Amancio Ortega, Sandra Ortega, Juan Roig, Rafael del Pino, Miguel Fluxá: a casi nadie le son extraños estos nombres. Forman el top cinco de la lista Forbes de las personas más ricas de España. Sin embargo, llama la atención el sexto, que ya no sonará tan familiar. El multimillonario en cuestión se llama Daniel Maté, es vasco y tiene 59 años, pero seguir su rastro en España es como perseguir a un fantasma. Un auténtico misterio del que apenas existe información y tan solo una fotografía.
La fortuna de Maté se debe a que es propietario de algo más del 3% de Glencore, empresa anglosuiza líder en el sector de las materias primas. Esto significa que, a día de hoy, Maté acumula 3.200 millones de euros. El martes fue, sin duda, una mala jornada: perdió 16 millones. No obstante, el lunes ganó 85. Desde luego, le salen las cuentas, pero ¿qué es Glencore y por qué es tan desconocida?
Para que se hagan una idea de su dimensión: Glencore ha pasado de cosechar 1.256 millones de euros en beneficios en el primer semestre de 2021 a anunciar beneficios de 11.882 millones en los primeros seis meses de este año. Uno de los principales motivos para este crecimiento exacerbado ha sido la guerra de Ucrania, que ha acarreado escasez y, en el terreno de las crisis, esta empresa se mueve como pez en el agua.
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Por tanto, Glencore ha aumentado un 240% su valor gracias a que ha aprovechado la situación derivada de Ucrania para incrementar el precio de las materias primas que comercializa: zinc, cobre, carbón, petróleo, alúmina, aluminio y mineral de hierro. De todas ellas, Daniel Maté escaló en la empresa hasta convertirse en el responsable de zinc, cobre y plomo en el año 2000, puesto que dejó con su retiro definitivo en julio 2020, siendo sustituido por Nikola Popovic.
Pese a su éxito empresarial, no fue hasta 2011 que se empezó a oír su nombre. Glencore comenzó a cotizar en las bolsas de Hong Kong y Londres. Maté, al ser en ese momento el dueño del 6% de Glencore y segundo máximo accionista individual por detrás de Ivan Glasenberg, tuvo que hacer pública su identidad. Sin embargo, 12 años después su vida personal sigue siendo casi tan misteriosa como lo era entonces.
Emigrado a Suiza
La información existente sobre Daniel Maté se reduce a unas pocas noticias y su perfil en la lista Forbes. Según ha podido saber este periódico, Maté se crió en una familia de San Sebastián religiosa pero sin relación con los sectores en los que acabó haciendo carrera. Hijo de Carlos Maté y María Pilar Badenes, esta última murió el 6 de febrero de 2012, poco después de que Glencore saliera a bolsa, y fue enterrada en la iglesia de los Padres Carmelitas.
Daniel tiene un hermano, Pedro Maté, y dos sobrinos, Íñigo y Ane. No obstante, toda la vida de ellos la ha vivido alejado en la distancia, pues lleva más de 30 años viviendo en Suiza. El camino que lo ha llevado hasta el país de Heidi es de lo más heterodoxo.
Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras, ambas por la Universidad de Deusto, en 1988 dejó el curso de formación de oficiales del Ejército del Aire en que estaba matriculado para entrar en las oficinas de Marc Rich & Co en Madrid.
En la capital estuvo viviendo con su esposa María Luisa Leza durante tres años. Ella había estudiado Filología Hispánica y estaba opositando para auxiliar administrativa en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), pero se lanzó a la aventura con Maté.
Tres años más tarde, volvían a cambiar de aires: era 1991 cuando el propio Marc Rich lo acogió como pupilo en la sede de la empresa en la localidad de Baar, perteneciente al cantón de Zug, uno de los lugares de Suiza con mayores beneficios fiscales y bajos impuestos.
En 1994 formó parte del grupo de empleados de Rich que lograron que el jefe y dueño de la empresa diese un paso al lado merced de la compra de sus activos. Así, Ivan Glasenberg se convertía en el número 1 de Glencore, como pasó a denominarse Marc Rich & Co, y Daniel Maté en uno de los más importantes miembros del consejo directivo.
Paradise Papers
La ambición de Maté no se quedó ahí. En los momentos complicados apostó por la compra de acciones de la compañía y llegó a convertirse en el número 2 detrás del intocable Glasenberg. Hasta la adquisición de acciones por Xstrata, Maté poseía el 6,9% de Glencore (después, el 3,4%). Xstrata era propietaria de Asturiana de Zinc, empresa de la que Maté también fue consejero.
Supervisor de las áreas de marketing y de activos industriales, de estrategias, de operaciones... hasta ser codirector del importante departamento de zinc. Al frente de esta área de la multinacional, Glencore vivió uno de los mayores escándalos judiciales y de reputación de su historia.
Los errores del pasado se repetían. El antiguo propietario Marc Rich ya había tenido que huir de Estados Unidos tras ser condenado por evasión de impuestos y por su mala imagen después de negociar con estados como Kuwait o con líderes como el Ayatollah Jomeini.
En Suiza, Rich siguió siendo hombre de confianza de los presidentes y empresarios más importantes del mundo, evitó la cárcel y colocó como líder mundial a su empresa. Solo al final del mandato de Bill Clinton y después de ingentes donaciones al Partido Demócrata, Rich consiguió su perdón gubernamental, siendo uno de los 40 amigos del presidente Clinton que fueron indultados, junto a otras 100 personas, a principios del año 2001.
Por tanto, en los movidos años 90 de Rich en Suiza ya estaban junto a él tanto Maté como Glasenberg, que debieron de aprender del jefe. A principios de los 2000 Glencore compra una de las minas más grandes del cobre en Zambia. Fue una de tantas operaciones en África y Sudamérica que enriquecieron a la compañía, a la par que ahondaba en la crisis de aquellos países.
Así, cuando en 2017 saltó el escándalo de los Paradise Papers -una investigación global que afectó a relevantes personalidades y empresas y en la que se filtraron casi siete millones de documentos internos de Glencore-, Daniel Maté estaba en el ojo del huracán: su nombre y firma aparecían.
Los Paradise Papers, que en España publicó El Confidencial, demostraron que Glencore fue "ayudado por su elitista bufete 'offshore' y lleva años usando paraísos fiscales para encubrir tratos lucrativos y desviar millones de dólares".
De nada sirvieron los intentos de Glencore por evitar el castigo. El Tribunal Superior de Justicia de Australia, por ejemplo, dictaminó que los archivos filtrados relacionados con sus acuerdos financieros en el extranjero eran relevantes y tenían que pasar a la Oficina del Fiscal.
Lo mismo sucedió en el resto de países. Glencore no podía esconder el escándalo y aceptó pagar 2.600 millones de dólares a Estados Unidos y Reino Unido por sus prácticas corruptas en países africanos y sudamericanos.
Retiro tranquilo
En la actualidad, Daniel Maté continúa disfrutando de un feliz retiro en Baar (Suiza). Tiene dos hijos: David, empresario ligado a los mercados digitales, y Gabriela, jinete profesional y amiga de Marta Ortega, hija de Amancio Ortega.
Maté se ha preocupado de montar, paralelamente a Glencore, un imperio inmobiliario que le permita asegurarle una vida cómoda a generaciones y generaciones de descendientes.
En diciembre de 2013 compró a través de Beach Bienes Inmobiliarios importantes edificios salidos a subasta pública, como la sede del Registro General (Gran Vía, 3). También ha adquirido los edificios de Telefónica de General Yagüe, 31 (Madrid), Paseo de Valldaura, 66-74 (Barcelona) y de calle Arrabal, 23 (Santander).
No obstante, la joya de la corona sin duda es su propiedad del imponente edificio situado en la confluencia de la calle Fontanella con la avenida Portal de l'Angel: la sede de Telefónica en Barcelona, adquirida por 100 millones de euros y que tiene alquilado actualmente a la propia compañía de telecomunicaciones.
De esta forma, Daniel Maté se ha situado como el sexto español más rico del momento, protagonizando el salto más increíble de toda la lista Forbes en los últimos tiempos. En 2020 era el número 20 con una fortuna de 1.200 millones de euros; en 2021 el noveno, y ahora está ya el sexto con 3.200 millones de euros. Casi tres veces más en menos de dos años. Que tiemble el top cinco.