Pablo Navascués, el ‘Huracán’ (Madrid, 1975), se sienta en la mesa, pide agua –“la más grande que tengan, por favor”–, echa un trago y enumera, mirando al móvil, uno a uno, cada concierto: “Tuvimos dos en mayo, cuatro en junio, seis en julio, diez en agosto, seis en septiembre, cuatro en octubre, dos en noviembre y uno en diciembre”. Él no canta ni toca la guitarra. Si acaso, lo intenta con la batería, pero sin ninguna pretensión. Lo suyo ha sido –y es– el boxeo, desempolvar los guantes en cada ciudad, dárselos a Dani Martín, ponerlo a punto entre jabs, directos o uppers. Iniciar, de un modo único y original –ningún otro cantante guantea antes de salir al escenario–, el baile. Él es el que calma al ‘capitán’ –aunque sea del Atlético de Madrid–, el que lo escucha, lo siente y lo deja listo para que comience la función, para que ‘volverá’ suene como en su estreno o ‘Peter pan’ bata de nuevo sus alas.
Es la primera vez que Pablo gira junto a Dani Martín. Hace una década que se conocen, que entrenan juntos, que se aprecian, se retroalimentan y se quieren. Él, el ‘Huracán’ Navascués, el último gran boxeador mediático de este país, dos veces campeón de España y una Intercontinental y Latino; y Dani Martín, el ex líder de El Canto del Loco, el ídolo intergeneracional que un día llegó al gimnasio cual chico de barrio a aprender de boxeo. “Al principio entrenaba como si fuera uno más –a pesar de que ya era una estrella–”, explica el púgil en conversación con EL ESPAÑOL. “Luego ya se fue interesando y empezamos con las clases individuales”, añade.
Su relación echó a andar el 12 de noviembre de 2010. Pablo no escuchaba El Canto del Loco. No le interesaba, en principio. Pero ‘Perla’, uno de sus grandes amigos, le regaló el CD de ‘Zapatillas’. “Me empiezan a gustar sus canciones y yo, entonces, entrenaba al actor Álex González (El príncipe, entre otras muchas series). Fue él quien me dijo: ‘Oye, ¿por qué no te vienes a ver a Dani a un concierto?’. Fui con mis tres hijos y mi ex, le regalé un libro con fotos de mi combate contra Castillejo y nació una amistad”, cuenta.
Desde entonces, han compartido alegrías, penas y desvelos. Como el último combate de Pablo en mayo de 2017. Entonces, en el Palacio de Vistalegre, con Dani Martín cantándole ‘Hurricane’ de Bob Dylan, Navascués colgó los guantes tras toda una vida dedicado al boxeo.
— No salió como hubiera imaginado.
— Fue un poco duro. En mi despedida peleé con Clavero, pero yo tenía un problema médico y no lo sabía. Cuando entrenaba, me sentía con pocas ganas, pero yo seguía porque soy muy cabezota. Hacía dieta, salía a correr a las siete de la mañana… perdí 20 kilos y no sabía que tenía anemia. Eso derivó en lo que ocurrió en el combate. Me llevé una mano no muy dura y me levanté. Perdí un poco el norte. En el vestuario, según me contaron –porque yo no me acuerdo de nada–, empecé a vomitar muy fuerte. Me recogió una ambulancia y me llevó al Hospital 12 de Octubre. Me dio un paro cardíaco. Pero, por suerte, me consiguieron reanimar y a los dos días me levanté allí, con transfusiones de hierro. No me acuerdo ni de que hablé en mi despedida.
— Su vida cambió tras aquello.
— Sí. Me retiré y, después de 26 años llevando competidores, ya sólo tengo uno y estoy encantado con él. Y Ángel Martín, el otro preparador de la escuela, que ha tenido dos campeones mundiales, alguno de España… Igual. Nos hemos hecho mayores y ahora lo más importante para los dos es la familia.
Hace ya seis años de aquello y Pablo habla con la misma calma que entonces. Sigue lanzando palabras como puños, directas, sin cortapisas, pero con menos idealismo, quizás. La pandemia castigó a todos, pero mucho más a los gimnasios, cerrados varios meses y con mucha gente reacia a ir durante algún tiempo. “Tuve que meter todos mis ahorros para mantener el negocio y cubríamos gastos, pero ya está”, reconoce. De ahí que lo haya cerrado y trasladado, temporalmente, a MadSport (Calle Miguel Yuste, 43), pero con la intención de abrir un nuevo centro próximamente. “Me he pasado muchos años cultivando el boxeo como filosofía de vida y ayudando a la gente y, aunque ahora voy a seguir enseñando los mismos valores, hay que vivir. Así que la perspectiva es abrir otro en 2023, posiblemente en Valdebebas”.
Su gira con Dani Martín
Dani Martín ya admiraba, antes de conocerlo, a Pablo. Le gustaba, aunque fuera una de sus facetas más desconocidas, el boxeo. Había tenido un gimnasio junto a Hovik Keuchkerian –boxeador y actor de, entre otras series, La Casa de Papel, donde hace de 'Bogotá'– y lo seguía. Pero no empezó a entrenar tan en serio hasta dar con Navascués. Después, una cosa llevó a la otra. Primero empezó a ir al gimnasio, como uno más; después pidió dar clases individuales; y luego llegó todo lo demás: guantear, bajar peso, ganar músculo… Siempre junto a Pablo. “Al final, hemos hecho hasta una maratón, que era un reto suyo y mío”.
[Pablo Navascués: "Para un ser humano con cojones la derrota no existe"]
— ¿Qué ha aprendido Dani Martín del boxeo?
— Él ha llevado la rutina del boxeo a la música. Lo más importante es la concentración. Cuando tú sales a competir, hay un tipo que está muy preparado para ti. Lo sabe todo y tienes que concentrarte en dar y no recibir. Cuanto más le des y menos recibas, más cerca estás de ganar. Ese es el concepto que te enseña el boxeo. Eso luego lo trasladas a tu día a día. Y si estás concentrado, como a Dani, mejor te salen las cosas. Él está viviendo ese momento en el que aprende cosas que le vienen muy bien para su vida.
— ¿Y físicamente?
— Dani se ha cuidado mucho siempre con la comida y hablando con él, le dije: ‘Tan importante es estar delgado como estar gordo. Cuando tú llevas una dieta estricta durante mucho tiempo, necesitas descansar, darle alegría a tu cuerpo. El ser humano necesita tomarse un vino, una copa, un cuerno de chocolate, una Coca-cola… Al final, te metes en una rutina en la cual lo estás cuidando todo: que si beber agua, que si quitarte las bebidas con gas, que si comerte todo a la plancha, que si las verduras… Eso está muy bien. Pero hay momentos en la vida, cuando te llega una edad, en la que te puedes poner gordo. Ya no tenemos nada que demostrar. El que te quiere lo hace porque sí, la mujer que está contigo no está contigo por estar bueno…
— De ahí surge, quizás, el título del disco anterior de Dani: Lo que me dé la gana.
— Y el de ahora: Qué caro es el tiempo. Está en ese proceso, en el de hacer lo que le dé la gana, pero aprovechando el tiempo, sin perderlo. Es lo que está haciendo él, conociendo el amor, disfrutando de él sin tener un compromiso, componer nuevas canciones, entrenar… En la vida, cuantos menos compromisos tengas, más feliz eres. Y a la edad que tenemos, ya no queremos compromisos.
— ¿Qué rutinas de entrenamientos sigue?
— Mira, antes Dani solía beber algo y eso lo ha suprimido por entrenar. No muy fuerte. Lo hacemos al 60%, que le cueste un poquito, pero no mucho. Así sale como un tiro. Pero bueno, ahora, él corre durante la semana y el día del concierto hacemos un calentamiento a 120 pulsaciones, saltamos a la comba, guanteamos a 140-150 pulsaciones y luego ya bajamos, estiramos bien… y ya se hace cuatro fotos, calienta con la banda y sale como una bala.
— ¿Cómo es como boxeador?
— Cada vez mejor. Pero Dani vive de su cara. Es que el tío además de buen artista es guapo: ojos azules, figurón… Alguna vez le he puesto el ojo morado y luego se tiene que echar maquillaje porque la gente es muy mala. Luego salen y dicen que si ha hecho no sé qué…
— ¿Le sacaría a competir?
— Yo sí, pero su profesión choca con competir boxeando.
— ¿Cuánto bien le puede hacer gente como Dani Martín al boxeo?
— Pues mira. Yo subo vídeos con Dani, con Pablo Puyol y con otros famosos y… fliparías si te digo que el vídeo que más se viraliza es el que hago con un alumno que tengo en silla de ruedas. Lo que quiere decir esto es que el boxeo es la hostia. Es para todo el mundo, para el que quiera, da igual que tengas una minusvalía…
— Pero no me negara que si la gente famosa empieza a hacer boxeo, igual, hay algún chaval que decide tirar por ese camino o se interesa por el deporte.
— Siempre ha habido afición al boxeo, pero no se ha puesto de moda porque éramos los feos de la sociedad. Luego estuvo Poli, que fue capaz de subirlo a lo más alto y después lo bajo hasta cotas que… De ser un gran campeón a ser un drogadicto. En este país estamos acostumbrados al todo o nada. Por qué no cogemos a Castillejo, que es un ejemplo, el más grande; por qué no nos quedamos con la faceta de deportista de Poli… ¿Por qué no nos quedamos con lo bueno?
Y lo bueno, sin duda, es lo que están viviendo ambos. Dani Martín con un tour que está batiendo todos los récords. El pasado jueves reuniendo a 90.000 personas en Castrelos (Vigo) y encarando la recta final de una gira (Qué caro es el tiempo) a la que todavía le restan 13 fechas confirmadas –más alguna que se pueda añadir– hasta diciembre. Este agosto, sin ir más lejos, con todo vendido en Chiclana (Cádiz) –donde toca este domingo– y en Marbella (23 y 24). Luego le esperan Granada, Albacete, Valladolid, Mairena de Aljarafe, Almería… y suma y sigue hasta terminar la gira el 3 de diciembre en el Palau Sant Jordi, donde todavía quedan entradas.
— Las vacaciones este año…
— En diciembre, cuando terminemos –bromea Pablo–.
— Dígame, algo malo tendrá Dani.
— Lo peor es que siempre dice a todo que sí. Da igual donde estés. Vienen, le piden un autógrafo y allí que va… A veces, dices, qué necesidad, mientras estamos tomándonos un café… Pero sí. Es su forma de ser. Es una suerte para el país tener un tipo así: buen amigo, buen hijo, buen amante y buen artista.
— Permítame, para acabar, una intromisión. Usted tiene tres hijos. Uno de ellos, campeón de España de gimnasia, el pequeño haciendo natación y el mediano, en la cantera del Real Madrid. ¿Cómo lleva Dani eso de juntarse con un madridista? ¿Va a conseguir llevarlo al Bernabéu?
— Mira, yo tengo a mi hermano mayor que es del Atlético de Madrid y estoy del Atlético hasta… Porque él es el típico del Atleti que da igual lo que haga el Madrid, para él siempre es una mierda. Pero Dani es de los pocos ‘atletistas’ que habla bien del Madrid. Hay que ser sensatos, el Madrid es el mejor equipo del mundo, le duela a quien le duela (bromea), igual que Castillejo es el mejor boxeador de la historia de España… y ya está. Pero sí, creo que podría ir al Bernabéu (risas).