Loli se marchó precipitadamente de la avenida Pintor Pedro Cano, donde los vecinos de El Palmar seguían la final del US OPEN en una pantalla gigante. "Me fui porque estaba sufriendo: tenía el corazón encogido, Carlitos se jugaba su primer Grand Slam y ser el mejor del mundo", según confiesa Loli, docente en el Colegio Ciudad de la Paz, y que hace nueve años fue tutora de Carlos Alcaraz en Primaria. "Le conozco desde pequeño y sé cuándo pierde la concentración", añade con tono de 'seño' y no se equivoca en semejante apreciación, ya que cuando Loli puso rumbo a casa, se disputaba el segundo set que Alcaraz terminó perdiendo 2-6 ante Casper Ruud.
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"Le dije a mis hijos que me diesen el 'parte' del encuentro cuando regresaran a casa", aclara Loli, "muy feliz" tras conocer que su antiguo alumno aprobó el 'examen' con nota. Carlitos, el crío que no paraba de correr por el patio del Colegio Ciudad de la Paz, como si fuese sobre una moto, en los dos siguientes sets se impuso 7-6 y 6-3 a Casper Ruud, alzándose con el abierto de Estados Unidos, y convirtiéndose en el jugador más joven de la historia que corona la cima de la ATP: 19 años, 4 meses y 6 días.
"Este resultado es por todo su esfuerzo desde pequeño, no es suerte, es fruto de la rutina diaria". Loli Moreno sabe lo que se dice porque le diseñaba programaciones específicas a Carlitos para no perder el ritmo de Quinto de Primaria, al tener que esforzarse el doble por ausentarse de clase para disputar torneos. De su etapa como tutora de Primaria de Alcaraz, no olvida una conversación con Carlitos un día que no tuvo tiempo de mirar un temario: "Me dijo, 'seño, si es que termino tan cansado que no veo ni los dibujos animados'. Yo le pregunté: '¿Te merece la pena?' Y contestó: 'Sí, quiero ser tenista'. Él lo tenía clarísimo".
De aquel Carlitos, de 10 años, que disputaba pachangas futboleras durante el recreo, al Carlos, de 19 años, número uno mundial del tenis, todavía se mantienen algunos aspectos de su personalidad. "Era muy competitivo, no quería perder ni a las chapas", ejemplifica risueña Loli, una gaditana, de 54 años, que tiene la docencia en la sangre porque es hija de profesor y su madre la trajo al mundo en la casa destinada para el maestro que había en un colegio de Paterna de Rivera.
"Carlitos era un fiera en todo: daba el cien por cien en cada cosa que hacía en el colegio". También destacaba por su deportividad en las victorias que obtenía en las competiciones interescolares, lo mismo que ahora demuestra en cada partido de la ATP: gane o pierda. "No hacía leña del árbol caído". En los épicos cuartos de final que Carlos Alcaraz remontó ante Jannik Sinner, después de salvar una bola de partido, se dirigió a su equipo y les gritó: "¡Estoy hecho un toro!". Tal situación vivida en el US Open tampoco sorprende a su profesora de Primaria: "Nunca bajaba los brazos".
Hay más paralelismos entre el carácter que tenía en el aula aquel niño de El Palmar y el adolescente que ha liderado el abierto de Estados Unidos, a base de golpes imposibles ante Sinner, Tiafoe o Ruud. "En el colegio no era un niño que quisiera ser un líder, como otros críos que sí intentan llamar la atención, pero es que Carlitos era un líder nato porque le quería toda la clase", tal y como recuerda su profesora de Lengua, Matemáticas, Ciencias Sociales, Plástica y Ciencias Naturales.
Durante la entrevista que este domingo le hicieron a Carlos Alcaraz, a pie de pista, antes de recibir la copa del US OPEN, hubo otros dos detalles que recordaron al Carlitos del cole. El primero, cuando se desenvolvió a las mil maravillas con el idioma en cada respuesta. "Sus asignaturas preferidas eran Inglés y Educación Física". El segundo detalle se produjo cuando no pudo seguir hablando porque se emocionó: "Esa humildad la tenía en el colegio, le daba vergüenza traer a clase las copas que ganaba en el tenis: todo esto que ha enamorado al mundo entero lo tenía desde crío".
- ¿Qué tal era hincando codos?
- Loli Moreno: No había ninguna asignatura que se le diese mal. Era un buen estudiante. Incluso cuando regresaba de estar fuera diez días, por haber disputado un torneo, y se encontraba el examen de una asignatura sin haber visto esa parte de la materia en clase, no dudaba en hacer la prueba. No se achantaba y luego me sacaba un 7.
- ¿Qué supone para usted haber sido la tutora en quinto y sexto de Primaria de un alumno que se acaba de convertir en el mejor tenista del mundo?
- Estoy muy orgullosa: se merece ser un campeón porque es muy trabajador.
El Colegio Ciudad de la Paz de la pedanía murciana de El Palmar suma 42 años, y por sus aulas han pasado Álvaro, Carlos, Sergio y Jaime: los cuatro hijos de Carlos Alcaraz y Virginia Garfia. Un dato que no es casual, tal y como apunta el profesor de Educación Física, Carlos Bocanegra: "Es una familia muy comprometida e implicada con nuestro colegio".
Prueba de ello es que en junio de este año, tras regresar de disputar el Roland Garros en París, padre e hijo se presentaron en el centro para visitar cada aula y charlar con alumnos, profesores y padres, sin escatimar fotos o autógrafos. También en 2019, Carlos Alcaraz se plantó en el centro con su entrenador, Juan Carlos Ferrero, para someterse a un 'interrogatorio' de los alumnos de tercero, cuarto, quinto y sexto de Primaria.
Tales gestos han provocado que uno de los pasillos luzca un mural dedicado al número uno del mundo. Hay fotos de un enfrentamiento con Rafa Nadal; del campeonato de bádminton por equipos que Carlitos ganó cuando era un escolar; de la excursión que realizó al Mar Menor para practicar windsurf y vela, incluso del viaje de fin de estudios al Parque Warner Madrid. Las imágenes van acompañadas de mensajes de apoyo escritos por los escolares en un pósit: 'Tu colegio está contigo'.
A día de hoy, Jaime es el último de la saga Alcaraz que sigue en este centro público, situado en un barrio trabajador de esta pedanía que soñó con independizarse de Murcia porque suma 24.163 habitantes. El pequeño de la familia cursa sexto de Primaria y al igual que su hermano, Carlitos, ya se ausenta de clase para competir en torneos porque empieza a brillar con la raqueta. "Dicen que tiene mejor técnica", asegura este docente, de 50 años.
- ¿Carlitos destacaba en algún aspecto físico en su asignatura o tenía alguna especialidad deportiva que fuese su talón de Aquiles?
- Carlos Bocanegra: Le di clase de primero a sexto de Primaria. Era un alumno brillante, un niño que desde el primer momento se veía que estaba dotado y que tenía cualidades innatas para practicar cualquier deporte: jugaba bien al fútbol, era una máquina corriendo… Estaba siempre por encima de los compañeros, por ejemplo, si me ponía a enseñar voleibol, Carlitos era el primero que aprendía a dar toques y con el bádminton igual.
Tanto es así que se proclamó campeón regional de bádminton la primera vez que jugó a este deporte. "Carlitos nunca había competido, yo tengo una escuela de bádminton y en sexto de Primaria le enseñé la dinámica de los partidos, en la final jugaba con un chico federado y él se movía como en la pista de tenis, pero lo barrió". También quedó dos años consecutivos subcampeón de Murcia en carreras de cross.
"Tenía buena resistencia aeróbica, no era demasiado flexible, pero desde que le vi abierto de piernas en el US OPEN pensé que hasta la flexibilidad le ha cambiado porque está hecho un portento físico, y antes estaba 'delgaico', la raqueta era casi más grande que él, aunque luego le veías jugar y decías: ¡Madre mía!", tal y como reflexiona este profesor de Educación Física. Sus más de dos décadas en la docencia no le han hecho olvidar ni una de las trastadas que ha sufrido en clase y Carlitos no se libra: "Cogió una piedra, la golpeó con la raqueta de bádminton y partió las cuerdas".
- ¿Qué cualidad suya destacaría como alumno?
- Carlos Bocanegra: Tenía un comportamiento ejemplar: nunca ha querido ser más que nadie. Es un crío que tiene algo diferente a los deportistas a los que estamos acostumbrados a ver.
En el centro esperan que después de disputar la Copa Davis en Valencia, el alumno pródigo se pase a visitarles tras besar el cielo del tenis mundial en el Arthur Ashe Stadium de Nueva York. "Para nosotros, lo que ha conseguido no es una sorpresa: lo sabíamos desde pequeño por sus números, participaba en torneos en los que compitió Rafa Nadal de pequeño y obtenía mejores resultados", según recalca este profesor de Educación Física, que ha seguido cada paso de la carrera de su alumno Carlitos. "Es increíble verle jugar, salva bolas imposibles por las que no correría ningún otro tenista".
Esa capacidad de sacrificio le ha llevado a ser el número 1 más joven de la historia del tenis, superando a Leyton Hewitt, que en 2001 lo consiguió con 20 años, 8 meses y 23 días. Además de pulverizar otros dos récord, como ser el campeón más prematuro de un Grand Slam desde 2005 y del US Open desde 1990. Charlie se ha coronado en el barrio de Queens, aunque ya era el rey de la raqueta para sus vecinos de El Palmar y los profesores que le dieron clase.
"Todo esto no es fruto de la casualidad, sino del trabajo suyo, de su familia y de la genética", apostilla el docente en alusión a Carlos Alcaraz padre, que llegó a ser el número 963 del 'ranking' ATP y siempre ha inculcado la pasión por la raqueta a sus hijos. Eso sí, nunca como entrenador, jamás ha mezclado el ámbito familiar con el profesional, por eso su hijo siempre ha estado en manos de entrenadores profesionales: Carlos Santos; Kiko Navarro; Antonio González Palencia, y Juan Carlos Ferrero.
- ¿Qué sintió este domingo cuando vio que su alumno se alzaba con el primer puesto del ranking de la ATP?
- Carlos Bocanegra: El sueño de Carlos Alcaraz desde pequeño, al margen de ser tenista profesional, era ser el número uno del mundo. Como día el rey [emérito] Juan Carlos I, para mí 'es un orgullo y satisfacción' el haberle tenido como alumno, el haber trabajado con él la resistencia, el haber entrenado al bádminton y el haberle acompañado en competiciones escolares. En el colegio estamos muy contentos. Tengo claro que hay Carlitos para rato.