. La contratación de DJ’s por parte de los Ayuntamientos y los grupos que hacen tributos están ganando cada vez más terreno a las orquestas tradicionales. Sin embargo, Máxims sigue funcionando y teniendo su público en cada uno de sus destinos. “De momento funciona y la gente sigue apostando. Después de la pandemia la gente tiene ganas de verbena, de fiestas”, cuenta Elena.
Aunque aseguran que no se valora todo el trabajo de las orquestas, califican de "brutal" todo lo que hay detrás de cada espectáculo. Además del propio mérito de subirse cada noche, sin apenas descanso, a un escenario, se suman los más de 20 cambios de vestuario que realizan los artistas en el show o hacer cuatro horas de música en directo. “Que cada cosa que están escuchando sea en riguroso directo, creo que solo la gente que se entiende de la música sabe lo que está pasando en el escenario a ciencia cierta. Se piensan que es darle al “play” y ya está, y no”, explica Alba.
Mientras tanto, ellos seguirán haciendo lo que más les gusta. Alba, Héctor, Carlos, Elena, Raúl, Jota, Anaís, Víctor, Serg, Elena, Ariel, Giovanni, Jeyko, Fran y más, continuarán recorriendo kilómetros y kilómetros de la geografía española para acercar su espectáculo a cada rincón de España. Ellos son sinónimo de esfuerzo, sacrificio, dedicación y pasión por su trabajo. Como dirían todos: "Larga vida a la música en directo".