Nosotros llegamos sobre las 17:00 horas al Medusa Festival, que es cuando nos dijeron que abrían las puertas. Sabíamos que iban 320.000 personas, una burrada, y creíamos que por eso mismo estaría bien organizado. Habían puesto que si puntos violetas –por toda la polémica de los pinchazos y demás–, tenían un protocolo para evitar posibles agresiones… En fin, que todo pintaba bien. Pero, desde el principio, la cosa no iba como imaginábamos.
Las puertas tenían que haber abierto a las 17:00 horas y lo cierto es que estuvimos allí hasta las 18:00 horas, con un calor asfixiante, sin poder beber ni una botella de agua, sin darnos explicaciones, hablándonos de mala manera… Pero bueno, al final, entramos. Y, ya dentro, todo pintó mejor.
La gente llegaba a los escenarios, que eran impresionantes, la verdad, desde dos partes. Por un lado, los que habían acampado para estar todo el fin de semana en el festival y por otro, los que íbamos en coche a pasar un día, como nosotros. En nuestro caso, teníamos entradas para el reservado.
Nos dio la sensación de que habían vendido más entradas de las debían para el reservado. ¿Por qué? Pues porque cada vez que entrabas te tenían esperando 20-30 minutos hasta que te dejaban subir. Te ibas a por una copa y cuando volvías, venga esperar. Pero bueno, que eso es lo de menos…
Lo que no es normal es que no se garantizara la seguridad a todos los que estábamos allí, con la gente que había. A las cuatro, cuando empezaron los DJ, justo a esa hora vino un vendaval. Se formó en nada. Pasó el otro día en Madrid, aunque con menor intensidad. Caen cuatro gotas y, de repente, un viento increíble.
En ese momento estaban cambiando de DJ y fue cuando vimos que se caía parte del escenario. Nos tiramos al suelo y no nos dijeron nada. “Id para atrás, id para atrás”, nos insistían los puertas. Pero no decían que nos fuéramos ni nada. Y, por megafonía, tampoco.
Pero nosotros nos fuimos. Entre la arena, el viento, la gente corriendo por todas partes, nadie sabía qué hacer. Aunque es verdad que más o menos todo el mundo se comportó de manera pacífica. Total, que nos fuimos para la entrada para salir del festival.
Por el camino, vimos que se habían volcado las casetas, gente tirada en el suelo… y nada, por megafonía nadie decía nada. Y nada, nos fuimos y sin saber qué había pasada. Esta sábado, cuando me levanté, vi que había un muerto y 40 heridos. Ojalá y se depuren responsabilidades. Nos podía haber pasado a cualquiera y han puesto en peligro nuestra seguridad por hacer dinero (se preveía un impacto económico de 30 millones de euros).
*Testimonio de uno de los asistentes al Medusa Festival de Cullera