Macarena Olona ha desviado su camino... hacia Santiago. La alicantina, tras abandonar abruptamente la política el pasado 29 de julio por motivos de salud, reapareció este martes a través de sus redes sociales con un llamamiento: caminar junto a ella los 127 kilómetros que separan Sarriá (Lugo) de Santiago de Compostela. La ex diputada de Vox, además, promete correr con los gastos de quien no tenga medios para afrontar la aventura. En su partido, como adelantó EL ESPAÑOL, nadie tenía noticia alguna.
De sobra conocida, la fe de Olona parece haber experimentado un aldabonazo en Panamá, hasta donde viajó para despedir a su padre, fallecido en marzo. "Iniciamos en la vida caminos que no sabemos dónde van a llevarnos", publicó bucólica en Instagram, junto a diversas imágenes de su periplo.
Una epifanía donde ha coincidido con Miguel, un restaurador malagueño; con Jorge Domínguez, un escultor cordobés; con el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa; con Ricardo Gago Salinero, embajador del Camino de Santiago en el país centroamericano; y con el fraile mercedario Javier Mañas.
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Este último religioso, llegado al país centroamericano en 2001, guarda para sí las confesiones compartidas con Olona. "Un diálogo de circunstancias personales", describe a EL ESPAÑOL sin entrar en más detalles, que "no estaba programado ni oficialmente avisado". "Se fue encontrando a las personas por el camino sin agenda programada", cuenta de su viaje. Olona paseaba junto a Gago, visitando el casco antiguo de Ciudad de Panamá, se topó con la Iglesia de la Merced y decidió entrar a rezar.
El fraile mercedario, más apegado ya a la realidad panameña que a la española, reconoce las breves nociones que tenía de Olona por la prensa. Su auge, sus aguerridos discursos parlamentarios, su candidatura en las elecciones andaluzas, su retirada hace menos de un mes. Los capítulos sucintos de una fulgurante carrera política desarrollada en tres años.
"Estaba dando una gira por esas iglesias", sigue el fraile mercedario, "cuando vino a saludar". "Al día siguiente estuvo en una misa y en una procesión que no se pudo celebrar el 15 de agosto, pero en la que participó, porque ella venía también por asuntos personales de su padre. Participó también en la eucaristía”.
"Buscaba algo interior"
¿Qué tal notó a Olona? "Fue una visita de tranquilidad, de encuentro, ella buscaba algo interior, lo que te puede dar la fe en un momento determinado", estima este sacerdote castellonense de 53 años. Olona le pareció a Fray Javier "una persona tranquila, dentro de todas sus circunstancias". "Como se dice muchas veces, la profesión va por dentro...", desliza. "Estuvimos hablando de ciertas cosas personales, de cosas de fe, pero nada más", cuenta.
Fray Javier es una persona querida en el barrio de El Chorrillo, un lugar en el extrarradio de Ciudad de Panamá, bañado por el Océano Atlántico, atacado el 20 de diciembre de 1989 por el ejército americano por tierra y por mar, después de que el país se declarara en guerra contra Estados Unidos bajo la dictadura del general Manuel Noriega. Un episodio que se saldó con decenas de muertos, instalado a fuego en la memoria de quienes lo habitan.
"Un lugar pintoresco, un poco atípico, pero contento de poder ayudar a las personas que viven acá y el rumbo de muchos, a quienes la pobreza determina", cuenta Mañas, cuya labor fue recompensada en 2014 con el premio Héroes de Panamá, otorgado por la TVN Canal 2, destacando el empeño de individuos y fundaciones que trabajan para mejorar el país. Le premiaron por la "natural convivencia diaria entre niños y ancianos, en la que la comunidad mercedaria busca atender todo el ciclo de vida en este sector".
Las últimas décadas en El Chorrillo, especialmente entre 1990 y 2013, estuvieron marcadas por la lucha de bandas, de crímenes, la mayoría de ellos sin esclarecer, que segaron la vida de pandilleros que perdieron la vida entre balaceras, según la jerga local. Fray Javier perdió en algún momento la cuenta de los funerales que ofició.
"El rito del funeral lo tiene grabado en la mente el religioso: sacaban al difunto y lo llevaban a los lugares donde él parqueaba, donde jugaba fútbol, le ponían la música que le gustaba. El cortejo de pandilleros salía de Fátima, la iglesia de El Chorrillo, escoltado por 20 atentos a cualquier posibilidad de balacera que se presentara. Al muerto lo paseaban por las calles, le rociaban ron, cerveza y luego lo llevaban al cementerio", quedó descrito el rito en el blog panameño Informe25.
"Yo tenía que decir palabras de que no hubiera venganza, era un fenómeno importante de patrones de conducta. En Barraza era muy delicado porque desde Patio Pinel, un sitio más alto, cuando iban a enterrarlo tiraban balas, se vivía mucha tensión", narraba Mañas.
El encuentro con el apóstol
El aumento de efectivos policiales, sin embargo, ha enmendado la situación en los últimos años. En el año 2018, de hecho, no se llegó a registrar ningún crimen, enterrada ya las páginas más oscuras de un barrio que invitaba a coger una circunvalación para no transitarlo.
El desempeño de Mañas en la zona ha tenido eco estatal: fue él quien oficio en la Catedral Basílica Santa María La Antigua el funeral de estado a las víctimas del covid-19, al que acudió el vicepresidente de la República y ministro de la Presidencia, José Gabriel Carrizo.
Pero desde el pasado febrero, Mañas es también capellán de la Orden del Camino de Santiago. El fraile reconoce haberse enterado por los medios de comunicación de las intenciones de Olona, pero narra un encuentro curioso de la abogada del Estado con una figura del apóstol Santiago traída desde Guadalajara para celebrar su onomástica. "Le motivó y tuvo un encuentro espiritual. Supongo que de ahí salió celebrar ese Camino de Santiago. Yo me he enterado por las noticias, no porque ella lo hubiera anunciado aquí".
Sobre el encuentro con la talla, realizada en un pequeño pueblo de Guadalajara (México) por Arte Martínez, la ex diputada de Vox escribió este martes: "Con Ricardo [Gago] me postré a los pies del Santo Apóstol Santiago, patrón de España, que ha guiado mis siguientes pasos".