Desde el pasado 27 de agosto, la calma parecía haber llegado a la calle Morando, en el distrito de Tetuán, en Madrid. Sin embargo, para sorpresa y desgracia de los vecinos de los bloques de edificios de la zona, la tormenta ha regresado de nuevo tan solo 15 días después en forma de calor, malos olores a fritanga y ruido.
A finales del pasado mes de agosto, el Ayuntamiento de Madrid ordenó el cese y clausura de la cocina industrial ‘La Gran Familia Mediterránea’, del chef Dani García. Tal y como explicó el Consistorio, en el local se daban una serie de “incumplimientos técnicos” que obligaban a su cierre de inmediato. De hecho, el propio delegado de Desarrollo Urbano, Mariano Fuentes, del grupo Ciudadanos, aseguró que, en caso de no cumplir con la orden, el Ayuntamiento iniciaría por sí mismo el procedimiento de clausura.
Sin embargo, este martes y después de apenas dos semanas sin operar, las cocinas del chef malagueño han reabierto sus fogones. Los vecinos aseguran que “se han saltado la orden por el forro” y han procedido de nuevo a retomar la actividad. Una situación con la que los residentes no aguantan más y por la que se sienten completamente indefensos ante unas instituciones que, tal y como señalan, no actúan para poner fin al infierno en el que viven.
Los vecinos de este barrio madrileño pensaban que el martirio que vivían desde hace meses había llegado a su fin tras la decisión del Ayuntamiento de Madrid de cerrar las cocinas fantasma del chef Dani García. A pesar de ello, este mismo martes, a primera hora de la mañana, los residentes de los bloques de viviendas colindantes se despertaban de nuevo con el ruido de los camiones de Makro descargando la mercancía a las puertas del local.
Desde ese instante, vuelta a la rutina de los últimos meses: ruidos estruendosos, olor a fritanga y altas temperaturas que desprenden las cocinas contiguas a sus viviendas. “Hoy ya empieza a oler otra vez. Acaban de parar, pero dentro de un rato volverán. En cuanto ven que hay un poco de movimiento o se acerca la gente paran”, asegura Carlos, uno de los afectados.
Este mismo martes, los vecinos avisaron a la Policía del retorno de la actividad de estas cocinas fantasmas. Sin embargo, tras permanecer en el local alrededor de diez minutos hablando con los trabajadores, los agentes informaron a los vecinos que desde el interior del establecimiento aseguraban contar con la licencia pertinente y haber desarrollado las modificaciones exigidas.
Una respuesta que no convence a los afectados, que ven desde sus ventanas la realidad de la situación. “No han hecho absolutamente nada, los tubos extractores siguen exactamente igual”, cuenta una de las vecinas haciendo referencia a una de las exigencias, que se basa en alzar dichos tubos un metro por encima de la vivienda más alta.
Entre sus preocupaciones, se encuentra la incomprensión en relación con la trama. No entienden que el Ayuntamiento haya concedido de nuevo una licencia al dueño del local sin haber realizado ninguna de las modificaciones exigidas por la orden de cese. "La solicitaron el 29 de agosto y se la dieron el 2 de septiembre. Si nuestra orden de cese y demolición han tardado en comunicarla meses, ¿cómo puede ser que ahora hayan aprobado en tres días una licencia de algo que no cumplen?”, se preguntan indignados. Este periódico se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Madrid para conocer su versión de lo ocurrido y no ha obtenido ningún tipo de respuesta al respecto.
Dani García, escondido
Los residentes del barrio de Ventilla deberán hacer de nuevo frente cada día a los camiones descargando en mitad de la calzada, las motos y bicis de los ‘riders’ aparcadas en las puertas de sus garajes y a las malas contestaciones de algunos de los trabajadores. “En alguna ocasión les hemos dicho que quitaran las motos para poder pasar al portal y te contestan con ironía”, asegura una de las afectadas. La misma ironía que han utilizado en algunas ocasiones par responder a los reproches de los vecinos sobre el calor y el olor que desprenden las cocinas y que llegan hasta sus viviendas. “Te dicen que es imposible que llegue, pero ya te digo yo que sí que llega todo”, añade otra de las vecinas.
— ¿Alguien ha visto a Dani García alguna vez por aquí?
— Sí, en la tele, anunciando el paté. Qué manía le tengo. Le veo y me pone verde.
Sin embargo, lo que sí que afirman los vecinos que gestionan las redes sociales de los afectados es que Dani García revisa sus publicaciones de Instagram. “Ha visto nuestro stories con su cuenta personal. Osea que sabe lo que hay”, añade otro de los vecinos.
Soluciones inminentes
A pesar de tomárselo con humor en algunas ocasiones, los afectados aseguran que viven en una continua situación de estrés y ansiedad generada por las cocinas del chef malagueño. Como principal solución, proponen el desplazamiento del local al polígono de Fuencarral, ubicado a tan solo dos kilómetros en línea recta de su actual localización. “Es que el olor es horrible. No es tener a un vecino al que le gustan las croquetas o las patatas fritas. Es como si hubiera 5.000 vecinos cocinando croqueras, porque son unas cocinas industriales. Deberían estar en un polígono industrial”, comentan.
Además, se muestran reticentes a las posibles soluciones ineficaces que les puedan proporcionar desde el Ayuntamiento y exigen la demolición inmediata. “Si Dani García se va pero dejan las cocinas y viene otro, de ahí ya no le sacas. Lo que queremos es la demolición. Nuestra preocupación es que se meta otro y hasta que le den una licencia, con una declaración responsable se pueden poner a trabajar. Es de chiste”.
Las dark kitchen
Las cocinas fantasmas, o también conocidas como dark kitchen, son locales dedicados a la preparación de comida para reparto a domicilio. Un modelo de negocio que, por medio de Internet y las aplicaciones móviles, ha conseguido dejar atrás la tradición de consumir en los propios establecimientos para sucumbir a los deseos de los clientes de disfrutar de sus platos preferidos desde el sofá de sus casas. Cobraron cada vez más importancia durante la pandemia, pero su auge y masificación está suponiendo graves problemas para los vecinos.
A pesar de ello, ha llegado a la cocina de élite de algunos chefs como Dabiz Muñoz, con su restaurante GoXO o, en el caso del propio Dani García, con ‘La Gran Familia Mediterránea’. Este último, comparte polémica con los madrileños desde junio del pasado año, cuando el cierre de las cocinas que tenía instaladas en aquel momento en la calle José Calvo para abrir unas nuevas en la calle Morando.
Desde entonces, los vecinos de esta calle deben hacer frente a una situación que definen como horrorosa. “Su actividad es de lunes a domingo, todos los días, desde que empiezan por la mañana hasta pasada la medianoche”, aseguran algunos.
“Es difícil solidarizarse si no lo vives, pero es un horror. No se puede vivir así. Nos genera situaciones de ansiedad y estrés. El olor es asqueroso, tiene que ser perjudicial. Encima no lo tienen dentro de la cocina, porque la expulsan fuera, lo sufrimos nosotros”, explicaban los vecinos a este medio.
Ahora, con su reapertura tras la orden de cese y demolición, los vecinos confirman que deberán reunirse para decidir el camino que escoger. Algunos consideran que seguir con la lucha supondrá un gran desembolso de tiempo y de dinero. Sin embargo, creen que es necesario ya que, tal y como concluyen, “es imposible vivir así”.