José, "enterrado" y "resucitado" dos veces en 4 años: su lucha para constar vivo y no muerto
Al morir su hermano mellizo, se produjo un error administrativo que ninguna administración asume y que le ha borrado del sistema.
3 octubre, 2022 03:15Hasta hace unos meses, José Pascual (1962) caminaba por las calles de Villareal (Castellón), su localidad natal, con la pesadumbre de estar muerto. Sí, muerto. Su acta de defunción así lo acredita. Su nombre fue eliminado del registro civil. Perdió todos sus derechos como ciudadano. "¡Pero yo estoy vivo, sino no podría estar hablando contigo!", exclama con desasosiego en conversación telefónica con EL ESPAÑOL.
José lleva más de cuatro años intentando demostrar que sigue vivo. Durante este tiempo ha tenido que hacer frente a la incredulidad de las administraciones públicas, las culpables de haberlo "asesinado" por error. "Te prometo que estoy vivo, ¿tú sí me vas a creer, verdad?", insiste con la indignación propia del que tantas veces se ha enfrentado a un funcionario público que le aseguraba que había fallecido.
La historia comienza con la muerte de Enrique, el hermano mellizo de José. Un día, Enrique desapareció sin dejar rastro. Nadie en el pueblo sabía donde se encontraba. José, desesperado, comenzó a buscar a su hermano sin descanso. Llevaban casi una semana sin noticias de él cuando decidieron, en presencia de la Policía Municipal, tirar la puerta abajo del bar que regentaba. "Allí, sentado sobre la taza del váter del cuarto de baño, apareció el cuerpo sin vida de mi hermano", cuenta José. La causa de la muerte: un ictus cerebral.
Una vez levantado el cadáver y entregado a la familia, se procedió a realizar el entierro. Lo que José nunca podría sospechar es que, en vez de su hermano, el que iba a figurar como fallecido de cara a la administración fuese él mismo. La primera vez que tuvo constancia de dicho error fue en una visita a su farmacia, a la que acudía con asiduidad para recoger sus medicamentos para la próstata y la diabetes. "Me dijeron que no me los podían entregar ya que mi nombre había sido borrado del sistema. Me daban por muerto", comenta.
A partir de ahí, comenzó el camino hacia el calvario -valga el símil- de José. El primero de los pasos fue el de acudir a la Seguridad Social donde una agónica cola de espera le aguardaba -como el que aguarda por error su destino final a las puertas del purgatorio para reclamar que le devuelvan a la vida-. Allí, agazapado sobre una pila de papeles, el funcionario de turno sentenció: "Sí, es verdad, usted figura como fallecido, pero eso no es error nuestro".
Decidido a resolver esta injusta y esperpéntica equivocación, José tomó camino hacia el juzgado, también acudió a la Policía Nacional. Estos últimos fueron los encargados de levantar el acta de defunción en el lugar de los hechos, por tanto, previsiblemente, podrían ser los culpables del error. "En el juzgado me dijeron que se trataría de un error de la Policía, y cuando fui a la Policía Municipal me dijeron lo mismo, que ellos habían hecho los trámites bien y que la culpa sería de los del registro", relata.
Tal y como ha podido constatar EL ESPAÑOL, los datos de José y de su hermano fallecido eran casi idénticos. Coincidían los dos apellidos y la fecha de nacimiento (al ser mellizos nacieron el mismo día), lo único que los diferenciaba (aparte del nombre de pila) era un dígito del carnet de identidad. Alguien, de forma equivocada, cambió el número del fallecido por el del DNI de José Pascual. "Después de tantos años todavía no sé quién cometió el error, se van pasando la culpa de unos a otros", explica José, que lo único que pide es que, al menos, "alguien pida disculpas y reparen todos los perjuicios que me han causado".
Sin derecho a paro
Bajo la losa sepulcral de haber sido enterrado en vida, a José le negaron el derecho a la prestación por desempleo que le correspondía, así como a recoger sus medicinas imprescindibles para sus enfermedades crónicas. Reclamó infinidad de veces a las administraciones, recibiendo siempre una respuesta resbaladiza. "No me hacían caso en ningún sitio, no querían saber nada ni reconocer el tremendo error que habían cometido", expresa.
Recuerda el día que fue al Ayuntamiento de su localidad donde, para más inri, los trabajadores ironizaron sobre el caso. ¿Cómo podía aparecer por allí si estaba muerto? "Ha resucitado", bromeaban. "Se reían de mí en mi cara. La gente se lo tomaba a broma pero yo estaba viviendo un auténtico drama", dice José.
Un drama que comenzó con el duelo de la muerte de su hermano y que trajo como consecuencia todo el daño causado por un error que nunca se debió haber cometido. "Mis padres acababan de enterrar a un hijo y mi caso hizo que se removiera todo", explica. Y es que, la inacción de los poderes públicos provocó que la herida se hiciera más grande. "No pudimos cerrar el dolor de la pérdida de mi hermano. Tanto es así que, debido a la desgracia, mi madre falleció poco tiempo después. Le afectó tanto que no lo superó", cuenta.
Finalmente, y tras varios meses de constante insistencia, el juzgado le otorgó un escrito en el que se reconocía que la persona fallecida no era quien aparecía en los registros. "El papel explicaba que el fallecido no era yo, que era mi hermano, y con eso iba yo recuperando por ahí mis derechos que me habían quitado", relata.
"Tratado como a un delincuente"
Sin embargo, el año pasado, cuando todo parecía haberse resuelto, una carta en el buzón puso de nuevo en alerta a este vecino de Villareal. La carta, emitida por un juzgado de Castellón, rezaba que si en 15 días José no demostraba que seguía vivo, le exigirían devolver todo el dinero que había cobrado por estar en el paro; además, sería acusado de un supuesto delito de suplantación de identidad. "Los del paro me decían que habían estado todos estos años dándole dinero a una persona que no existe, ¿y cómo no voy a existir? Yo no soy ningún estafador, soy la víctima, y me han tratado como a un delincuente", manifiesta.
Para demostrar que el subsidio por desempleo le pertenecía a él y no a su hermano muerto, José se puso en manos de un abogado que consiguió ayudarle, cómo él mismo dice, a "desenterrarse de nuevo", lo cual le ha supuesto "un coste económico importante". Así, después de cuatro años de lucha, por fin ha conseguido demostrar que no está muerto. Sin embargo, su suplicio no cree que haya acabado ya que hace tres meses recibió una notificación que anunciaba que es posible que vuelva a aparecer de nuevo como fallecido ya que puede pasar bastante tiempo hasta que el error se corrija de todos los ficheros.
"Ya es difícil que te entierren estando vivo, pero que te entierren dos veces y encima que tenga que ser uno mismo quien se resucite…", arguye José, quien pensó en denunciar a las instituciones. "Me decían que denunciase pero, ¿a quién podría denunciar yo? ¿A la Policía, al Ayuntamiento, a la Seguridad S.ocial? Eso es una guerra perdida", comenta con resignación.
Administrativamente, podemos afirmar que José ha vuelto a la vida, aunque lamenta que nadie haya pagado las consecuencias del error que tanto daño le han causado, un daño que no ha sido reparado. "Entiendo que se pueda cometer un error burocrático, pero lo que no entiendo es que nadie lo haya reconocido y ninguna institución haya hecho nada para subsanarlo. Es una vergüenza", concluye.