Después del coliving, el coworking, el wardrobing o el nesting llega el coduching. Vivimos tiempos curiosos en los que términos que suenan muy cool encierran realidades sociales difíciles de digerir: estamos en crisis y somos más pobres que las generaciones previas. La crisis energética que sufre Europa derivada de la guerra de Ucrania ha desatado una fiebre del ahorro. Y lo que podría parecer un término acuñado y fomentado por las redes o los medios, en realidad, viene de una recomendación de altas esferas de la política.
Fue la ministra de Medio Ambiente de Suiza, Simonetta Sommaruga, quien propuso que los ciudadanos que se ducharan en pareja como medida de ahorro de energía en las puertas del invierno, momento del año donde hay mayor demanda de gas y electricidad.
La recomendación de esta ministra generó una oleada de críticas, titulares, comentarios y memes, lo que obligó a Sommaruga a volver a comparecer para aclarar que la ducha compartida no es apta para todos los públicos y que es una acción más dirigida a las personas jóvenes.
Pero esta no era la única medida que puso sobre la mesa la ministra. También habló de reducir la temperatura de los hogares, apagar las luces que no sean necesarias y también desenchufar los ordenadores que no se estén usando. Como cabía esperar, la idea de la ducha compartida fue la más controvertida y discutida entre los anuncios del plan de ahorro energético, al que muchos en Suiza lo han calificado de “surrealista”.
La editora de una importante revista femenina suiza ironizó sobre el tema proponiendo otras medidas como “hacer el amor por la mañana después de apagar la calefacción para poder entrar en calor”. Y así, el debate ha traspasado fronteras.
Esta medida ha llegado a España con el término de coduching, una ocurrencia cuya procedencia no está del todo clara, pero que ha dado mucho que hablar los últimos días. Hasta el punto de que un reportero del programa Cuatro al día se metió en la ducha en pleno directo con una mujer para comprobar si esta medida era efectivamente útil para ahorrar agua. De lo que se ha hablado en redes es de todo menos del ahorro de esa escena.
En Twitter hay quien ha criticado la medida con humor, como la famosa actriz Ana Milán: “Si te duchas con tu pareja y ahorras agua es que la cosa no va bien. Buenos días”. En esta línea, se han sucedido los memes y los comentarios jocosos.
Sin embargo, muchas otras personas han criticado el hecho que se plantea en el primer párrafo de este texto: encerrar en un término rimbombante una romantización de la pobreza. Muchas personas han recordado el uso de otros términos similares como el nesting, no salir de casa en todo el fin de semana; el friganismo, o coger comida de la basura; wardrobing, comprar ropa y devolverla tras un uso; o los ya de sobra conocidos coworking y coliving, cuando hacemos referencia a compartir oficina o piso para ahorrar.
Ahora, lo que tradicionalmente se ha concebido como un gesto romántico o erótico, es la nueva medida para ahorrar en medio de una crisis energética sin precedentes.
['Haunting': así es la variación del ‘ghosting’ que sufren algunas parejas]