Víctor ha recibido en las últimas horas más felicitaciones que en el día de su boda. El motivo se debe a que este domingo reunió a un par de amigos, provistos de unas barras de hierro, y echó a un grupo de personas que se aposentó ilegalmente en su chalé. "No puede ser que el propietario de una vivienda tenga menos derechos que un okupa: eso solo pasa en España", reflexiona Víctor, un ingeniero murciano, convertido en un héroe antiokupa para unos y un villano para otros, tras viralizarse un vídeo que muestra cómo echó de su casa a tres adultos y tres menores de edad.
[El propietario de una casa en Murcia se enfrenta a sus okupas: fue con dos amigos armados con palos]
Los okupas solo duraron 24 horas dentro de su propiedad, situada en la Urbanización Los Ángeles, en la pedanía murciana de El Esparragal. "Este domingo, sobre las cinco de la tarde, fui a la casa con mi mujer y mis dos hijas para recoger un patinete", tal y como relata Víctor a EL ESPAÑOL. "Cuando mi esposa intentó entrar a la vivienda vio que no podía meter la llave para abrir la puerta, entonces, salió un vecino y nos dijo que el sábado, se habían metido unos okupas y cambiaron la cerradura".
- ¿Cómo reaccionó usted ante la información que le dio su vecino?
- Víctor: Busqué a un par de amigos y les dije que me acompañasen para recuperar mi casa. Actué en caliente por completo: no podía tardar. En mi familia estuvimos metidos en una caso de desocupación, utilizamos todas las medidas legales y tardamos cinco años en sacar a los okupas.
Soportamos cuatro juicios, pusimos más de veinte denuncias y recursos, nos gastamos incontables euros en abogados y procuradores, mientras que los okupas no sufrieron nada, destrozaron la propiedad, arrancaron rejas y enchufes, rompieron paredes, incluso picaron la bañera. Aquella odisea que sufrieron mis padres acabó este año, al tener en mente esas imágenes, la de mi hipoteca [380.000 euros] y la de mi mujer llorando: sabía perfectamente que este domingo los okupas iban a salir de mi propiedad.
Este ingeniero no se anda con rodeos porque si ha podido meterse en una hipoteca de 380.000 euros es porque se lo ha currado desde abajo, como emprendedor, cuando hace unos años montó Coding Murcia: un taller especializado en BMW, en electromecánica y en realizar equipamientos imposibles. "Para mí era un hobby que luego se convirtió en mi trabajo y más tarde en un negocio que me permitió contratar a cinco personas".
Nadie le ha regalado a Víctor el dinero para comprar su chalé y no estaba dispuesto a que unos extraños se aprovecharan del sudor de su frente. "Cuanto más tiempo pasa, le das más derechos a los okupas, y es más difícil sacarlos", sostiene el gerente de Coding Murcia, mientras atiende a este diario en la sede de su empresa en Cabezo de Torres. "El chalé lo compré en septiembre de 2021 con la intención de disfrutarlo con mi familia, pero no vivimos allí porque tengo pendiente ejecutar una reforma".
Y en la futura decoración de su casa no le cuadraban los okupas, de modo que este domingo, solo una hora después de conocer que habían tomado su propiedad, Víctor se plantó en la Urbanización Los Ángeles, junto a dos amigos, y con una barra metálica intentó hacer palanca para reventar la puerta. No hubo manera, pero se puso a chequear la puerta del garaje y pudo abrirla. "No sabía lo que me iba a encontrar, si había 8 u 80 personas, pero lo que sí sabía era que quería recuperar mi casa porque me falta mucho por pagar de hipoteca".
Varios residentes de la zona salieron de sus casas y algunos inmortalizaron el desalojo con sus móviles. En uno de los vídeos se aprecia cómo Víctor y sus dos amigos entran al chalé, empuñando barras metálicas, y gritando: "¡Vamos 'pa' fuera!". Con paso firme avanzan por el patio, donde un hombre se está bañando con un niño, observado por una mujer, una adolescente menor de edad, y otro crío, pero en un segundo arremeten con violencia contra la piscina de plástico y abren un boquete.
"¿Esto es tuyo?", "¿Lo has pagado?", "¡Se acabó el nadar!", espeta el trío desocupa, mientras el adulto y el crío salen asustados del agua: "Vale, vale". Víctor empieza a sacar las pertenencias de los okupas y las lanza a la carretera. Entretanto, sus dos amigos exigen a gritos a los adultos que desalojen de inmediato la propiedad: "¡A la puta calle!"
La situación es tan tensa que uno de los chiquillos rompe a llorar, mientras que el hombre que se estaba bañando sujeta su ropa con una mano y con la otra empuja con dificultad un pingüino de aire frío para meterlo en su Volkswagen Passat. Dentro del chalé todavía hay un sofá en el salón, una cafetera, bolsas con ropa, un par de colchones tirados por el suelo…, pero los okupas salen rápido para evitar cruzarse con la Policía Local. Un minuto antes de subirse al coche se produce esta conversación surrealista:
- Los dos amigos de Víctor: No se os ocurra volver porque a partir de mañana habrá cámaras. Este es el primer aviso. ¿Tenéis ya claro que esta casa tiene dueño?
- La mujer okupa a Víctor, dueño del chalé: La puerta de la casa estaba abierta.
- Víctor a la mujer okupa: Pues con 100 euros también se pagan alquileres.
- Los dos amigos de Víctor: ¡Venga! ¡A tomar por culo!
- El hombre okupa: Sin insultar. No hace falta que hablemos mal. Venga, vámonos, si ya sabemos de quién es la casa y tampoco es vuestra. Esta casa es de un banco. ¡Es de un banco!
- Víctor, dueño del chalé: No, esa casa era del banco hasta el año pasado y el 23 de septiembre de 2021 pagué 380.000 euros que sigo pagando ahora. Esta semana voy a empezar a reformarla y yo también tengo dos hijos y los quiero meter aquí dentro.
- Los dos amigos de Víctor: Nos esperamos a que os vayáis por si os tenemos que ayudar.
- La mujer okupa a Víctor: ¿Mis colchones me los podéis dejar fuera?
- Víctor, dueño del chalé: Ahora 'mismico'. Os sacamos los colchones y si queréis los echamos encima del coche.
Pasado aquel calentón, el gerente del taller de electromecánica admite durante la entrevista con EL ESPAÑOL que es consciente de que había tres menores de edad en su propiedad y lo sucedido no es algo sobre lo que sacar pecho: "No fue un ejemplo a seguir". Víctor remarca que "no se agredió a nadie" y lanza este mensaje para aquellos que le critican por el desalojo exprés de una familia con niños: "No defiendo la forma en la que recuperé mi propiedad, pero no estaba dispuesto a asumir un proceso de desocupación porque otra persona rompa el candado de mi casa".
- ¿Qué sabe de los okupas?
- Víctor: Uno de los hombres era treintañero, el otro cuarentón y la mujer rondaría los cincuenta. La gente me ha dicho que trabajan en el mercado, tienen un domicilio y mi propiedad la cogieron como casa de verano.
Ley antiokupa en el Congreso
Lo que ha ocurrido en El Esparragal -una pedanía murciana con más de 7.000 habitantes- ha contribuido a remover el debate sobre el fenómeno okupa en España, justo unas semanas después de que el PP registrase en el Congreso de los Diputados una proposición de ley para luchar contra la ocupación ilegal y permitir el desalojo en 24 horas.
La normativa impulsada por los populares también contempla la imposibilidad de que la ocupación ilegal pueda dar lugar a la inscripción en el padrón municipal; así como mecanismos para impedir que se acojan a otros beneficios por parte de las administraciones y el endurecimiento de las penas en el caso de las mafias.
[El PP propone una ley para desalojar en 24 horas a los okupas e imponerles hasta 5 años de cárcel]
Este ingeniero que regenta una empresa confiesa que ahora tiene "miedo" de sufrir un castigo de la Justicia, a la vista del contenido de los vídeos que se han viralizado bajo el título: 'Desokupando su casa'.
"Hice eso por mis propios medios porque con los medios legales actuales no se puede y es triste", lamenta Víctor. "Mi indignación con los okupas viene de lejos". Tal sentimiento obedece a dos episodios que le han afectado directamente. El primero, la ocupación que sufrió su padre al realizar una fuerte inversión para adquirir una gasolinera que incluía una vivienda. "El proceso legal de desocupación se inició en 2017 y terminó en marzo de 2022, cuando entramos el perito valoró los daños en 52.000 euros".
El segundo episodio todavía lo padece: "En la actualidad, tengo mi domicilio en Cabezo de Torres y al lado hay un piso con unos okupas a los que dejaron en libertad 24 horas después de haber sido detenidos, con 199 plantas de marihuana, y con un proceso de desocupación que se arrastraba año y medio", resume este ingeniero, que en más de una ocasión se expresa como un abogado. "El marco jurídico es tan pésimo, de cara al propietario, que los okupas actúan con total impunidad".
Este padre de familia pide a este diario pixelar su cara y no citar sus apellidos en este reportaje porque no quiere sufrir represalias: "No quiero ser Víctor 'el matón' que desocupa a la gente, solo quiero ser Víctor, el ingeniero que hace bien su trabajo".