Pedro sirve en una carretilla y con una pala el marisco en su restaurante.

Pedro sirve en una carretilla y con una pala el marisco en su restaurante. Badía

Reportajes

Pedro sirve el marisco en carretilla y con el himno de España en Lorca: lista de espera hasta noviembre

EL ESPAÑOL asiste al "gastro-show" que ha ideado el dueño del Restaurante La Peña atrayendo a cientos de clientes de varias comunidades autónomas.

21 agosto, 2022 02:15
Lorca

Dentro de la cocina del Restaurante La Peña se escucha cómo retumban los acordes del himno nacional en el comedor. Pasan unos minutos de las dos de la tarde de este viernes y Pedro sabe que es su momento. Este hostelero se pone su camisa estampada con cervezas, se echa al hombro su pala de albañil, como si portase un cetme, y se adentra al salón con paso firme, mientras un camarero le acompaña empujando una carretilla de la obra que va cargada de marisco hasta las trancas.

Los comensales le dedican una ovación cerrada. Así comienza el peculiar 'gastro-show' que ha ideado el hostelero Pedro Lucas Abellaneda (Lorca, 1966) y que le está generando una legión de clientes en la Región de Murcia, Alicante, Andalucía… "Las reservas ya van por noviembre", avanza ilusionado. "Vendrá gente de Granada, Málaga, Ciudad Real…".

Los comensales están dispuestos a hacer cientos de kilómetros, con tal de comprobar que son reales los vídeos que circulan por las redes sociales y donde este hostelero reparte con una pala todo tipo de crustáceos y moluscos, con el objetivo de satisfacer a los estómagos más insaciables con el eslogan de su restaurante: 'Mariscos a lo bestia. Si quieres comer marisco hasta hartarte, solo tienes que venir a La Peña, en Lorca. Nosotros lo tenemos todo preparado: el carretón, la pala y marisco para que no falte'.

El dueño del Restaurante La Peña en Lorca, este viernes, al son del himno de España, repartiendo marisco con una pala y una carretilla a sus clientes.

De media, atiende de 100 a 150 comensales, que pagan 50 euros por consumir marisco sin límite, servido de la carretilla de albañil a la mesa. "¡Les cobro tarifa plana para comer hasta que se cansen!", clama risueño Pedro. "De segundo les ponemos carne de primera calidad".

Este mastodóntico menú se sirve mientras Pedro se convierte en un 'showman', al compás de temas que van desde lo más cañí, como un pasodoble, a himnos del rock, o clásicos del pop. "Primero hacía el 'gastro-show' de viernes a domingo, pero lo he tenido que ampliar a los jueves por la demanda que hay", apunta el hostelero, mostrando las hojas del libro de reservas, plagadas de nombres y teléfonos de sus próximos clientes.

"El carretón y la pala que utilizo son de acero inoxidable: cumplen la normativa sanitaria", remarca Pedro, al tiempo que muestra a EL ESPAÑOL los manjares marinos de su cocina. "Mis proveedores son de Huelva, Galicia y Lorca: el marisco siempre lo cuezo en unos peroles grandes con agua de mar porque se esponja, es más jugoso y no pierde sabor cuando uno se lo echa a la boca después de haberlo enfriado con hielo y salmuera".

- ¿Cómo se le ocurrió lo que usted denomina 'gastro-show'?

- Pedro Lucas Abellaneda: La idea surgió de una broma que le gasté a un torero amigo mío, Domingo García Montiel: 'Dominguín'. Se iba a cortar la coleta y le hicimos un homenaje en mi restaurante el 27 de marzo de este año. Le pregunté a su mujer, Maruja, qué ponía de menú y me dijo: 'Arroz y pavo y marisco a punta pala'. Me lo dijo de cachondeo, pero se me encendió una bombilla: pedí prestada una carretilla para gastar la broma de servir el marisco con una pala y un amigo lo grabó. El vídeo lo colgó en Facebook, luego alguien lo compartió en TikTok y la gente empezó a llamar al restaurante preguntándome: '¿Cuándo repites lo del marisco a lo bestia?'

Aquel aluvión de llamadas, le hizo pensar a este hostelero lorquino que la broma al diestro 'Dominguín' podía convertirse en un filón para su negocio y decidió repetir experiencia en Semana Santa. "Vinieron 1.002 personas: fue una auténtica locura". Este verano están acudiendo tantos clientes a su restaurante, situado en la carretera de Águilas, que ya le han llegado cantos de sirena de inversores para franquiciar su 'gastro-show' al que asiste este diario, comprobando que hay comensales desplazados desde Elda (150 kilómetros), Jaén (264 km), Albacete (207 km)…

Los comensales más lejanos vienen de Sabadell: 657 kilómetros entre pecho y espalda. "Vimos en Facebook los vídeos de Pedro y hemos venido mi mujer, mi hijo y su novia, para conocer el Restaurante La Peña y durante cuatro días haremos turismo por Lorca", tal y como explica Ángel Ibáñez, repartidor de profesión.

"No podíamos creernos que sirviesen todo el marisco que quisieras cargado en una carretilla", apunta este catalán, de 56 años. No importa a quién le pregunte el periodista: todos los comensales repiten como un mantra que han acudido al local porque han visto los vídeos de Pedro, pala en mano, con su carretilla rebosante de crustáceos y moluscos.

Pedro Lucas, propietario del Restaurante La Peña, este viernes, convertido en 'showman' con su pala para hacer bailar a los comensales con 'Paquito el Chocolatero'.

'Azafatas' para colocarse el babero

A las 14.20 horas comienza el 'gastro-show'. En el comedor suena el característico 'din-don-din' de la megafonía de las estaciones de tren que se usa para anunciar la salida de un convoy: 'Bienvenidos a nuestro viaje gastronómico, nuestras azafatas les van a enseñar a ponerse el babero. No olviden no confundir la puerta del aseo con la de salida'.

Los 120 clientes que este viernes han reservado en el Restaurante La Peña cogen del respaldo de sus sillas un babero, decorado con la imagen de una langosta gigante, y se lo colocan como les indican las camareras que emulan con su explicación a las azafatas de un avión. En cada mesa, el pan está colocado dentro de una carretilla de obra en miniatura, no falta una tabla de madera, con su correspondiente martillo para que ningún crustáceo se resista, y una ensalada gigante con productos de la huerta de Murcia.

El himno de España empieza a sonar. Pedro sale de la cocina, portando su pala, limpia como el jaspe, mientras un camarero le sigue empujando una carretilla de obra plateada, repleta de langosta caribeña, buey de mar, bogavante, quisquilla, gamba roja y blanca, langostino, cangrejo azul, almeja marrón y blanca, nécoras y mejillones. Los comensales se debaten entre aplaudir o ponerse en pie para inmortalizar con sus móviles este inverosímil servicio: Pedro echa una palada llena de marisco en un paellero, situado en el centro de cada una de las mesas. Empieza el festín.

"Estoy asombrado", afirma Miguel, encargado de una fábrica de calzado de Elda, que tuvo que reservar hace dos semanas para lograr una mesa para su mujer, sus hijos y su nuera. "Varios amigos me han dicho que les informe si son reales los vídeos de este restaurante porque no se lo creen, pero ha merecido la pena hacer hora y media de carretera", afirma este eldense, de 52 años. "Es un sitio original y su propietario es muy simpático", subraya su esposa, María Jesús. Prueba de ello es que en las mesas reclaman la presencia del dueño de La Peña para hacerse un selfi.

Pedro sirve con una pala el marisco en su restaurante.

Pedro sirve con una pala el marisco en su restaurante. J. B.

Pedro alterna sus continuas idas y venidas a la cocina para supervisar el servicio a destajo que prestan sus diez camareros, con su papel de 'showman' para que el ambiente del restaurante sea tan festivo como el convite de una boda. Este hostelero sabe al dedillo como ganarse a la clientela porque se ha curtido detrás de una barra desde los 16 años.

- ¿Cómo se convierte un camarero en empresario de la hostelería?

- Pedro: Empecé en la hostelería porque no me gustaba trabajar en el campo ni con el ganado y eso era lo que tenía mi padre: Alfonso. Me tiré un año trabajando en el campo y con sus animales, pero por la noche me iba a trabajar al Merendero de los Padillas y yo veía que me gustaba más estar sirviendo a la gente, tratando con los clientes, antes que pasar el día al sol, oliendo la 'riqueza' de los cerdos.

Estuve un año entero diciéndole a mi padre que me ayudase a poner un bar, pero como no quería, decidí hacerle un pequeño chantaje echando los papeles para la Guardia Civil. El Restaurante La Peña me lo montó en 1983 y me pasé un año entero sin salir, de la cama a la barra, para pagarle hasta la última 'peseta' porque tenía un compromiso moral.

El conocido cómico Comandante Lara también ha sucumbido al eslogan del Restaurante La Peña en Lorca- Marisco a lo bestia

El Comandante Lara

Casi cuarenta años después, este hostelero está conociendo las mieles del éxito. "Este jueves vino al 'gastro-show' el Comandante Lara, con todo su equipo, y se lo pasó fenomenal". El cómico actuaba en Cartagena y también se echaba las manos a la cabeza cada vez que sonaba en el comedor ‘¡Qué viva España!’, de Manolo Escobar, o 'Maquillaje', de Mecano, porque eso significa que vuelve a salir de la cocina el carretón y Pedro con su pala para acercarse a cada mesa a recargar el paellero con marisco.

"¡Qué barbaridad!", exclaman al unísono Miguel y Javier, al verse sorprendidos por un camarero con una fumigadora agrícola, colgada a su espalda, con la que les sirve vino blanco en sus copas. "Somos de Extremadura, estábamos de vacaciones en Alicante y hemos decidido venir a este restaurante porque esto no se ve en ningún sitio".

Pasan treinta minutos de las tres de la tarde, cuando pinchan 'The Final Countdown'. El tema del grupo Europe es el momento clave: la gente ya se ha comido 70 kilos de marisco y algunos comensales empiezan a rechazar la pala de Pedro. Tal negativa obtiene como respuesta recibir literalmente la extremaunción del dueño del restaurante. En su mesa ya no volverá a servir gambas, langostas...

"Ahora pasamos al cambio de tercio", explica el hostelero al periodista. Y no habla en vano, por los altavoces del comedor se escucha el toque de clarines de la Real Maestranza de Sevilla. "Comenzamos con la carne a la piedra, con guarnición de patatas al ajo cabañil y huevos rotos por encima". El menú no tiene fin.

Pedro pone el himno de España mientras sirve el marisco.

Pedro pone el himno de España mientras sirve el marisco.

Los camareros colocan campanas en cada mesa para extraer el humo que desprenden los filetes de vacuno mayor, chato murciano y cerdo ibérico, mientras no dejan de rellenar copas con cualquiera de las ocho variedades de vinos blancos y tintos que incluye la tarifa plana de 50 euros de cada cubierto. "Para los niños tenemos un menú infantil de 15 euros, con nuggets de pollo, lomo, salchichas…".

- ¿Cuánto está facturando?

- Pedro: Hombre, eso no te lo voy a decir (risas). Pero te puedo asegurar que a mi plantilla le he doblado el sueldo.

La comilona prosigue a las 15.53 horas, momento en el que pinchan: 'Paquito El Chocolatero'. Pedro vuelve a escena, alza al aire su pala, dando vaivenes hacia adelante y hacia atrás, lo que provoca el delirio de los clientes. Manos arriba y a bailar. La cosa se desmadra, cada vez más, haciendo buenos los 'proverbios' que lucen las paredes del establecimiento: 'La fidelidad a ti es rendirte un homenaje de vez en cuando', 'Si la penicilina salva a los enfermos, el vino resucita a los moribundos', 'La mejor red social es una buena mesa rodeado de la gente de toda la vida'…

Algunos clientes aprovechan los recesos, entre bandeja y bandeja de carne, para hacerse una foto junto al capote del diestro Rubén Pinar que hay colocado a la entrada del Restaurante La Peña. "Durante un tiempo fui empresario taurino y apoderado de toreros", resalta el hostelero. De hecho, una pared de su establecimiento está pintada emulando un coso taurino, donde cuelgan disecadas las cabezas de ilustres astados: "Este pasó por los Sanfermines, a este de la ganadería de Diego Puerta le cortó una oreja el maestro Curro Romero, en la Feria de Lorca de 1988...".

'El paso de la dolorosa'

Cuatro de la tarde y doce minutos. El sonido de una saeta de Semana Santa sorprende a los comensales. Una camarera empuja por el salón una mesa auxiliar con ruedas, decorada con cuatro velas, dos rosas y un ataúd en miniatura. La empleada, emulando el caminar de un cofrade, inicia 'el paso de la dolorosa' hasta que se detiene frente a una mesa donde abre el minúsculo féretro. Es máxima la expectación entre los clientes, pertrechados con sus móviles: "Esta es su cuenta". Los comensales de esa mesa abandonan antes de que lleguen los postres porque en su estómago no cabe ná.

Una camarera, empujando el 'paso de la dolorosa, para entregarle la factura a unos clientes.

El 'gastro-show' todavía no ha terminado porque falta la entrega de premios del concurso de dibujo infantil: un bote de Nutella en miniatura. Después arranca la actuación del dúo Javier y Selín que se ve interrumpida cuando el dueto musical llama al escenario a Pedro. El hostelero, ni corto ni perezoso, coge el micrófono y se arranca a cantar 'Qué cara más bonita': el éxito del grupo Bordón 4 que popularizó sevillanas y rumbas en la España de finales de los setenta, marcada por las películas de cine quinqui.

Los camareros reparten pinchos de fruta y helado para refrigerar la que será una larga digestión porque falta por llegar el café de puchero, típico de Murcia, y una queimada con su conjuro correspondiente. Pasadas las cinco y media de la tarde, el periodista se marcha del Restaurante La Peña en cuyo interior sigue sonando el jolgorio y un grito unánime: '¡Pedro!, ¡Pedro!...' El hostelero que empezó sirviendo las tapas que hacía su madre, Ángeles, se ha convertido en el rey del marisco a lo bestia.

Los comensales se divierten con el show de Pedro.

Los comensales se divierten con el show de Pedro. J. B.