Eduardo García Llama hace semanas que no para casi ni un segundo en el Mission Control Center de la NASA, en Houston (Texas—Estados Unidos). El móvil suena para atender una entrevista, pero el ritmo es frenético y tiene que posponerlo. Cuando puede volver a charlar, se disculpa y ríe distendido junto al reportero: "¿Cuántas veces te pilla una llamada en medio de un cambio de norma de vuelo a la luna?".
"Están siendo complicados, porque se junta mucho trabajo, mucha organización, planificación… Es complicado. Está siendo intenso", reconoce este científico español. Es el jefe del equipo de guía y control del proyecto Artemis 1, con el que el hombre pretende volver a la luna 50 años después. Este lunes volará la primera nave, sin tripulación, y luego lo harán otras dos más, estas ya sí con 4 tripulantes. El tercero será el único vuelo que alunizará en el satélite terrestre: será la primera vez que una mujer pise la luna.
"Nunca había imaginado estar a los mandos de esta operación. Yo estoy a los mandos de mi sistema digamos, que es el que permite a la nave moverse en el espacio, hacer maniobras y todo eso. No te diré que es el clave — lo es— pero es el guiado y control. Es el que le dice a la nave dónde tiene que ir y cómo ejecutarlo", cuenta.
A cargo de Eduardo están unas 40 personas. Tal y como él mismo reconoce, "el equipo cambia de tamaño" según las necesidades. Estos últimos días se encuentran en la fase de apoyo y de ahí que esos sean los componentes del grupo, que disminuirán o aumentarán según las necesidades de lo que ocurra.
García Llama no se ve estresado en los días previos al lanzamiento. "Más que estrés, porque el estrés lleva una connotación de nerviosismo, ansiedad… Es más estar ocupado, tener mucho trabajo, estar pendiente de muchas cosas… No lo llamaría estrés pero sí estar muy ocupado. Todo es muy intenso, son muchas horas, son menos los momentos que te puedes relajar… Pero se vive con ilusión, es emocionante el proyecto".
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Reconoce que este lanzamiento, programado para el próximo lunes, son para él como sus propios Juegos Olímpicos. "Lo veo como una final de un Mundial. Este partido durará 42 días —duración del primer vuelo que orbitará la luna—, pero es el culmen de una carrera profesional. Tiene un gran significado histórico".
Una oportunidad y Snoopy
Eduardo García Llama nació en Valencia, pero pronto se mudó a Madrid con su familia. De ahí que se reconozca más como madrileño que como valenciano. Estudió Física en la Universidad Autónoma y, posteriormente, se marchó becado al extranjero para ser personal investigador. Entró a trabajar en la Agencia Espacial Europea (ESA), donde se empleó en un satélite en el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial, en Países Bajos.
Luego llegó el momento de trasladarse a Houston. Lo hizo para unos dos o tres años, en principio, pero la etapa dura ya más de 20. Se trasladó en 1999 a Houston, al Centro Espacial Johnson, para trabajar en una nave de rescate de astronautas denominada X-38. El proyecto conjunto de la NASA y la ESA se canceló finalmente. Sin embargo, la agencia americana quisó quedarse con el valor español, que se hizo con el máster de Ingeniería en Operaciones Espaciales por la Universidad de Colorado.
Haciendo un apartado sobre su currículum académico, es envidiable. Según la web de la NASA, además de todo lo mencionado, García Llama es "Máster en Administración Internacional de Empresas por el Centro de Estudios de Postgrado en Administración de Empresas de la Universidad Politécnica de Madrid, donde también obtuvo los títulos de Especialista en Relaciones Económicas Internacionales y de Experto en la Administración y Gestión de la Innovación Tecnológica".
Ahora casi 23 años después de su aterrizaje en territorio estadounidense, García Llama trabaja en la Sección de Mecánica de Vuelo y Diseño de Trayectorias en el Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston. Además, tiene la oportunidad de ser el manager de guiado de control de Artemisa 1, el proyecto que devolverá al hombre a la luna 50 años después. Lo ha conseguido gracias a sus aportaciones al proyecto de vuelos tripulados de la NASA.
Esto provocó que le dieran el Premio del Programa Orión. Como recompensa introdujo en la nave Orión el indicador de gravedad cero, un Snoopy. El peluche permitirá saber cuándo la nave entra en un punto donde no existe la gravedad. "Es un honor cuando a alguien le eligen para introducir el indicador de gravedad cero".
Si todo sale bien, García Llama estará al frente del control de las tres naves del proyecto Artemis, diseñado para devolver al hombre a la luna 50 años después. Esta vez las intenciones son distintas a la primera. "La intención es volver para quedarnos", dice García Llama. "No en las primeras misiones, pero sí crear bases lunares en las que hacer pruebas, desarrollar tecnología... Lo comparo con el Antártico. Desde que se descubrió, ha pasado tiempo hasta que nos hemos podido quedar. Son medios muy extremos y cuesta tiempo. El plan es permanecer en la luna".
No obstante, hay que ir paso a paso. El primero será orbitar durante 42 días la luna, desde este próximo lunes, con la nave Orión. "La nave no aluniza. Va allí y vuelve. Es un vuelo de pruebas", apunta.
Es una nave autónoma que estará controlada desde tierra. Como jefe de guiado, aunque él tenga recelos a decirlo, el español está al mando del sistema clave de Orión. Durante el vuelo surgirán problemas y tendrán que estar atentos, para lo que tendrán turnos rotatorios.
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Cuestionado por el momento más complejo de este tipo de misiones, García Llama explica que tienen tres fases diferenciadas. "La primera es el lanzamiento, que dura unos 8 minutos; luego la fase espacial es de 42 días; y la media hora para la reentrada en la atmósfera. La primera y la última son críticas. Sometes a la tripulación y a la nave a condiciones muy extremas, sobre todo en el lanzamiento porque tienes una bomba controlada con combustible y sistemas pirotécnicos…".
No obstante, durante el vuelo también habrá momentos críticos. "Cada encendido de los motores, cada maniobra, lo son. Algunos son más importantes que otros. La corrección de trayectoria, por ejemplo, es complicada, para meterse o salir en la trayectoria lunar".
Pero ir hasta la luna no sólo implica llegar, dar unas vueltas y regresar. "La nave es autónoma, pero hay cosas que desde tierra se tienen que hacer. Hay comandos que enviarle a la nave, ciertas maniobras que queremos experimentar, cargar planes de vuelo, o por ejemplo actualizar su orientación, su navegación también a veces... Y eso requiere intervención. Pero el primer propósito del apoyo en tierra es saber responder, saber qué falla y resolverlo".
Objetivo: Marte
A este primer vuelo lo seguirán otros dos más. El Artemis 2 y el Artemis 3. "El segundo sí llevará tripulación, pero tampoco se posará y el tercero sí descenderá".
García Llama es autor del libro Apolo 11, dedicado a la primera misión que llevó al hombre al satélite terrestre. Ahora está orgulloso de participar en el que considera el "capítulo 2, la continuación del Apolo".
Como conocedor de ambos cohetes, García llama destaca que "el cohete es de la misma clase. Tiene diferencias porque este tiene dos motores de combustible sólido a los lados. Luego tiene una etapa central... El Saturno 5, es un poco diferente, pero ambos cohetes son de la misma familia. Son cohetes para vuelos espaciales tripulados, los más desarrollados del mundo, con la capacidad de llevar masa al espacio; es incomparable con cualquier otro".
"Otra diferencia es que en Artemisa hay cuatro paneles solares que recibirán energía y eso no lo tenía el Apolo —explica el físico español—. La nave Orión tiene capacidad para un tripulante más, esta es de cuatro, y las dimensiones son más grandes, también el escudo térmico, que es el más grande del mundo para su clase. Son diferencias de este tipo. Luego, dentro de la nave, la biónica, los equipos y tal, son más avanzados, de acuerdo a nuestra época".
Claro que, como reclama García Llama, este es el capítulo 2, imposible de hacer sin el uno. Y, por supuesto, es la antesala del 3. Si el hombre irá a la luna esta vez para quedarse, también lo hará como prueba para poder lanzarse a la aventura de ir a Marte. "Sí, el objetivo de iniciar todo esto es el de ir hasta Marte. Hace años nos preguntábamos si había que ir antes a la Luna o no. Había gente que decía que había que ir directos al planeta marciano, pero yo estoy con los que creen que hay que aprender primero a vivir en la luna, hay que desarrollar tecnologías allí… Todo eso antes de poder comprometerte a ir a Marte. Una misión a Marte requiere que haya gente que viva allí durante varios meses. Eso, a día de hoy, hay cosas que no lo permitirían".
La idea está meridianamente clara, la incógnita es cuándo se realizará. "Es cierto que se pretende estar allí de forma permanente en la luna, donde se harán una serie de pruebas para aplicarlo al entorno marciano".
La parte humana
El madrileño tiene claro cómo debe gestionar mentalmente los días en los que el cohete esté en el espacio, las 41 horas de cuenta atrás y todos los problemas que surjan. "Es un momento histórico, y lo importante que es puede influir negativamente. Pero tienes que acabar con esos pensamientos", expone.
"Yo siempre hago una similitud ahí. Hay entrenadores que cuando llega un momento cumbre alejan de la presión a los suyos. Si ves un entrenamiento de Messi o cualquiera de estos, flipas con cómo juegan. Porque el arte desarrollado ahí nunca lo vas a ver el día de partido, por muy bien que juegue. Siempre me ha llamado la atención que cuando llega una final de Champions, los entrenadores les piden que disfruten. Es curioso, porque todo lo técnico está trabajado. No va a ser mejor o peor futbolista del jueves al domingo, lo que queda es quitar la presión, quitar de la mente que estás jugándote mucho. Esa presión se quita cuando dices: voy a disfrutar de esto".
Eso es precisamente lo que pretende insertar en su mente Eduardo. "Este fin de semana inicio mi turno de rotaciones, porque hay una prueba en la que estoy en la misión control. La cuenta atrás es de 41 horas, en la que se hacen muchas cosas. Eso se hace en la noche del sábado al domingo. Yo saldré de mi casa a las dos de la mañana. La prueba empieza a las 5. Imagina ese momento en el que sale de casa a las 3 y cojo el coche, voy camino al Control Center y puedes pensar en la tensión que se puede acumular. Sin embargo, si planteas esos hechos en el vamos a disfrutar esto, te cambia la aproximaación psicológica. Creo que es importante para mí".
Piensa mucho en la psicología. Dormirá varias horas para estar más fresco en el momento del lanzamiento. "Luego, a nivel mental tienes que aislarte del significado, de la grandeza del momento. Te lo tienes que quitar de la cabeza porque eso te pone presión. La gente estos días me pregunta qué siento. Yo no siento, porque no me lo puedo permitir, tienes que ser más racional. Tienes poco tiempo para perdernos en reflexiones más filosóficas. Se trata de estar frío pero disfrutando. Esa es la consigna".
Sea como fuere, el valor histórico está ahí: el final de la misión es volver a llevar al ser humano a la luna y será la primera vez que una mujer la pise. "Es un equipo humano muy grande y estamos todos metido en el mismo saco con el interés de que salga adelante".
No obstante, Eduardo le resta importancia, quizás porque ya tiene la mente en disfrutar. "Esto también tiene un gran valor histórico, pero nadie va a poder conseguir lo que se hizo hace 50 años, pero no quito el valor. Será un evento histórico de mucha envergadura. Tiene una gran significación y un gran valor. Hay que entenderlo así, pero lo del Apolo es irrepetible, ni siquiera ir a Marte es lo mismo. Nadie nunca más pisará un mundo diferente de la tierra por primera vez".